"Quer¨ªa mostrar la obscenidad del melodrama"
Isabelle Huppert logra su cima interpretativa con 'La pianista'.
La pianista logr¨® el Gran Premio Especial del Jurado del pasado Festival de Cannes y, adem¨¢s, le vali¨® a su protagonista, Isabelle Huppert, su segundo premio de interpretaci¨®n en Cannes. La actriz francesa, nacida en Par¨ªs en 1955, asombr¨® al jurado y a la cr¨ªtica al conseguir dar humanidad y espesor al personaje de Erika Kohut, una profesora de piano masoquista que, a priori, hubiera debido pasar a formar parte de la galer¨ªa de locos irrecuperables por los que el p¨²blico no siente otra curiosidad que la que puedan inspirar los desastres que causan.
La pianista logr¨® el Gran Premio Especial del Jurado del pasado Festival de Cannes y, adem¨¢s, le vali¨® a su protagonista, Isabelle Huppert, su segundo premio de interpretaci¨®n en Cannes. La actriz francesa, nacida en Par¨ªs en 1955, asombr¨® al jurado y a la cr¨ªtica al conseguir dar humanidad y espesor al personaje de Erika Kohut, una profesora de piano masoquista que, a priori, hubiera debido pasar a formar parte de la galer¨ªa de locos irrecuperables por los que el p¨²blico no siente otra curiosidad que la que puedan inspirar los desastres que causan. 'Cuando se acepta interpretar un personaje es imposible no interesarse por ¨¦l, no intentar defenderlo, no encontrarle otros puntos de inter¨¦s m¨¢s all¨¢ de los que propone la historia', dice Isabelle Huppert.
Para la actriz, no se trata de una cuesti¨®n de profundizaci¨®n psicol¨®gica o de inventarle un pasado al personaje. 'No me preocup¨¦ por la infancia de la protagonista, aunque no sea demasiado dif¨ªcil imaginarla. Tampoco le¨ª el libro de Elfriede Jelinek, en el que se basa la pel¨ªcula. Nunca lo hago. Los leo luego, una vez terminado el filme. Lo que necesito saber est¨¢ en el gui¨®n, en el plat¨® y en m¨ª misma'.
En La pianista, Erika malvive con su madre, interpretada por Annie Girardot, que piensa en ella como una futura gran solista cuando, cumplidos los cuarenta, s¨®lo es una muy exigente profesora de conservatorio. Erika, cuando sale de clase, visita los peep-shows de la ciudad, o se automutila. La irrupci¨®n de un joven pianista, Walter Klemmer, encarnado por Beno?t Magimel, va a hacer explotar esa bomba fr¨ªa en que se hab¨ªa convertido Erika.
Sin control'El filme es una historia de control y de p¨¦rdida de control', contin¨²a Huppert. 'Erika cree que a¨²n controla algo cuando en realidad ya todo se le ha escapado de las manos'. Sobre el papel, eso podr¨ªa permitir una serie de situaciones c¨®micas, convertirse en una comedia: 'S¨ª, pero el tono es otro. En el libro, la autora opta por el sarcasmo y la pel¨ªcula prefiere la iron¨ªa. Es cierto que, visto desde lejos, todo ese patetismo tiene algo de risible. Michael Haneke se re¨ªa de ello. Para ¨¦l, estamos en plena parodia del melodrama. La pianista respeta todas las convenciones de dicho g¨¦nero pero ense?ando al mismo tiempo lo que hay detr¨¢s del decorado. Quer¨ªamos mostrar la obscenidad, lo que se oculta detr¨¢s de las grandes palabras, de lo sublime, del amor, del arte'.
Aunque todo parec¨ªa estar en el gui¨®n, ¨¦ste ocultaba un dato supuestamente fundamental: el final de la historia. 'El gui¨®n daba a entender que Erika mor¨ªa, que se suicidaba justo antes de su primer gran concierto, que una vez m¨¢s se automutilaba y se negaba a afrontar sus problemas. En un melodrama cl¨¢sico ella deber¨ªa morir pero Haneke es un cineasta moderno y Erika abandona el decorado, sale del plano, con el pu?al clavado en el pecho y un peque?o hilo de sangre que mancha su ropa blanca. Ese hilillo de sangre es menos un signo de herida que un rastro de vida, de que por fin algo fluye, de que el director decide salvarla y, qui¨¦n sabe, quiz¨¢ le permita empezar de nuevo'.
La pianista se rod¨® en franc¨¦s a pesar de transcurrir en Viena: 'Los estadounidenses hacen hablar a Van Gogh en ingl¨¦s y nadie se lo reprocha'. Esa falta de fidelidad idiom¨¢tica no se traduce en una ciudad falsa o tur¨ªstica. 'La Viena que Haneke ense?a no es la de los valses, la de las pasteler¨ªas o el Prater, sino una Viena moderna, muy americanizada, pero la relaci¨®n con la m¨²sica, la importancia que le conceden, la sabidur¨ªa que demuestran los personajes hablando de Schubert, todo eso s¨ª es profundamente vien¨¦s. Lo que era imposible era situar ese personaje en el conservatorio de Par¨ªs, por ejemplo, porque su atm¨®sfera hubiera hecho los di¨¢logos mucho m¨¢s incre¨ªbles que el idioma'.
ViolenciaLa pianista escandaliz¨® por su manera de abordar el sexo, pero tambi¨¦n por la violencia f¨ªsica de las relaciones entre Erika y su madre, o entre Erika y Walter. 'Todas las acciones, todo lo que era f¨ªsico, lo ensayamos mucho y lo repetimos a¨²n m¨¢s. El sexo y la violencia, su representaci¨®n, plantean muchos problemas. Para Haneke, era muy importante dejar un espacio importante para la imaginaci¨®n del espectador, que ¨¦l tuviera que completar lo que ve¨ªa. Eso hace a¨²n m¨¢s duras las situaciones porque te implicas. Y no hay que olvidar tampoco esa idea de que cuanto m¨¢s vemos, menos creemos. El exceso de realismo acaba por hacer desaparecer la realidad. En el gui¨®n y en los primeros ensayos todo era m¨¢s expl¨ªcito pero, luego, Haneke nos ped¨ªa un trabajo sistem¨¢tico de reducci¨®n, de destilado'.
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