Cinco espa?oles proponen nuevos caminos para la fotograf¨ªa en la Direcci¨®n General de Bellas Artes

La obra de cinco fot¨®grafos espa?oles que exploran un nuevo concepto del arte fotogr¨¢fico, en el que las im¨¢genes prescinden voluntariamente de la veracidad que siempre se ha identificado con la c¨¢mara, se expone en la sala Miralles de la Direcci¨®n General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura (avenida de Juan de Herrera, s/n, Ciudad Universitaria). La muestra, titulada La subversi¨®n de la realidad. Cinco fot¨®grafos espa?oles, se inaugur¨® ayer y permanecer¨¢ abierta al p¨²blico hasta el pr¨®ximo 13 de enero. Su comisario, Alejandro Castellote, ha hecho una selecci¨®n de la obra de los artistas Mart¨ª Llorens (Barcelona, 1962), Isabel Flores (Santa Cruz de Tenerife, 1971), Aitor Ortiz (Bilbao, 1971), Vari Caram¨¦s (Ferrol, 1953) y ?ngel Marcos (Medina del Campo, 1955).

Estos cinco fot¨®grafos abordan la realidad como un elemento susceptible de manipulaci¨®n, como un punto de partida para ilustrar las emociones o las fantas¨ªas, se?al¨® el comisario. En este sentido, Mart¨ª Llorens juega con la memoria y se sirve de la fotograf¨ªa para construir una autobiograf¨ªa de tintes melanc¨®licos a partir de la iconograf¨ªa compartida que contienen los ¨¢lbumes familiares. Isabel Flores utiliza toda la carga simb¨®lica y f¨ªsica de los libros como contenedores de fantas¨ªas, especialmente las novelas ¨¦picas de aventuras; su obra otorga toda la importancia a las ilustraciones como sublimaci¨®n de las posibilidades evocadoras de im¨¢genes.

Las im¨¢genes de Aitor Ortiz tienen una intensa carga metaf¨®rica sobre las grandes urbes; no se detiene en la espectacularidad que la intervenci¨®n digital aporta a la arquitectura. Vari Caram¨¦s escribe, por su parte, un diario visual en im¨¢genes al que traslada sus percepciones, sus sentimientos y enso?aciones no verbalizables, donde la realidad funciona como un boceto del que se sirve para ilustrar sus estados de ¨¢nimo. Finalmente, ?ngel Marcos utiliza espacios p¨²blicos y privados para escenificar una coreograf¨ªa aparentemente cotidiana. En cada uno de estos escenarios sit¨²a una pantalla en la que inserta una imagen cuya relaci¨®n con el entorno es inmediato para el espectador.