De c¨®mo Pujol cambi¨® de idea sobre el AVE
El presidente claudic¨® ante el PP y acept¨® que el tren de alta velocidad no llegue directamente al aeropuerto
El 14 de febrero de 2001, Jordi Pujol estaba en Marruecos, donde declar¨® que bajo ning¨²n concepto el Gobierno catal¨¢n asumir¨ªa pago de ning¨²n tipo para un tramo del AVE. Menos de 24 horas m¨¢s tarde, en la sede del Ministerio de Fomento, en Madrid, Pujol explicaba las enormes ventajas de pagar el tramo que el d¨ªa antes no hab¨ªa que pagar. Por el medio, apenas hay el viaje y una larga charla, cena incluida, con el consejero de Pol¨ªtica Territorial, Pere Macias, en el hotel Palace.
Hasta ese momento, la unanimidad pol¨ªtica, econ¨®mica y social en Catalu?a era total: todos los sectores, incluso patronales y miembros del G-4 (Fomento del Trabajo, C¨¢mara de Comercio, la Fira y el RACC), con la ¨²nica excepci¨®n del PP, defend¨ªan que el AVE ten¨ªa que llegar a Barcelona pasando por el aeropuerto. Esta defensa se produc¨ªa frente al trazado que propon¨ªa Fomento: entrar por Cornell¨¤ sin pasar por las instalaciones aeroportuarias.
Barcelona tendr¨¢ un aeropuerto secundario, dependiente de lo que programe el de Madrid
En la pol¨¦mica, el PP busc¨® aliados entre el empresariado. No los encontr¨®. Abandonados, los conservadores tuvieron que salir a pecho descubierto. El concejal en Barcelona, Santiago Fisas, y el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqu¨¦, declararon p¨²blicamente su convencimiento de que la llegada del AVE al aeropuerto era una barbaridad y su mera petici¨®n, casi una salvajada. Se quedaron solos.
Para conseguir la unanimidad, algunos hab¨ªan batido el cobre. Apenas conocerse el trazado propuesto por Fomento, los alcaldes de la zona empezaron a moverse. Aquella propuesta, desde la perspectiva del PP, ten¨ªa una doble virtud: laminaba las expectativas del aeropuerto de Barcelona, al dejarlo sin AVE, en detrimento del de Barajas; y sembraba la divisi¨®n, en la medida en que abr¨ªa la posibilidad a que cada uno fuera por su cuenta. Los ayuntamientos ten¨ªan sus propios intereses y, por encima de ellos, y frente a todos, el Gobierno catal¨¢n, que piensa m¨¢s en los servicios regionales que pudieran explotar los Ferrocarrils de la Generalitat, que en un ¨¢rea metropolitana donde predominan los municipios con gobiernos de izquierda.
Las primeras reacciones fueron, en efecto, discordantes: cada cual defend¨ªa sus propios intereses y nadie los de todos. Fomento parec¨ªa capaz de llevar al gato al agua. Hasta que hubo un primer gesto de pol¨ªtica general: lo hizo el alcalde de Cornell¨¤ y primer secretario del PSC, Jos¨¦ Montilla. ?ste anunci¨® p¨²blicamente que no permitir¨ªa que el AVE pasara por su municipio con el trazado propuesto por Fomento. Y para que no quedara duda, puso a uno de sus hombres de confianza, Josep Llu¨ªs Morlanes, presidente del Consejo Comarcal del Baix Llobregat, a trabajar en el asunto con una ¨²nica consigna: pactar la soluci¨®n con todos los ayuntamientos afectados: Cornell¨¤, Sant Boi, L'Hospitalet, Barcelona y El Prat.
El ¨²ltimo eslab¨®n fue una comida en el restaurante Amaya, en la Rambla de Barcelona, a la que asistieron el primer teniente de alcalde de Barcelona, Xavier Casas, y el arquitecto jefe, Josep Anton Acebillo, adem¨¢s de Ramon Roger, en representaci¨®n del Gobierno catal¨¢n. Al fin, hubo acuerdo: hab¨ªa que defender que el AVE no pasara por Cornell¨¤ y que llegara al aeropuerto por la v¨ªa principal y no por un ramal secundario.
