Cuidado con la televisi¨®n
J¨®venes paquistan¨ªes protestan contra Musharraf, pero el presidente parece tener la situaci¨®n bajo control
Si el cronista llega a Quetta tras dos horas de sobrevolar el desierto que separa Islamabad de esta ciudad fronteriza con Afganist¨¢n, en la que el 12 de septiembre los integristas quemaron tres bancos, tres cines y el cuartel principal de la polic¨ªa, junto al bazar; si llega a esta ciudad y le dicen que en el estadio de cr¨ªquet se ha convocado la manifestaci¨®n m¨¢s grande que ha visto Quetta hasta el momento, y que han venido pro talibanes desde Piahim, a una hora de viaje en coche, desde Cham¨¢n, a tres horas, y desde Loralie, a cinco horas, hasta sumar 25.000 manifestantes, justo el d¨ªa despu¨¦s de que Bin Laden llame al pueblo paquistan¨ª a la lucha contra la 'cruzada de los americanos', el cronista se pondr¨¢ en guardia. En la retina a¨²n perviven las im¨¢genes de los gritos y los brazos en alto de otras manifestaciones por las calles de Quetta y las pedradas a los c¨¢maras en la frontera de Cham¨¢n hace siete d¨ªas.
Sin embargo, la realidad pod¨ªa estar distorsionada por las televisiones. De hecho, lo est¨¢. No es que los c¨¢maras vayan buscando las im¨¢genes m¨¢s sensacionalistas -que alguno habr¨¢-, sino que su comportamiento cambia cuando se saben filmados.
Unas 3.000 personas recorrieron ayer las calles de Quetta exigiendo a Estados Unidos que hiciera p¨²blicas las pruebas de la implicaci¨®n de Osama Bin Laden en los atentados del 11 de septiembre. Hab¨ªa, en efecto, pancartas y gritos frente a las caras imberbes de la polic¨ªa y de los reporteros pidiendo que se queme a Pervez Musharraf, el general presidente de la naci¨®n, y si no, que lo arranquen del sill¨®n. Tal cual. Hab¨ªa tambi¨¦n un integrista que aconsej¨® a este redactor venir a la pr¨®xima manifestaci¨®n con una bandera blanca y negra -la de su partido- si quer¨ªa tener la fiesta en paz. El mitin dur¨® tres horas y las mayores diatribas ya no iban contra George W. Bush, sino contra Musharraf.
Hab¨ªa todo eso, pero reinaba la paz. Ni un solo incidente. Miles de manifestantes pac¨ªficos, sonrientes, talibanes (estudiantes) iban cogidos de la mano de sus mul¨¢s (profesores), entre puestos de d¨¢tiles ambulantes.
Protesta pac¨ªfica
Daba la impresi¨®n de que Musharraf controla la situaci¨®n. Sus polic¨ªas antidisturbios respiraban tranquilos. De hecho, las autoridades hab¨ªan movilizado un n¨²mero importante de fuerzas de seguridad para oponerse a la violencia. El uso de altavoces en las mezquitas para lanzar discursos pol¨ªticos se hab¨ªa prohibido con el fin de evitar altercados. Se podr¨ªa pensar, por tanto, que las televisiones ofrecen a menudo una imagen distorsionada. Pero cuidado...
Detr¨¢s de las sonrisas, de la afabilidad, vienen las palabras. Y son bien claras. El talib¨¢n amigable de 15 a?os cogido de la mano por su mul¨¢ dec¨ªa ayer que estar¨ªa dispuesto a dar la vida por sus hermanos afganos. Y ah¨ª, en el campo de cr¨ªquet, recogiendo las tablas del escenario, Wadar Ahmad, un muyahidin de 29 a?os, que ha sido entrenado como guerrillero en Cachemira y Kandahar, cuando se le pregunta por las Torres Gemelas, dice que aquel d¨ªa fue uno de los m¨¢s felices de su vida y que est¨¢ dispuesto a irse de voluntario a Afganist¨¢n, por supuesto. Un ni?o llega con un trozo de pantal¨®n quemado en su mano. Pertenece al monigote de Bush que se ha quemado en la manifestaci¨®n. Los 15 ni?os que rodean al muyahidin dicen que el 11 de septiembre lo celebraron como si fuera el Eid, la principal festividad de Pakist¨¢n, que se fueron al bazar a tirarse petardos.
As¨ª pues, cuidado con hacer mucho caso a las im¨¢genes de televisi¨®n. Pero cuidado con no hac¨¦rselo. La fachada del cuartel general de la comisar¨ªa y de los tres bancos quemados tras declarar Musharraf el apoyo a EE UU a¨²n siguen tiznadas por el fuego.
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