Granito, encina y cielo
La cumbre de la sierra del Hoyo es un observatorio privilegiado de la cuenca alta del Manzanares
La sierra del Hoyo, por alzarse entre dos espacios tan valiosos como la Pedriza y el monte de El Pardo -con los cuales comparte no pocas bellezas-, deber¨ªa de ser en teor¨ªa uno de los lugares m¨¢s visitados del parque regional de la Cuenca Alta de Manzanares, pero no lo es. En la pr¨¢ctica, los cotos de caza, las fincas de ganado bravo y los campos de tiro y maniobras de la Academia de Ingenieros reducen el panorama excursionista a recorrer su cresta sin salirse del camino, so pena de ser tiroteado, empitonado o fumigado con alg¨²n mejunje anti¨¢ntrax, pues, para que no falte de nada, en Hoyo est¨¢ tambi¨¦n la Escuela Militar de Defensa NBQ.
Sabiendo esto, a nadie le extra?ar¨¢ que los pocos caminantes que frecuentan el Estepar -¨¢pice de la sierra, 1.403 metros- hayan colocado aqu¨ª una cruz de hierro, una placa invocando a la Virgen del Estepar -que no existe, pero por si acaso- y una imagen de la Virgen de la Encina, patrona de Hoyo de Manzanares, que aparece rodeada de siete querubines en la copa de un ¨¢rbol, como dice la tradici¨®n que se le apareci¨® a un campesino en una noche de tormenta. El ¨¢rbol en cuesti¨®n, hendido por el rayo, mas a¨²n vivo, se yergue en el parque de la Cabilda, junto al pueblo de Hoyo, y no es encina sino alcornoque, lo cual habla en favor de la diversidad de la sierra.
Y es que, aunque la sierra del Hoyo se presenta a primera vista como un desierto de granito y jaras pringosas, resultado de la degradaci¨®n del primitivo encinar, a medida que uno trepa por sus barrancas y pe?ascales se va asomando a un mundo intacto de bre?as dominadas por encinas y enebros, salpicadas de alcornoques y robles melojos, y perfumadas con cantueso, tomillo y romero. Adem¨¢s, es muy probable que, como sugiere el nombre Estepar, cerca de la cumbre habite la jara estepa, pero ¨¦ste es un extremo que no podemos confirmar, pues con el panorama que se abr¨ªa d¨ªas pasados ante nuestros ojos, no era como para andar mirando al suelo.
Para verlo por s¨ª mismo, el excursionista se acercar¨¢ a la plaza de Ruiz Jim¨¦nez en Hoyo de Manzanares y, una vez en esta glorieta que da acceso a las urbanizaciones La Orotava y El Picazo, tomar¨¢ por la calle que lleva en suave ascenso hasta un dep¨®sito de agua del Canal de Isabel II, donde acaba el asfalto y hay espacio sobrado para aparcar, suponiendo que haya llegado aqu¨ª en coche.
Avanzando por la pista llana de tierra que es prolongaci¨®n de la calle y corre paralela a una l¨ªnea el¨¦ctrica, entre las cercas de piedra y alambre de sendas fincas, el caminante alcanzar¨¢ en un cuarto de hora el primer desv¨ªo n¨ªtido monte arriba, junto a una se?al azul del Canal. Ser¨¢ media hora de subida fuerte, por camino cada vez m¨¢s estrecho y pedregoso, hasta salir a un collado con clara bifurcaci¨®n: a la derecha, tras breve esfuerzo, se aupar¨¢ al Picazo, v¨¦rtigo de granito a casi 300 metros sobre los tejados del pueblo.
Si, en vez de mirar la telara?a urban¨ªstica de Hoyo y los l¨²gubres rascacielos de Madrid, el excursionista en el Picazo vuelve la vista hacia el norte, a poco claro que sea el d¨ªa, atisbar¨¢ el cilindro blanco del v¨¦rtice geod¨¦sico del Estepar, el cual coronar¨¢ tras regresar al collado, tomar el camino que rechaz¨® en la bifurcaci¨®n y recorrer la cresta como por un pasillo de jaras. Tiempo total: dos horas.
Situado a 15 kil¨®metros al sur de la sierra de Guadarrama, frente por frente de Cuerda Larga, no hay mejor palco que ¨¦ste para ver el curso vital del Manzanares: c¨®mo nace en la alta cuna de las Guarramillas y da sus primeros pasos entre la Maliciosa y la Pedriza, ayas tremendas; c¨®mo se hace un caballerete -don embalse de Santillana- al pasar por el castillo de los Mendoza; c¨®mo prueba su espada tajando gargantas en los pastaderos de Colmenar y c¨®mo, ya un poco cansado de estas violencias, se para a mirar el prieto encinar de El Pardo, consuelo de tantos viejos reyes. All¨ª se embalsa por ¨²ltima vez antes de pasar por Madrid, que no es morir, pero casi.
Los jarales no son para el verano
- D¨®nde. Hoyo de Manzanares se halla a 40 kil¨®metros de Madrid y tiene r¨¢pido acceso por la carretera de A Coru?a (A-6), desvi¨¢ndose por la M-618 en Torrelodones. Una vez en Hoyo, habr¨¢ que preguntar por la urbanizaci¨®n La Orotava: a sus puertas se encuentra la plaza de Ruiz Jim¨¦nez y la calle que sube hacia el dep¨®sito de agua, principio de esta excursi¨®n. Hay autobuses de Larrea (tel¨¦fono 91 530 48 00), con salida de Moncloa. - Cu¨¢ndo. Marcha de tres horas y media de duraci¨®n -dos de subida y una y media de bajada por el mismo camino-, con un desnivel acumulado de 400 metros y una dificultad baja, ideal para el oto?o y el invierno, pues el resto del a?o estos jarales son un horno. - Qui¨¦n. Juan Pablo Avis¨®n es el autor de Las mejores excursiones por la sierra de Guadarrama, 40 itinerarios, gu¨ªa editada por El Senderista (Mayor, 80; tel¨¦fono 91 541 71 70) en la que se incluyen varias rutas a pie por el Estepar y otros parajes de la sierra del Hoyo. - Y qu¨¦ m¨¢s. Ser¨¢ de gran ayuda llevar alg¨²n tipo de cartograf¨ªa, como la hoja 18-21 (San Lorenzo de El Escorial) del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito o, mejor a¨²n, el mapa Sierra de Guadarrama, editado por La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; tel¨¦fono 91 534 32 57).
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