Juan Gil indaga en la vida de las familias de jud¨ªos conversos de la Sevilla del XVI
El investigador publica tres tomos nuevos sobre la Inquisici¨®n sevillana
Fueron quemados, vejados y escarnecidos durante generaciones y aunque la Inquisici¨®n logr¨® imponer una uniformidad religiosa, el triunfo contra los jud¨ªos conversos no fue completo. Algunos pasaron al Nuevo Mundo y otros compraron el favor del rey y llegaron a entroncar con las grandes familias de la aristocracia, especialmente en Sevilla. El fil¨®logo e historiador Juan Gil ha seguido la pista de estas familias, revelando c¨®mo se ensamblaron en la sociedad del XVI, en la obra Los conversos y la Inquisici¨®n sevillana (III, IV y V).
La obra, publicada por la Universidad de Sevilla y la Fundaci¨®n El Monte, la forman tres tomos continuaci¨®n de los dos primeros que se centraban en los aspectos hist¨®ricos del Santo Oficio en Sevilla, la ciudad elegida por los Reyes Cat¨®licos para crear el primer tribunal. En los nuevos vol¨²menes, el investigador saca a la luz a las familias conversas que vivieron en Sevilla desde finales del siglo XV a finales del XVI a trav¨¦s de ¨ªndices ordenados alfab¨¢ticamente. 'Me interesaba reconstruir estas familias, descubrir qui¨¦nes eran. Nadie las investiga a menos que sean importantes', dice Gil Fern¨¢ndez (Madrid, 1939), catedr¨¢tico de Lat¨ªn de la Facultad de Filolog¨ªa de Sevilla y autor de numerosas publicaciones hist¨®ricas.
Examinando testamentos, dotes y otros documentos principalmente del Archivo de Protocolo de Sevilla, Gil ha logrado encajar las piezas de un puzzle para 'ver c¨®mo se casan unos con otros y c¨®mo entran en la ciudad', porque su influencia en la sociedad sevillana fue 'incalculable'. Eran mercaderes, banqueros, grandes comerciantes que compraron cargos y emparentaron con la nobleza. 'Se metieron hasta en las familias m¨¢s nobles. El duque de Arcos, por ejemplo, que era marqu¨¦s en tiempos de los Reyes Cat¨®licos, era padre de una veintena de hijos, todos bastardos. Algunos se casaron con mujeres conversas de dinero. En los P¨¦rez de Guzm¨¢n son bien perceptibles los entronques conversos', se?ala Gil.
'La Inquisici¨®n hizo una verdadera escabechina, pero las familias, luchando contracorriente, logran salir adelante y muchas triunfan', a?ade. 'El dinero hace maravillas. Compran al rey, que les suprime las inhabilitaciones y las tachas, pero al cabo de un tiempo les vuelven a apretar las clavijas. Es una historia muy dura y muy triste'. El autor recuerda que dos de las tres grandes capillas construidas en el siglo XVI en la Catedral fueron erigidas por hijos de quemados, y la tercera, por el hijo de un reconciliado. 'Los grandes clanes conversos, como los Alem¨¢n o los Bazo, siguieron manteniendo su poder¨ªo y su influencia. S¨®lo cambiaron algunos apellidos', agrega.
Los linajes se imbrican. 'Al final, hay un confuso barullo, un mestizaje, no se distingue entre cristianos viejos y conversos, sobre todo en las altas esferas'. Una vez que ha emparentado con la aristocracia, el converso quiere olvidarse de ser un mercader: 'Quieren ser grandes se?ores, comportarse como la aristocracia, y empiezan a comprar haciendas y toros, olvidando que lo fundamental era el comercio'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.