Jaime Camino recoge la peripecia en Rusia de 3.000 ni?os de la guerra
Jaime Camino ha vuelto a donde sol¨ªa, al documental de testimonios en el que, con La vieja memoria, marc¨® un hito en 1977. En Los ni?os de Rusia, el autor de Dragon Rapide recoge la peripecia de los 2.996 ni?os, de entre 2 y 14 a?os, que en 1937 fueron enviados a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, desde el bando republicano, para huir m¨¢s del hambre y las penalidades que de las bombas. Lo que iban a ser unas vacaciones se convirti¨® para la mayor¨ªa en toda una vida, marcada por dos guerras y una nostalgia infinita.
Con Los ni?os de Rusia, Camino, que hoy presenta el filme en la secci¨®n Tiempo de Historia de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), intenta evitar que se pierda la memoria de estos ni?os (la mayor¨ªa de ellos ya septuagenarios), pr¨¢cticamente los ¨²nicos que no pudieron regresar a Espa?a tras la guerra civil.
Rehenes de la historia, de Stalin e incluso del PCE, no pudieron volver cuando a¨²n ten¨ªan fresca la memoria. Y, m¨¢s tarde, cuando se fueron abriendo las puertas del retorno, se encontraron a veces con una Espa?a oscura en la que se sent¨ªan inadaptados y en donde hasta las madres y hermanos pod¨ªan resultar extra?os. Hubo ni?os, sobre todo los que hab¨ªan formado una familia rusa, que, desenga?ados, retornaron a la URSS con el coraz¨®n partido. El desarraigo que ha marcado sus vidas se manifiesta, por ejemplo, en el testimonio de una ni?a: 'En Rusia era la espa?ola; en Rusia era la hispano-sovi¨¦tica; y en Espa?a era la rusa'.
Los ni?os de Rusia es un filme dominado por la palabra y, a trav¨¦s de la palabra, sin tan siquiera la ayuda de una voz en off, con tan s¨®lo un m¨ªnimo aporte de fotograf¨ªas y filmaciones de ¨¦poca, se va creando una historia ¨²nica, coral, pero, al mismo tiempo, marcada por m¨²ltiples peripecias personales.
Esas voces evocan las tr¨¢gicas circunstancias que forzaron a los padres de los ni?os a enviarles a la gran patria socialista, las penalidades que (no siempre) marcaron el viaje, el multitudinario y emotivo recibimiento en la URSS, la vida en las casas de acogida, el hambre y el miedo de una guerra (contra la Alemania nazi) peor incluso que la que dejaron atr¨¢s, la forma en la que construyeron sus vidas sin perder nunca el contacto entre ellos, el retorno (cuando se produjo), las dificultades de adaptaci¨®n e incluso el desenga?o.
Camino, primo de tres ni?os de Rusia, no toma partido. 'No me pronuncio', se?ala. 'Como hice con La vieja memoria, no llego a ninguna conclusi¨®n. Eso lo dejo, si acaso, al espectador'. Es, remacha, 'una pel¨ªcula de montaje que huye de lo que es pura informaci¨®n. Dram¨¢tica, pero sin elementos de ficci¨®n'.
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