Acuerdo en Shanghai

George Bush ha conseguido en China su objetivo de transformar una rutinaria reuni¨®n anual -el Foro de Cooperaci¨®n Econ¨®mica Asia-Pac¨ªfico- en refrendo de sus objetivos antiterroristas, el ¨²nico centro de gravedad de su agenda tras el 11 de septiembre. El orillamiento del debate econ¨®mico ha frustrado a Pek¨ªn, que pretend¨ªa deslumbrar a los dignatarios reunidos con los progresos de Shanghai y sus esfuerzos para integrarse en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio.

El presidente de EE UU ha obtenido un compromiso formal sin precedentes. La declaraci¨®n de la cumbre regional, aun desprovista del porcentaje de ret¨®rica habitual, no deja recovecos. Los dirigentes de 21 pa¨ªses de Asia y la cuenca del Pac¨ªfico consideran imperativo reforzar su cooperaci¨®n a todos los niveles y se comprometen a prevenir y reprimir cualquier forma de terrorismo. China y Rusia, Jap¨®n y Canad¨¢, Per¨² o Indonesia establecer¨¢n medidas adecuadas de protecci¨®n en los ¨¢mbitos financiero, en¨¦rg¨¦tico, de transporte, fronteras, aduanas o cualquier otro para disuadir a los asesinos o perseguirlos eficazmente.

Pero m¨¢s relevante que este refuerzo en la alianza global contra el nuevo enemigo es la dimensi¨®n que parece haber adquirido la relaci¨®n entre EE UU y Rusia, y que ven¨ªa anticip¨¢ndose antes de los atentados islamistas. La declaraci¨®n conjunta Bush-Putin tras su largo encuentro a solas va m¨¢s all¨¢ de los objetivos enumerados antes. Mosc¨² -el mayor arsenal mundial de armas qu¨ªmicas- y Washington se comprometen bilateral y multilateralmente a impedir la exportaci¨®n y distribuci¨®n de materiales biol¨®gicos, qu¨ªmicos y nucleares, la tecnolog¨ªa conectada con su uso y los medios utilizados para su transporte y dispersi¨®n.

Vlad¨ªmir Putin se ha acercado a EE UU con rapidez y contundencia en su viraje para redefinir la posici¨®n ante Occidente de la Rusia postsovi¨¦tica. El mes pasado, en Alemania y Bruselas, no s¨®lo declar¨® su inter¨¦s en una asociaci¨®n m¨¢s estrecha con la Uni¨®n Europea, sino que sugiri¨® la predisposici¨®n de su pa¨ªs a bendecir la ampliaci¨®n de la OTAN siempre y cuando el Kremlin tenga algo que decir en el proceso. El viernes, como regalo anticipado a Bush, Mosc¨² anunci¨®, con gran irritaci¨®n de Castro, el cierre, despu¨¦s de cuarenta a?os, de su estaci¨®n de espionaje electr¨®nico en Cuba. En los ataques del 11 de septiembre, Putin ha visto adem¨¢s la oportunidad de disolver la actitud cr¨ªtica de Washington y sus aliados por sus atrocidades de Chechenia.

Bush ha correspondido a esta aproximaci¨®n. Los atentados han trastocado por completo las prioridades de la Casa Blanca; y el escenario mundial en ciernes, acelerado la b¨²squeda de una nueva relaci¨®n con el antiguo enemigo de la guerra fr¨ªa. Claro que en Shanghai el l¨ªder estadounidense ha mantenido su decisi¨®n de abandonar el tratado ABM para construir el escudo antimisiles. Y Putin renovado su oposici¨®n al plan. Pero los temas estrat¨¦gicos de esta naturaleza, que por definici¨®n requieren interminables discusiones de expertos, nunca se resuelven en meses. Y en el idilio que se va perfilando no hay que descartar el logro final de un acuerdo, o al menos de una tregua que enfr¨ªe las divergencias.