Poco despu¨¦s, Pere Macias acude al Ministerio de Fomento y se re¨²ne con el secretario de Estado de Infraestructuras, Benigno Blanco, que le dice que al ¨¦l, el pacto le da lo mismo: el AVE pasar¨¢ por donde dice Fomento o no pasar¨¢. Macias cede pero propone una soluci¨®n que, en alg¨²n momento, hab¨ªa considerado el Gobierno catal¨¢n: que el AVE llegue al aeropuerto por un ramal secundario. Y acepta tambi¨¦n que ese tramo lo pague el Gobierno catal¨¢n. Es el 14 de febrero de 2001. Pujol est¨¢ en Marruecos y las comunicaciones no son f¨¢ciles. El presidente no est¨¢ a la ¨²ltima y cuando los periodistas le preguntan al respecto se despacha: de pagar, nada de nada. Sabe que detr¨¢s tiene a toda la sociedad catalana.
Pujol llega a Madrid al anochecer y se dirige al Palace, donde en la mecionada cena Macias le pone al corriente de las negociaciones con Fomento. Termina la cena y suben a la habitaci¨®n de Pujol. Solos. Pujol dobleg¨¢ndose a la firmeza del PP.
Los argumentos, seg¨²n uno de los asistentes a la cena, fueron simples: 'El presidente no lo verbaliz¨®, pero dej¨® claro que las dos prioridades de la legislatura eran la financiaci¨®n y la estabilidad'. El segundo elemento coincide con la interpretaci¨®n que hacen los socialistas. 'El PP recuerda a Pujol que est¨¢ en minor¨ªa y Pujol acepta un trazado que nadie quer¨ªa y, adem¨¢s, asume que se pague con dinero de todos los catalanes a cambio de poder seguir gobernando'. Dicho en plata: Pujol asumi¨® pagar 15.000 millones y tragarse el sapo de que el AVE llegara al aeropuerto por una v¨ªa secundaria, a cambio de la estabilidad de su Gobierno.
Poco despu¨¦s, Pujol se reun¨ªa con Francisco ?lvarez-Cascos y, en conferencia de prensa, presenta el acuerdo como un gran triunfo: el AVE llegar¨¢ al aeropuerto. Pujol minimiza los aspectos secundarios: lo har¨¢ por un ramal secundario y pagar¨¢ el Gobierno catal¨¢n. En su af¨¢n minimizador incluso llega a dar la cifra de 3.000 millones para la obra. Una cantidad que pronto se ver¨¢ que era m¨¢s que corta. Las primeras correcciones, ese mismo d¨ªa, apuntan ya a 15.000 millones y hoy los t¨¦cnicos, al margen de poner de relieve que del 2004 ni hablar, se?alan que la obra podr¨ªa superar los 30.000 millones.
La renuncia de Pujol desarma a las fuerzas sociales (sindicatos) y econ¨®micas (empresarios). Pujol da argumentos a las fuerzas sociales pr¨®ximas al PP para no plantar batalla por lo que, horas antes, parec¨ªa ser lo mejor para Catalu?a: la llegada al aeropuerto por la v¨ªa principal. El resto de la historia es conocido: los ayuntamientos asumen que el Gobierno catal¨¢n no tiene capacidad de negociaci¨®n con el Gobierno del PP y deciden hacerlo por su cuenta. Pactan el 'manifiesto metropolitano', suscrito por todos los alcaldes del ¨¢rea, incluidos los convergentes, y negocian como un todo con Fomento. El mi¨¦rcoles 10 de octubre logran un pacto que satisface a todos y en el que todos ceden. El consejero del Gobierno catal¨¢n asiste a la firma del protocolo que deja para m¨¢s adelante el asunto del aeropuerto. Ni un solo t¨¦cnico consultado da un duro por la posibilidad de que alguien pueda ir a tomar el avi¨®n con el AVE, pactase Pujol lo que pactase. Y algunos a?aden: antes se ir¨¢ en AVE a Campo Real (donde se construir¨¢ el gran aeropuerto para Madrid) que a El Prat. Lo que tendr¨¢ una consecuencia: Barcelona tendr¨¢ un aeropuerto secundario, dependiente de lo que programe o desprograme el de Madrid porque Pujol acept¨® pagar para que el AVE llegara a El Prat antes de 2004, pero no obtuvo garant¨ªa alguna de que as¨ª fuera.
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