Crisis y oportunidades
La importancia estrat¨¦gica del transporte a¨¦reo se pone especialmente de manifiesto en su contribuci¨®n a la econom¨ªa mundial: genera m¨¢s de 28 millones de puestos de trabajo directos e indirectos y el a?o pasado aport¨® 1,4 billones de d¨®lares a la producci¨®n mundial. Cerca de 1.600 millones de personas utilizan anualmente los servicios de las compa?¨ªas a¨¦reas y alrededor del 40% de las exportaciones se realizan por avi¨®n. Por ello, siempre he cre¨ªdo firmemente que el transporte a¨¦reo y el bienestar econ¨®mico son absolutamente inseparables.
Las consecuencias de los tr¨¢gicos acontecimientos del 11 de septiembre para el sector a¨¦reo y el turismo son todav¨ªa incalculables. Pero lo cierto es que, antes de los atentados, la econom¨ªa mundial ya tend¨ªa a la desaceleraci¨®n, con la l¨®gica repercusi¨®n sobre nuestro sector.
Es necesario llegar lo antes posible a un acuerdo sobre las cuestiones relacionadas con los seguros y la financiaci¨®n de las medidas de seguridad
En Lufthansa reaccionamos inmediatamente y tomamos medidas para que nuestro grupo pudiera enfrentarse a la nueva situaci¨®n. Hemos adaptado nuestra red reduciendo el n¨²mero de vuelos y retirado 28 aviones de nuestra flota por la ca¨ªda de la demanda. Se prev¨¦, adem¨¢s, la posibilidad de retirar otras 15 aeronaves.
Porque todos necesitamos el transporte a¨¦reo, es ahora m¨¢s imperativo que nunca que mantengamos la eficacia de este sector. Y deseo resaltar el t¨¦rmino eficacia ya que, por un lado, debemos salvaguardar la esencia del transporte a¨¦reo en bien de una sociedad abierta y de una econom¨ªa creciente y, por otro, esta industria no debe continuar retrasando el momento de enfrentarse a la hora de la verdad, en la que debe terminarse con los sentimentalismos en torno a las 'compa?¨ªas a¨¦reas de bandera'. Aunque a algunos les cueste admitirlo, los d¨ªas en los que cada pa¨ªs pod¨ªa permitirse su propia aerol¨ªnea han pasado definitivamente. Por ello, estoy seguro de que la industria a¨¦rea en Europa y en Estados Unidos va a sufrir una profunda transformaci¨®n.
Salvaguardar la esencia del transporte a¨¦reo. ?Qu¨¦ significa esto? En primer lugar, no significa disimular o disfrazar las malas gestiones y las estructuras obsoletas con subvenciones gubernamentales. S¨®lo en Europa, durante los a?os noventa, se dedicaron un total de 11 billones de euros para ayudas a aerol¨ªneas nacionales con dificultades. Esto no puede volver a repetirse con ejemplos como el de Suiza que, en contra de la ordenaci¨®n pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea, ha apoyado financieramente a Swissair, una acci¨®n m¨¢s que cuestionable en virtud del acuerdo de aviaci¨®n que mantiene con la Uni¨®n Europea y que le obliga a respetar determinadas reglas.
Existe un gran peligro de que se tomen decisiones similares en muchos otros lugares y veo, con cierta comprensi¨®n pero tambi¨¦n con preocupaci¨®n, c¨®mo, por ejemplo, el Gobierno de Estados Unidos ha abierto el cofre de las ayudas estatales bas¨¢ndose en una situaci¨®n de emergencia y ha concedido 15.000 millones de d¨®lares a las l¨ªneas a¨¦reas de ese pa¨ªs: 5.000 millones en ayudas directas y el resto como garant¨ªas de cr¨¦dito.
Si las compa?¨ªas estadounidenses utilizaran estas ayudas para financiar una bajada de los precios del mercado (y hay indicios de ello), esto podr¨ªa incluso suponer la desaparici¨®n de algunas compa?¨ªas europeas eficientes.
En este contexto, el concepto de 'igualdad de condiciones' cobra especial importancia para los europeos y los asi¨¢ticos. Por ello, la propuesta de la Comisaria de Transporte de la Uni¨®n Europea, Loyola de Palacio, al sugerir un C¨®digo de Buena Conducta con los Estados Unidos, no s¨®lo es extremadamente importante, sino que debe desarrollarse de inmediato. De lo contrario, no podemos descartar la posibilidad de una mala utilizaci¨®n de las subvenciones estadounidenses en los mercados internacionales.
