Meditaci¨®n en el embotellamiento
?Atascos insoportables? ?Embotellamientos monstruosos? ?Paciencia infinita de catalanes que no quieren ser talibanes ni en ese caso extremo y aguantan el suplicio asf¨¢ltico constante sin protestar? ?sta ha sido la l¨®gica previsi¨®n para el magno puente de este fin de semana. Profec¨ªa cumplida, por supuesto.
?Qu¨¦ fin de semana, en Catalu?a -por mucho que los usuarios del fetiche de cuatro ruedas nos comuniquemos entre nosotros constantemente para no movernos todos a la vez-, no se colapsan las carreteras? ?Qu¨¦ d¨ªa cualquiera las entradas de Barcelona no son otra cosa que un empujar a ver si cabemos todos? ?Qui¨¦n se atreve a calcular el costo -s¨ª, el costo- econ¨®mico de tanto tiempo perdido, tanta gasolina dilapidada, tanta energ¨ªa humana derramada sobre la carretera? Y ?qui¨¦n osar¨ªa glosar el temperamento imp¨¢vido, estoico, casi budista, de estos catalanes que, para m¨¢s inri, encima pagan por colapsarse en autopistas y carreteras?
?El pueblo m¨¢s paciente del mundo! Unos santos, esos catalanes. Algo as¨ª debieron de explicarle a Bill Clinton para que, con la convicci¨®n del trapecista invitado, elaborara una pirueta sobre 'el modelo catal¨¢n' frente al 'modelo talib¨¢n'. Un modelo, el catal¨¢n, que sufre en silencio esa horrible cosa que los entendidos llaman d¨¦ficit en infraestructuras y que los que afinan m¨¢s en las causas del fen¨®meno -como mi colega Andreu Miss¨¦ ha hecho esta semana en estas p¨¢ginas, con cifras irrefutables y novedosas- denominan 'd¨¦ficit de inversi¨®n p¨²blica'. Lo que Miss¨¦ ha explicado -b¨¢sicamente: que el Estado, y sus empresas p¨²blicas, no invierte mucho en Catalu?a, pero que la Generalitat tampoco lo hace- merece una sucinta meditaci¨®n colectiva. Y, ya que hay tiempo, propongo que se haga en familia y en pleno atasco, cuando uno se pregunta: ?qu¨¦ hago yo aqu¨ª parado en un coche capaz de ir a 200 por hora?
La respuesta a esa insidiosa pregunta est¨¢ en otra pregunta tonta: ?qu¨¦ se hace con mis impuestos? Y entonces se observan cosas como ¨¦sta: que en 2002, el Estado y sus empresas invertir¨¢n en Catalu?a 329 euros (54.000 pesetas) por habitante, mientras que la media espa?ola de inversi¨®n est¨¢ en 351 euros (58.000 pesetas). Todo eso supone un 14% del total del presupuesto; lo cual no significar¨ªa nada si no tuvi¨¦ramos en cuenta que los pacientes catalanes son un 15,5% de la poblaci¨®n de Espa?a y a¨²n producen el 19% de la econom¨ªa espa?ola. Pero, ?ah!, amigos, la Generalitat -la nuestra- a¨²n invierte menos que Madrid: un escaso 11,8 % de los recursos que administra (cosa hacia la que existe un piadoso despiste, incluso cuando los sabios del C¨ªrculo de Econom¨ªa lamentan la p¨¦rdida de peso de Catalu?a en las decisiones colectivas que se toman desde Madrid).
La sorpresa de que nuestro Gobierno catal¨¢n nos trata peor que 'Madrid' se completa, en el informe Miss¨¦, con otros muchos datos sobre los que meditar en cualquier atasco. Por ejemplo: la presi¨®n fiscal de los barceloneses es del 78,5 % y la de los madrile?os del 45%, las carreteras nos salen m¨¢s bastante m¨¢s caras y tenemos suerte de que los ayuntamientos catalanes -tambi¨¦n con nuestro dinero- intentan suplir lo que no hacen ni el Estado ni la Generalitat. Y una guinda: se invert¨ªa m¨¢s en Catalu?a en tiempos de Franco que en democracia.
Todo el conjunto confirma algo que sab¨ªamos y que quiz¨¢ guste a temperamentos masoquistas: alguien nos toma el pelo. Alguien nos vende una grandeur que no liga con este continuo y real venir a menos. Pero los conductores atascados con su familia en la operaci¨®n retorno cierran los ojos, benevolentes y completamente calvos. Prefieren esperar tomando panellets. Tras m¨¢s de veinte a?os de gobierno nacionalista, la paciencia impasible es la verdadera identidad de los buenos catalanes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.