"Soy intolerante con las ideolog¨ªas"
Doris Lessing cumpli¨® 82 a?os cuatro d¨ªas antes de recibir, el pasado viernes, el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras. En el hotel Reconquista, donde se aloj¨® en Oviedo, recibi¨® un inesperado regalo. Se ilusion¨® como una ni?a, no pod¨ªa abrirlo, lo intent¨® incluso con los dientes; al fin, la ayudaron y se encontr¨® con la edici¨®n espa?ola en bolsillo de tres de sus libros: El quinto hijo, El diario de la buena vecina y La buena terrorista (Punto de Lectura). Dijo que le encantaban. Esta mujer de manos grandes y piel fina muestra una gran vitalidad y tiene una capacidad de entusiasmo contagiosa. Como su risa.
P. Usted escribi¨® dos vol¨²menes de memorias, Dentro de m¨ª (1994) y Un paseo por la sombra (1997). Anunci¨® un tercero, pero lo ha sustituido por una novela, The sweetest dream, que Ediciones B publicar¨¢ en mayo de 2002. ?Qu¨¦ ha pasado con la autobiograf¨ªa?
'La vejez es un aburrimiento. Todos los d¨ªas hay algo que no funciona. Pero la vida no es aburrida. Todo me interesa'
R. Me encontr¨¦ con un problema. Iba a abordar los a?os sesenta y me di cuenta de que no pod¨ªa hablar desde un punto de vista real de toda aquella gente que conoc¨ª. As¨ª que me decid¨ª por una novela en la que, con elementos de ficci¨®n y otros reales, pod¨ªa rememorar esos a?os.
P. Los a?os sesenta han fascinado a las generaciones siguientes, pero usted se muestra bastante cr¨ªtica.
R. Fueron contradictorios. La cultura estadounidense, por ejemplo, culpa de todos los males a los a?os sesenta, y, en cambio, a otros les fascinan. Lo m¨¢s importante de aquellos a?os y lo mejor que tuvieron para m¨ª es que hab¨ªa un esp¨ªritu muy generoso. A lo mejor fue pura inocencia, ingenuidad. La verdad es que hubo una revoluci¨®n sexual y todo el mundo se lo pas¨® muy bien, pero no cambi¨® nada. Tambi¨¦n fueron a?os de droga, y eso tuvo efectos negativos, muchas v¨ªctimas, gente que se suicid¨® o que acab¨® en hospitales mentales da?ada de por vida. Pagamos un precio muy alto por aquellos d¨ªas. Tambi¨¦n hab¨ªa mucho sentimentalismo, aunque yo no comparto el punto de vista rom¨¢ntico de esos a?os. Mis amigos j¨®venes me dicen que eso se debe a que soy vieja y a que estoy un poco amargada. Me pregunto ahora por qu¨¦ esa generaci¨®n tan privilegiada, la m¨¢s privilegiada de todas, tuvo tant¨ªsimos problemas.
P. En esos a?os hubo un gran auge del feminismo, y su libro El cuaderno dorado, en el que aborda la crisis personal y art¨ªstica de una mujer, se convirti¨®, contra su voluntad, en un mito, en una especie de bandera para las feministas, a las que usted ha vapuleado a placer. ?En qu¨¦ han fallado?
R. Surgi¨® como un movimiento un tanto explosivo en los sesenta. Hab¨ªa detr¨¢s much¨ªsima energ¨ªa. Pero creo que se trataba de un movimiento pol¨ªtico, y cuando se implican aspectos pol¨ªticos, sobre todo de la izquierda, surgen divisiones, traiciones, abusos, y esto es lo que ocurri¨®. Se pasaron el tiempo pele¨¢ndose en vez de buscar soluciones.
P. ?Se benefici¨® alguien?
R. Se trat¨® m¨¢s bien de una revoluci¨®n sexual, y no lo critico, lo acepto. Sin embargo, estoy mucho m¨¢s interesada en que se produzcan cambios legislativos. Lo que voy a decir es una generalizaci¨®n, pero creo que las que m¨¢s se beneficiaron de este movimiento fueron las mujeres del ¨¢mbito profesional, no las mujeres de las clases trabajadoras ni las que viven en el Tercer Mundo. Las mujeres que no ten¨ªan ideolog¨ªa pol¨ªtica pero que s¨ª eran feministas fueron ignoradas e incluso insultadas. Si se las hubiera implicado en ese movimiento entonces, s¨ª que hubi¨¦ramos tenido resultados positivos. Y lo que es peor, se rechaz¨® y se insult¨® a much¨ªsimas mujeres que ten¨ªan ni?os. Fue muy negativo.
