Prueba de vida. Autobiograf¨ªa
'Soy la ceniza del poema', se lee en las r¨¢fagas de lucidez que conforman estos fragmentos in¨¦ditos de una Autobiograf¨ªa de la muerte.
Desde hace tiempo tengo una mujer, llamada orujo, llamada cazalla. Los alcoh¨®licos necesitamos compa?¨ªa, pero la bebida nos deja solos. Solos con el amanecer, y con lo que yo he llamado en mis poemas 'la jaur¨ªa atroz de los recuerdos': recuerdos de interminables torpezas, de desastres, de gestos que s¨®lo el alcohol nos hace ejecutar.
Ahora bien, la locura es no s¨¦ si una muerte en vida o un renacimiento. En cualquiera de los casos es un proceso humano y no marciano. Y la psiquiatr¨ªa es la consideraci¨®n no humana de lo humano.
Por el contrario, la literatura moderna es un texto sin nadie, un texto no-humano, pero un texto humano en su proceso de circulaci¨®n social. Y escribir, ser otro hombre es todo lo que se puede -y ni siquiera eso- en un manicomio, donde se castiga hasta la menor irregularidad, hasta tener pajaritos en la celda, como el hombre de Alcatraz. La carrera moral del enfermo mental, como dijera Erving Goffman, es adelgazar hasta ser s¨®lo un texto de antipsiquiatr¨ªa y, hablando de paranoia, una maquinaria de tragar veneno.
Oh viaje dif¨ªcil, oh labor improbus, oh experiencia l¨ªmite de aquel que ha cruzado ya el l¨ªmite. Y as¨ª, hasta llegar a la muerte de verdad, como perfecta experiencia l¨ªmite. Y, siendo Jesucristo, o tal vez s¨®lo un loco como en Ordet, de Theodor Dreyer, resucitar y ser un resucitado, y volver de la nada sin nada de abrigo.
Ah, el hombre al que nadie quiere, ah, el hombre sin nadie, el borracho en el l¨ªmite del abismo. Ah, el hombre enemigo del hombre, el hombre que ya no es hombre, sino una equis en la ecuaci¨®n. Ah, el temor m¨¢s horrible, m¨¢s horrible que un ¨¢ngel es ser un hombre, alguien machacado por la vida, destruido por la letra: hubo aqu¨ª alguien que existi¨® y se llam¨® 'Panero'.
Ahora bien, en el tribunal o en la c¨¢rcel se puede interponer una suplica, apelar, no as¨ª en lo que Foucault llamara el Estado del no derecho, del no ciudadano, del no-hombre o peor, medio hombre: 'No hay derecho', como reza un adagio popular, no hay derecho por cuanto no hay humanidad: no hay m¨¢s que unos hombres reducidos al estado de bestias, en el conf¨ªn de lo humano, en el l¨ªmite de lo escrito: y es as¨ª que el alcohol, o como aqu¨ª lo llaman el alpiste de los pajaritos, es tan obsesivo en los manicomios, porque somos una suerte de medio hombres, un alcohol sobredeterminado, porque en ¨¦l influye, lo mismo que en el sue?o, la desesperaci¨®n.
La ¨²nica revoluci¨®n posible es la de la locura, si es verdad que, como dijera Rimbaud, hay que cambiar la vida, il faut changer la vie: hay que hacer salir a los muertos de los sepulcros: o, parafraseando a Spinoza, nadie sabe lo que puede la locura. (Spinoza: 'Nadie sabe lo que puede el cuerpo').
Yo soy s¨®lo entre colillas, soy la ceniza del poema en el que no creo, soy la ceniza del verso y del poema, soy el que vive sin tener ya sentido, 'celui qui vivr¨¢ n'ayant aucun sens', como dice una profec¨ªa de Nostradamus, un labio: soy la ceniza del quise ser apagado como una colilla sobre el cenicero, como dije en una entrevista que concedieran al hombre que ya no es Leopoldo Mar¨ªa Panero.
Y es as¨ª como firmo mis art¨ªculos, pero ya no creo en m¨ª, como si debiera detestarme y ser s¨®lo luz, la luz que nunca sufre, como dec¨ªa Pedro Salinas. Y tanta cita para enmascarar un hombre que ya no es, que firma art¨ªculos con mi saliva, que se devana en el verso muerto, que ya no quiere ser otra vez, como con Francisco, el chulo del se?orito, cuya carne com¨ª el otro d¨ªa; porque eras suave como el peligro, como el peligro de vivir de nuevo.
Ni una suave emoci¨®n aflora en mi rostro, y mis gestos son matem¨¢ticos, me comporto como una m¨¢quina, como un hombre sin rostro, lamido suavemente por la luna del espejo, por el hombre que es probable que exista, probabilidad de Luis Rosales, probabilidad de los muertos, luna del espejo.
Y as¨ª pasan los d¨ªas enga?ando a la nada, enga?ando al hombre que no existe, y que camina sin piedad sobre la p¨¢gina, mientras arde el mar, y la niebla oculta mi sufrir, poemas del ingeniero, ceniza del sapo, bronce del cad¨¢ver.
Luna rota en el cenicero, mi ¨²nico ser, mi ¨²nico espejo, verso rimando el horror de la vida. Un paquete de Camel frente al espejo, mi rostro en un paquete de Camel, oh Vulcano, oh Juliano el Ap¨®stata (I), oh nada del ser que al ser invita, oh Gorgias el sofista, que olvid¨® el grito de las gaviotas, oh ¨¢ngel carro?ero, espejo ¨²nico del cad¨¢ver, del cad¨¢ver sonrosado del idiota. Oh castillo del ser, cad¨¢ver que se inclina para mirarme, bajo el ser de la nada, bajo el gusano apol¨ªneo, bajo el rostro del Anticristo: ¨¦stas son las ¨²ltimas palabras de Dutch Shoultz.
Tengo miedo de m¨ª mismo, soy algo parecido a un verso de mi padre, ah terror del poema, terror del instante en que ya nada queda por escribir, y una mano sale de la tumba, se?alando el camino, se?alando el camino a nadie, ah boca del poema, humedad del verso, se?or de la nada y de las formas, se?or tenebroso del dolor.
BIBLIOGRAF?A
Poes¨ªa completa (1970-2000). Visor. Madrid, 2001.
?guila contra el hombre / Poemas para un
suicidamiento.
Valdemar. Madrid, 2001.
Me amar¨¢s cuando est¨¦ muerto. (En colaboraci¨®n con Jos¨¦ ?guedo
Olivares). Lumen.
Barcelona, 2001.
El contorno del abismo. Vida y leyenda de Leopoldo Mar¨ªa Panero. J. Benito Fern¨¢ndez. Tusquets. Barcelona, 1999.
Leopoldo Mar¨ªa Panero, el ¨²ltimo poeta. T¨²a Blesa. Valdemar. Madrid, 1995.
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