Encrucijadas sin baile

Los dos ¨²ltimos espect¨¢culos del ciclo Desviaciones, el del franc¨¦s Jer?me Bel, The show must go on (2001), en colaboraci¨®n con el Festival de Oto?o, y M¨¢s p¨²blico, m¨¢s privado, en el C¨ªrculo de Bellas Artes, de Olga Mesa, son una muestra de que la danza est¨¢ en un callej¨®n con salida muy estrecha. Olga Mesa se mostr¨® el domingo pasado como una creadora seria y consecuente con sus ideas que, a fuerza de rigor, ha ido demasiado lejos en la exteriorizaci¨®n de los procesos y en el cultivo del fe¨ªsmo. Jer?me Bel es un provocador sin consecuencias. En la RESAD madrile?a present¨® un trabajo con 15 personas que se prestaron a aquello de hacer el indio sin m¨¢s. Algo as¨ª como una terapia de grupo, pero conceptualmente viejo y esc¨¦nicamente pobre. El p¨²blico se dividi¨®, muchos protestaron por el coste de las entradas y el camelo de aquellos chistes f¨¢ciles, sin sentido. Olga Mesa, sin embargo, demostr¨® dureza y concentraci¨®n, con la certeza de quien tiene cosas que decir. Vi la primera parte, una hora larga sin m¨²sica y con accidentes corporales. Nada que ver con Bel. Son otro tipo de encrucijadas donde tampoco se baila, pero en ella hay un sustento honesto. Otra cosa es que cristalice.