De la provincia al imperio
El debate fue provinciano. Zapatero rega?¨® al presidente por ser el ¨²ltimo de los occidentales en visitar a Bush; ¨¦l hubiera corrido para ser el primero. Qued¨® bien al asegurar que le importa lo mismo la vida de un afgano que la de un neoyorquino, pero le llaman demagogo los plumillas de la derecha, que han desgastado mucho las palabras que emplean para el desprestigio: demagogo, obsoleto, sesgado. Las ponen tras cualquier nombre y les basta. Llamazares tuvo m¨¢s fuerza, pero llev¨® todo a la cuesti¨®n de la cadena perpetua que se impondr¨ªa a Aznar por ir a la guerra sin autorizaci¨®n del Congreso. Qu¨¦ idea tiene de la justicia en tiempos confusos. Como ¨¦stos, en los que sentencias o dict¨¢menes son cuestiones de palabras. Los escritores reales utilizan el idioma para investigar, entender y hacer entender la sociedad, o a s¨ª mismos, y por una belleza de lenguaje; los juristas, para justificar lo que quieren hacer con el encausado: absolverle o condenarle. Puede otro tribunal con las mismas leyes dar sentido contrario. Hay jueces famosos por la redacci¨®n de sentencias.
Cada d¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil el uso noble de la palabra, porque est¨¢ m¨¢s cargada de emociones personales, de lo correcto o incorrecto, y de las pasiones privadas que sustituyen a las generales. Patriotismo, religi¨®n, ideolog¨ªa, solidaridad, lucha de clases, se cambian por feminismo, nacionalismo, partidismo, clases de edad; cada grupo fragmentado de la totalidad acepta o rechaza los vocablos seg¨²n sus deseos. Provincianismo es palabra que no se debe usar porque significa peque?ez de miras, vista corta, conciencia de murmullos y fe de campanario. Era una palabra valiosa en otro tiempo, despu¨¦s de haber sido dudosa en otro. Robert dice que viene de 'vencer'; los territorios vencidos por los romanos, que nombraban sus gobernadores: Corominas no lo cree.
El provincianismo no ha desaparecido: algunas autonom¨ªas lo han aumentado. En todo casi, somos la provincia de un imperio, como lo hemos sido siempre a lo largo de la historia excepto en los a?os en que fuimos imperio y tratamos mal, muy mal, a las provincias. Ahora, en caso de una supuesta guerra, el Gobierno y el Parlamento y las autonom¨ªas (casi) est¨¢n con el imperio. Esto es as¨ª.
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