Flandes
El Sr. Trillo, ministro de Defensa, ha conseguido devolvernos la moral a quienes consider¨¢bamos que el Gobierno espa?ol estaba haciendo el rid¨ªculo por acercarle tanto la palangana al norteamericano, dado el poco caso, aparente, que Bush hac¨ªa de nuestras propuestas: desde irle a buscar a Bin Laden con la cabra mascota de la Legi¨®n por delante, hasta ocupar Kabul con la ayuda de la Banda del Empastre. Trillo declar¨® a La Vanguardia que nuestras ofertas han sido bien medidas y que Espa?a es fuerte, muy fuerte.
Bien dicho y sobre todo a tiempo, porque Aznar y Piqu¨¦, Piqu¨¦ y Aznar iban de Mortadelo y Filem¨®n por las galaxias imperiales, haci¨¦ndose los encontradizos con los gestores del imperio y exclamando entregadamente: ?qu¨¦ hay de lo m¨ªo? Educado en las esencias del teatro de Marquina, autor de En Flandes se ha puesto el sol, el se?or Aznar sue?a con que alg¨²n d¨ªa Espa?a volver¨¢ a plantar una pica en Flandes y de momento bien estaba Afganist¨¢n como aperitivo, porque los espa?oles, como tan bien escribiera Marquina... donde no llegamos con la mano / llegamos con la punta de la espada. L¨¢stima que los norteamericanos no hayan atendido la propuesta espa?ola de enviar la Legi¨®n, con la cabra incluida, porque los talibanes una de dos: o hubieran recibido una lecci¨®n de esas que no se olvidan o se habr¨ªan comido la cabra, animal cor¨¢nicamente puro, dada la hambruna que suele acompa?ar toda ofensiva imperial.
Todav¨ªa no ha viajado suficiente ¨¢ntrax por correo como para que EE UU y el Reino Unido consideren imprescindible bombardear Bagdad, vac¨ªo de decisiones que Sharon aprovecha para aplicar su tesis de que el mejor palestino es el palestino muerto. Mientras tanto nos entretenemos asistiendo a la representaci¨®n b¨¦lica de Afganist¨¢n, superproducci¨®n no en technicolor sino en unos colores verdes lamentables, impropios de la opulencia comunicacional que debiera caracterizar estos tiempos de redes y libertinaje informativo. Frente a la confusi¨®n, la claridad de ideas de que lo nuestro es Flandes, una ciudad mental que, como Asmara, qued¨® sepultada por las arenas del desierto a la espera de las nuevas haza?as de nuestros Tercios.
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