La escuela de la plata
El Consorcio de Joyer¨ªa de C¨®rdoba ense?a un oficio a medio centenar de aprendices
'Cuando entr¨¦ aqu¨ª, hace trece meses, no sab¨ªa nada', dice Mar¨ªa S¨¢nchez pensativa, mientras hace surgir racimos de uvas, diminutos y perfectos, de una l¨¢mina de plata. Nadie podr¨¢ decir que no ha aprendido bien. S¨®lo tiene 25 a?os y ya ha ganado un premio internacional de dise?o. Ahora se prepara para marcharse unos meses a Alemania, a seguir form¨¢ndose. Mar¨ªa comparte un raro privilegio con sus 49 compa?eros del Consorcio Escuela de Joyer¨ªa de C¨®rdoba: estudia lo que m¨¢s le gusta sin que le cueste nada, y sabe que, cuando termine, tendr¨¢ un trabajo seguro.
?C¨®mo se consigue este milagro? Para empezar, la escuela est¨¢ inteligentemente situada. En C¨®rdoba viven m¨¢s joyeros que en ninguna otra provincia espa?ola. El negocio tiene mucha raigambre, y crece, y demanda mano de obra cualificada. 'Damos ense?anza de mucha calidad', explica Jos¨¦ Luis N¨²?ez, director gerente del Consorcio. 'Los empresarios conf¨ªan en nosotros, de modo que no vacilan en pedirnos los trabajadores que necesitan'.
La segunda parte del misterio, la gratuidad de las clases, se explica porque la Escuela, que funciona desde 1994, depende de las administraciones p¨²blicas. La Junta, la Diputaci¨®n y el Ayuntamiento de C¨®rdoba se hacen cargo de los gastos, que no son pocos, considerando que se trabaja con metales preciosos y herramientas de precisi¨®n. El presupuesto para 2001 ascendi¨® a 325 millones de pesetas.
Cada tres a?os, 50 alumnos, ni uno m¨¢s, se incorporan a la Escuela. Los requisitos iniciales: haber cumplido los 16 y disponer del Graduado Escolar. Pero hay pruebas de selecci¨®n, a las que suelen presentarse unos 300 aspirantes. 'Les hacemos unos ex¨¢menes psicot¨¦cnicos, que nos permiten valorar su capacidad espacial y manual, adem¨¢s de una entrevista personal. Esta es una profesi¨®n semiartesanal, y la imaginaci¨®n y la mano tienen mucha importancia', se?ala N¨²?ez. 'Y tambi¨¦n la motivaci¨®n. Los chicos han de tener muchas ganas. A veces los padres los achuchan, y no se trata de eso'.
A lo largo de esos tres a?os, los estudiantes se especializan. Hay cinco ramas: modelado, fundici¨®n, sacado de fuego, engastado y orfebrer¨ªa. Todos reciben clases comunes de dise?o y de idiomas. 'No s¨®lo porque el mercado exterior tiene mucho peso en este sector', justifica el director, 'sino porque as¨ª les resultan m¨¢s f¨¢ciles las pr¨¢cticas en el extranjero'. Ahora mismo, 15 alumnos de esta escuela se reparten entre Italia, Alemania e Inglaterra.
Hay nueve profesores para 50 alumnos, una ratio envidiable para cualquiera. '?sta es una ense?anza muy personalizada', sonr¨ªe N¨²?ez. 'Los grupos son peque?os, de menos de diez personas: conocemos muy bien a los estudiantes y los seguimos de cerca'. Por eso no hacen falta ex¨¢menes. 'Les evaluamos cada d¨ªa, sabemos lo que se les da bien y lo que tienen que repetir hasta perfeccionarlo'.
?Y el t¨ªtulo? 'Es lo de menos', asegura el director. 'Aqu¨ª lo importante es aprender el oficio y conseguir trabajo'. Sin embargo, para quienes se preocupen de las certificaciones, existe y est¨¢ perfectamente reconocido, en la categor¨ªa de Formaci¨®n Profesional Ocupacional.
Los alumnos llevan batas blancas a modo de uniforme. En los talleres se oyen ruidos mec¨¢nicos -golpes de buril, chirridos de lima, tornos sospechosamente parecidos a los del dentista-, pero no se escuchan charlas de fondo: est¨¢n concentrados. Unos fijan la vista en unas piezas de cera, peque?as y verdes, que les sirven de modelo para las joyas que reproducir¨¢n en plata u oro. Otros tienen los ojos clavados en unas hondillas llenas de pez, en cuyo centro sobresalen figuras de plata; la pez, explican, hace de almohada, sirve para amortiguar los golpes y evitar que el metal se malee. Y los ¨²ltimos no despegan la mirada de unas estaquillas de madera, que se llaman fuestes y llevan un trozo de lacre fundido en un extremo.
Las clases y la vida real
La idea del Consorcio es que la escuela sea lo m¨¢s parecido a una empresa para que, una vez que los alumnos salgan y comiencen a trabajar en el mundo real, tarden muy poco en adaptarse. ?sta es, precisamente, la idea que mueve a otros consorcios, paralelos al de C¨®rdoba, que se han creado en otras zonas de Andaluc¨ªa. Buscan sectores estrat¨¦gicos: es el caso del trabajo del m¨¢rmol en Almer¨ªa, de la hosteler¨ªa en la Costa del Sol, de las industrias navales en C¨¢diz... Y se esfuerzan en preparar a los estudiantes para que se muevan con soltura en entornos profesionales. Es el equivalente contempor¨¢neo al sistema por el que, hace unas d¨¦cadas, ni?os de 11 y 12 a?os se incorporaban como aprendices a los talleres de joyer¨ªa, y absorb¨ªan, de primera mano, las particularidades del negocio. S¨®lo que con todas las garant¨ªas legales y pedag¨®gicas.
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