El misterio de la evidencia
Durante casi tres a?os, sin que nadie la llamara, pero convirtiendo paso a paso, de manera inexorable, su invisible presencia en un suceso necesario, la c¨¢mara asombrada de Jos¨¦ Luis Guerin -un cineasta islote, de raro genio, escondido y solitario- se convirti¨® en el eje invisible del proceso de demolici¨®n de unos viejos edificios situados en un barrio del centro de Barcelona; y la misma mirada hurg¨® despu¨¦s, desde ese mismo lib¨¦rrimo y pudoroso observatorio, en las interioridades del mecanismo inverso de la edificaci¨®n de nuevas casas dentro del hueco, o el solar, o el vac¨ªo que dejaron los muros abatidos por aquella destrucci¨®n.
El resultado de este asombrado -y asombroso- movimiento de ida y vuelta de una mirada sedienta de realidad dentro de un pozo de destrucci¨®n y de creaci¨®n de realidades fue inicialmente una vasta (y se cuenta que inabarcable) secuencia cronol¨®gica de muchas horas de im¨¢genes amorfas y agolpadas unas sobre otras, pero que una vez ordenadas, cribadas, hiladas y formalizadas mediante una minuciosa composici¨®n ritual selectiva y muy estricta, se fueron estrechando en la sala de montaje y all¨ª adquirieron poco a poco forma, hasta dar lugar a un exacto, di¨¢fano y bell¨ªsimo poema f¨ªlmico de alrededor de dos horas de duraci¨®n.
EN CONSTRUCCI?N
Direcci¨®n y gui¨®n: Jos¨¦ Luis Guerin. Int¨¦rpretes: Juana Rodr¨ªguez, Iv¨¢n Guzm¨¢n, Juan L¨®pez, Juan Manuel L¨®pez, Santiago Segade, Abdel Aziz Mountassir, Antonio Atar. Espa?a, 2001. Duraci¨®n: 125 minutos.
'En construcci¨®n' tiene algo de muestra antol¨®gica, de m¨¢gica exhibici¨®n de recursos de expresividad musical casi en los bordes de lo insuperable
A ras de suelo
Y el prodigio de En construcci¨®n fue compuesto o, si se quiere, fue construido o edificado -imagen sobre imagen, trozo sobre trozo, golpe de realidad sobre golpe de realidad, en un delicado y exacto vuelo en busca de la rampa de una elevaci¨®n gradual- con la materia de un documento completamente vivo, hecho con puras evidencias y, en sentido literal, rastrero, es decir: cazado, atrapado por una lente situada a ras de suelo y alimentada con el prosaico polvo del trabajo, del esfuerzo humano.
Luego, la luz de ese prosaico vuelo rasante de un pu?ado de hombres enfrascados en la l¨®gica de sus tareas fue versificada o, si se quiere, fue espiritualizada al comp¨¢s de m¨²sicas visuales frondosas y exquisitas, deducidas de esa forma superior de manifestaci¨®n, o de compresi¨®n, de la realidad que llamamos verdad. Y ba?a, en efecto, la piel inabarcable de esta c¨¢lida y hermosa met¨¢fora cinematogr¨¢fica, la emocionante sensaci¨®n del calor de algo existente, el inconfundible tacto de la plenitud, esa formidable sensaci¨®n de consistencia que adquiere la caricia de la verdad cuando, tan de tarde en tarde, inunda una pantalla.
Es En construcci¨®n una hermosa y sutil¨ªsima, tan di¨¢fana y trasparente que roza lo invisible, captura del misterio por excelencia, que es el flujo de la inexplicable sustancia del tiempo, de lo que incesantemente se destruye y se construye dentro del tiempo, de lo que se fuga y de lo que sobreviene en su soplo imposible de atrapar conceptualmente y que s¨®lo a veces, en algunos (muy pocos) asombrosos milagros expresivos, logra aislar y detener, gracias a un golpe de azar y de talento fundidos, alguna rara y silenciosa m¨²sica f¨ªlmica.
Una de esas sorprendentes detenciones, o averiguaciones en el interior del tiempo, es la que el propio Jos¨¦ Luis Guerin emprendi¨®, como prolongaci¨®n natural de la hermosura de su peregrinaci¨®n a Innisfree, en Tren de sombras, un filme-poema grave y hondo, de minuciosa y poderosa hechura, pero herido por un hermetismo formal que le encierra en un cerco de complicidades dif¨ªcil de vulnerar. Pero el casi impenetrable tempo de este bello poema oscuro pierde aqu¨ª, en En construcci¨®n, espesura y baja (o sube) al territorio de la percepci¨®n viva, directa e inmediata, innumerable. E inmerso en ella aquella gravedad de Tren de sombras se hace agilidad y vibra en im¨¢genes contagiosas y esponjosas, a trav¨¦s de sucesiones secuenciales que vuelan libres y vivificadoras en una pantalla hospitalaria, nunca desp¨®tica.
Es ese su suave vendaval de aire libre lo que abre de par en par la idea de la superioridad de En construcci¨®n sobre otras c¨¦lebres aventuras cinematogr¨¢ficas de su misma especie, o similares, incluidas las dos antes referidas del propio Jos¨¦ Luis Guerin. Porque lo que este inmenso cineasta oculto derrocha aqu¨ª -y con una gracia y una intensidad nunca alcanzadas por ning¨²n buceo de una c¨¢mara en las interioridades de la materia resistente de lo cotidiano, de lo fugaz, de la zona brumosa e inexplicable que se agazapa detr¨¢s de las evidencias- es un refinad¨ªsimo instinto para medir y dar cauce a la fuerza expresiva de la reiteraci¨®n ritual de im¨¢genes, que es una de las claves de la conquista de la armon¨ªa, de la musicalidad interior, por la imagen cinematogr¨¢fica. Y en este sentido, En construcci¨®n tiene algo de muestra antol¨®gica, de m¨¢gica exhibici¨®n de recursos de expresividad musical casi en los bordes de lo insuperable.
Y as¨ª, gracias a este dominio de la reiteraci¨®n, estalla en los ojos que contemplan En construcci¨®n la sensaci¨®n de exquisitez que desprende un juego de leit motiv f¨ªlmico cercano a lo inigualable. Y se hacen visibles las alqu¨ªmicas galer¨ªas por donde una secuencia cinematogr¨¢fica alcanza las escalas de la elevaci¨®n y la gradualidad necesarias para crear un genuino poema visual. Y de la pantalla resurge una nueva conversi¨®n del tiempo en tempo. Y de ah¨ª que el milagro cinematogr¨¢fico de En construcci¨®n sea una haza?a de la inventiva por la que una m¨ªnima y simple indagaci¨®n dentro de un mundillo adquiere inexplicablemente el rango de representaci¨®n del mundo.
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