El otro, o sembrar la utop¨ªa
Teresa Sanrom¨¢n, la prestigiosa y querida catedr¨¢tica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, en el n¨²mero cero de la revista La mirada limpia o la existencia del otro, ha vuelto a hablar de la educaci¨®n en los primeros niveles: 'Si de una cosa la escuela est¨¢ segura', dice, 'es de que transmite conocimientos que tienen dos caracter¨ªsticas: son verdaderos y son imbatibles'. La escuela se ve a s¨ª misma segura y protegida con su vinculaci¨®n a lo cient¨ªfico y se alza como la m¨¢s dogm¨¢tica de las instituciones educativas y 'si no nos percatamos de ello es porque todos compartimos ese dogmatismo'.
El maestro as¨ª parece limitarse a ser correa de transmisi¨®n estricta de unos conocimientos, valorados e impuestos desde la idoneidad cient¨ªfica, llenos de virus cruentos y voraces de exclusiones, y desde el control social, para, ya en la tierna infancia, introducir los perfiles de la cultura oficial, hoy tan necesitada de revisiones. ?Por qu¨¦ seguir proponiendo como cl¨¢sicos textos marcadamente machistas, hom¨®fobos, contrarreformistas, antijud¨ªos, antimoros o antigitanos, la tr¨ªada de la marginaci¨®n en la Espa?a del Imperio? ?Es que no somos los lectores capaces de proponer una valoraci¨®n acorde con el presente y sus sensibilidades m¨²ltiples?Y, sin embargo, lo verdadero-imbatible, ese mito antiguo del racionalismo escueto, no capacita, antes al contrario, para pensar derecho. A los gitanos perseguidos desde 1499 hasta 1978 ('Se ordena cazar a los gitanos por el hierro y por el fuego y hasta la santidad de los templos podr¨¢ ser allanada en su persecuci¨®n si hasta ¨¦l llegaren huyendo en busca de asilo', Pragm¨¢tica de Felipe V, de mediados del siglo XVIII), ahora, de s¨²bito, se les quiere cambiar el comportamiento, como antes, por decreto, en poco tiempo y si no se les sumar¨¢n todas las culpas del fracaso del sistema.
Desde esta perspectiva el fracaso escolar de los ni?os diferentes est¨¢ asegurado. La relaci¨®n interpersonal en el proceso educativo no puede partir de la ignorancia del otro, como viene ocurriendo. El otro debe ser el objeto de la educaci¨®n y no la educaci¨®n el lugar cient¨ªfico donde se ahorman conciencias, se imponen sistemas de pensamiento en exclusi¨®n del otro que ya llega a la escuela generado por la cultura de la convivencia conflictiva con diferente sistema inmunol¨®gico y de respuesta ante unos est¨ªmulos de pertenencia y exclusi¨®n. La oposici¨®n dentro / fuera en las minor¨ªas genera tensiones emocionales de tono fragoso por lo que sus miembros siempre se debaten en la dial¨¦ctica de pertenencia y fidelidad o no al grupo.
Si la instituci¨®n educativa no promueve un debate claro sobre lo que ense?amos, los otros no van a tolerar, sin mostrar su desacuerdo, sufrir en propias carnes culturales la injusticia. Los conflictos no van a cesar, incluso acompa?ados del lamento de profesores competentes que toman con desesperaci¨®n los resultados adversos.
Si la verdad dogm¨¢tica y cient¨ªfica se pusiera s¨®lo cinco minutos en duda se producir¨ªan milagrosas y sanitarias consecuencias. Porque, si no mejora el conocimiento y la disposici¨®n, ?c¨®mo el otro va, graciosamente, a cambiar de hoy a ma?ana de cultura, de h¨¢bitos, de comportamiento? ?Tiene un ni?o capacidad de aceptar e integrar en el colegio lo que luego no tiene vinculaci¨®n alguna con el mundo familiar, el mundo en el que descansa y duerme? ?Un mundo familiar con frecuencia, bastante publicitado en su m¨¢s ex¨®tica apariencia, desestructurado por la trampa en la que caen los pobres con grandes coches deportivos, v¨ªctimas del motor que mueve no se sabe qu¨¦ misterios del dinero?
La coeducaci¨®n en la pedagog¨ªa espa?ola de los sesenta se nos comentaba como algo impropio que ocurr¨ªa en otros pa¨ªses imp¨ªos, en la p¨¦rfida Albi¨®n, por ejemplo. Hoy la experiencia muestra la obcecaci¨®n de los que as¨ª pensaban. En la pubertad y adolescencia lo que hayamos sembrado ser¨¢ dif¨ªcil que no fructifique. Si sembramos dogmas reventar¨¢n los cerebros y las relaciones, como se comprueba en estos momentos, pero si trabajamos en el terreno de la utop¨ªa, ?c¨®mo se nos va a negar el d¨ªa en que se ense?oree de los corazones j¨®venes y ¨¢vidos de armon¨ªa? El otro existe y est¨¢ ah¨ª con su bagaje a la espera.
Jos¨¦ Heredia Maya es profesor titular de Literatura Espa?ola en la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad de Granada.
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