P. Las mujeres han seguido evolucionando, ?c¨®mo cree que se sienten los hombres?
R. La relaci¨®n entre hombres y mujeres es diferente en cada pa¨ªs. Por ejemplo, en Estados Unidos, es bastante mala; en el Reino Unido, un poco mejor. Los hombres se siente amenzados, y no me preocupan tanto los hombres como los ni?os, que se ven en una situaci¨®n de inferioridad.
P. Le preguntaron el otro d¨ªa en Oviedo si estaba de acuerdo en que las mujeres en el poder contribuir¨ªan m¨¢s a la paz que los hombres y usted se puso casi como una fiera.
P. Tengo que decir que nosotros, en el Reino Unido, hemos tenido una primera ministra, la se?ora Thatcher, que condujo con gran ¨¦xito una guerra contra Argentina. Es una idea absurdamente sentimental pensar que las mujeres pueden hacer m¨¢s por la paz que los hombres. No hay pruebas hist¨®ricas. Siempre ha habido mujeres muy guerreras y muy racistas.
P. The sweetest dream no son memorias, ?pero cu¨¢nto hay de Doris Lessing en esta novela?
R. Todo. No pod¨ªa ser de otra manera. Julia, la protagonista, es un ama de casa un poco anticuada, autocr¨¢tica, muy estricta, no entiende nada de lo que est¨¢ pasando. Me he preguntado m¨¢s de una vez de d¨®nde sale este personaje con semejantes ideas. Quiz¨¢ yo soy un poquito Julia.
P. No da esa impresi¨®n en absoluto.
R. No s¨¦, no s¨¦. Es muy alarmante. Me sorprende much¨ªsimo cuando de repente aparece un personaje como Julia que no entiendo, que no s¨¦ de d¨®nde vienen sus ideas. Quiz¨¢ s¨ª hay algo de Julia en m¨ª.
P. Han pasado 50 a?os desde que public¨® su primera novela, Canta la hierba, que entonces escandaliz¨® porque trata de los amores de un negro con una blanca. ?C¨®mo ha cambiado su vida en este medio siglo?
R. Me he vuelto muy intolerante con las ideolog¨ªas. Pertenezco a una generaci¨®n de grandes sue?os, de utop¨ªas de sociedades perfectas, y lo que ha ocurrido es que ha habido mucha sangre. He observado a gente de mi generaci¨®n que ten¨ªa grandes esperanzas y ahora la veo muy rezagada respecto a sus expectativas. Ya no creo en esos sue?os perfectos y maravillosos.
P. ?Y en qu¨¦ cree?
R. Simplemente me dedico a sentarme y ver c¨®mo pasa la vida. ?Qu¨¦ m¨¢s podemos hacer? F¨ªjense en lo que ha pasado en los ¨²ltimos meses, en c¨®mo de repente han cambiado las cosas cuando nadie lo esperaba. Creo que nosotros, me refiero a la raza humana, tenemos una idea falsa, creemos que podemos controlarlo todo, y no es as¨ª. Somos expertos en adaptarnos al cambio, ahora a la guerra, a las enfermedades que van surgiendo, a los virus... nos vamos adaptando a todo. Creo que eso es admirable, por eso sobrevive la raza humana. En Estados Unidos hay p¨¢nico, pero todos nosotros lo vivimos de una manera bastante calmada.
P. ?Le preocupa la muerte?
R. Radica en una cuesti¨®n de personalidad y temperamento. Hay muchos cristianos que viven permanentemente preocupados por el tema de la muerte. Sin embargo, si uno es ateo no se preocupa en absoluto.
P. ?Est¨¢ segura?
R. ?Pero qu¨¦ puedes hacer? La muerte est¨¢ ah¨ª, llegar¨¢, es inevitable. Tengo una amiga que vive en un continuo estado de terror ante la muerte y no oye nada de lo asustada que est¨¢. Ya s¨¦ que el sentido com¨²n no es ning¨²n tipo de defensa, pero es necesario mantenerlo.
P. ?Y la vejez?
R. Es aburrid¨ªsima. Continuamente hay cosas que no te funcionan bien, todos los d¨ªas hay algo que va mal. S¨ª, la vejez es un aburrimiento, pero la vida no es aburrida. Todo me interesa.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.