Censura y silencio
Como estaba descontado, no prosper¨® la moci¨®n de censura planteada por el socialista Pasqual Mara-gall al Gobierno de la Generalitat. El apoyo previsto del PP salv¨® a Pujol, frente a los votos de socialistas y de Iniciativa, con la abstenci¨®n de Esquerra. Pero el presidente catal¨¢n ha sufrido una severa erosi¨®n, entre otras razones, por su clamoroso silencio. Desprecio al Parlamento o h¨¢bil finta para dar cancha a su delf¨ªn, Artur Mas, las dudas retrospectivas de Pujol sobre su actuaci¨®n resaltan un error institucional, pues la censura era doble: al Ejecutivo y a ¨¦l mismo. Algo ins¨®lito en un personaje de su olfato, pero que simboliza el final de era iniciado desde que anunci¨® su retirada.
La retransmisi¨®n del debate fue muy seguida, porque result¨® el mejor desde hace dos decenios, lo que contradice que la moci¨®n de censura fuese bald¨ªa. Salvo ante una descomposici¨®n irreversible del partido o la alianza de gobierno, la censura constructiva consagrada en nuestro ordenamiento persigue visualizar la existencia de un programa alternativo y contrastar su calidad. Las maratonianas sesiones parlamentarias han garantizado que los ciudadanos catalanes disponen tambi¨¦n en el centro-izquierda de una oferta s¨®lida y madura. Y ello pese al desfavorable calendario marcado por la crisis mundial.
Maragall ha logrado sus principales objetivos: ha forzado la identificaci¨®n fraternal entre convergentes y populares, ha abierto v¨ªas con Esquerra y ha escrito un programa de gobierno, especialmente en el cap¨ªtulo social, que incluye una propuesta de revisi¨®n constitucional (reforma del Senado). Ha demostrado que se sabe Catalu?a como su rival y que posee una visi¨®n de Espa?a y de Europa, realidades de las que se proclama c¨®mplice, en vez de pedir perd¨®n por ello.
Los dem¨¢s tambi¨¦n han aprovechado la moci¨®n: CiU, para tratar de proyectar una imagen de mayor solidez interna y para lanzar a Mas como eficaz contrincante parlamentario, aunque a¨²n de sesgo tecnocr¨¢tico, y para estrenar a Duran y a algunos consejeros t¨¦cnicos en la batalla abierta del pospujolismo. Iniciativa ha pespunteado un perfil de gobierno; Esquerra, de bisagra codiciada, y el PP ha aumentado su naturalidad en la escena catalana gracias al respeto que le profes¨® el aspirante. Pero la que m¨¢s ha ganado ha sido la ciudadan¨ªa.
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