En inter¨¦s de la econom¨ªa europea, tambi¨¦n es necesario llegar lo antes posible a un acuerdo sobre las cuestiones relacionadas con los seguros y la financiaci¨®n de las medidas de seguridad. No puede ser que Lufthansa, como empresa privada, se vea obligada a cobrar suplementos en sus billetes para financiar los costes adicionales de seguridad o el aumento de las primas, mientras que en otros lugares estos costes son asumidos por el Estado.
Lufthansa no tiene nada en contra de una compensaci¨®n mesurada por los efectos derivados de una intervenci¨®n estatal necesaria. De hecho, agradecemos a do?a Loyola de Palacio que no s¨®lo haya mostrado su comprensi¨®n hacia estas ayudas indirectas, sino que incluso las haya apoyado. Compensar por p¨¦rdidas tiene sentido, ya que el espacio a¨¦reo norteamericano estuvo cerrado durante varios d¨ªas. Tambi¨¦n es no s¨®lo justificable sino incluso correcto y apropiado, que los gobiernos hayan asumido la cobertura de los riesgos por guerra o terrorismo, cuando las aseguradoras de manera repentina hab¨ªan cancelado las p¨®lizas de aerol¨ªneas y aeropuertos, como ha ocurrido en Alemania, en una acci¨®n cuya legalidad est¨¢ siendo actualmente analizada por la Comisi¨®n de la Uni¨®n Europea.
Por lo tanto, las compensaciones son correctas en todos aquellos casos en los que se hayan producido dificultades inaceptables. Sin embargo, no deben servir para traspasar al estado el riesgo econ¨®mico de las compa?¨ªas ni tampoco para infringir la regulaci¨®n vigente respecto a subvenciones.
La responsabilidad estatal sobre las infraestructuras de cada pa¨ªs no puede conducir a una distorsi¨®n de la competitividad. A pesar de las circunstancias actuales, debemos tener siempre presente que el sector a¨¦reo forma una industria madura que, desde su liberalizaci¨®n, se rige por los principios de una econom¨ªa de mercado.
Tampoco debemos olvidar que las compa?¨ªas de transporte a¨¦reo se han comprometido, junto con la Comisi¨®n de la Uni¨®n Europea, a respetar ciertas reglas del juego como, por ejemplo, el principio first time-last time, seg¨²n el cual se puede aceptar una intervenci¨®n con ayuda estatal pero que al mismo tiempo debe ser la ¨²ltima. Sin embargo, contin¨²an apareciendo en Europa compa?¨ªas a¨¦reas que ya han recibido ayudas estatales y que reclaman m¨¢s. Bajo el argumento de que la situaci¨®n mundial ha cambiado, hay ministros de Econom¨ªa que se muestran dispuestos a inyectar importantes ayudas financieras en sus compa?¨ªas de bandera -en algunos casos, por tercera vez- como si los graves errores de gesti¨®n cometidos hasta el 11 de septiembre fueran irrelevantes el d¨ªa despu¨¦s. Por ello, esperamos que do?a Loyola de Palacio permanezca firme en su pol¨ªtica siempre estricta pero justa al defender el juego limpio dentro de la competencia en este sector, ya que no puedo esperar de nuestros empleados y accionistas que se enfrenten a compa?¨ªas 'alimentadas' estatalmente, mientras nosotros nos vemos obligados a incrementar precios para poder competir.
Cualquier crisis implica una nueva oportunidad. Y ahora se nos presenta la ocasi¨®n para crear nuevas estructuras de mercado, para reflexionar tras estos a?os de crecimiento continuado y para volver a situarnos, con fuerzas renovadas, en la pista de despegue. Creo que debemos aprovechar la actual situaci¨®n para unir nuestras fuerzas, sin retrasar por m¨¢s tiempo con subvenciones injustas la consecuci¨®n de un mercado despejado, y que ha llegado el momento de optar por la eficacia y por aquellas estructuras que garanticen la supervivencia de nuestro sector.
J¨¹rgen Weber es presidente de Lufthansa.
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