El rock y el 'acid house' llenan las noches de Periferias

Dos estilos que han periclitado desde la perspectiva de la moda han protagonizado sendas noches del festival Periferias, que desde Huesca sigue reivindicando un lugar para la imaginaci¨®n y la ruptura de las convenciones. Hay veces que este canto esperanzado no sale bien, y ocurre como en el caso de Gong, cuya actuaci¨®n demostr¨® que tiempos pasados fueron mejores.

Por fortuna, y aunque la presencia de p¨²blico no fuese lo notoria que se esperaba, el viernes fue bastante mejor desde el punto de vista art¨ªstico y Phuture 303 y Josh Wink depararon sesiones plenas en acidez sonora, id¨®nea mixtura para la celebraci¨®n del 15? aniversario del acid house. A Daevid Allen, hippy inmarchitable y l¨ªder de Gong, no le han pasado quince a?os por su discurso, sino toda una eternidad. El resultado se asemeja a la situaci¨®n que se producir¨ªa si un arque¨®logo encuentra en unas excavaciones no los restos de un centuri¨®n romano, sino a un centuri¨®n vivito y coleando que espoleado por su inopinado protagonismo se esfuerza en exponer las ventajas del sextercio, la cu¨¢driga y la cohorte. S¨ª, uno desear¨ªa matarlo por su anacronismo. Mejor encontrar un hueso y suponer c¨®mo vivi¨® su propietario, de paso respetando la manera en la que lo hizo. Pero no, Allen est¨¢ vivo y su rock progresivo da pena. L¨¢stima, porque podr¨ªa haber sido entra?able la recuperaci¨®n de Gong.

La noche del s¨¢bado funcion¨® mejor en lo art¨ªstico, aunque no en la respuesta popular. Apenas mil personas se citaron en el Palacio de los Deportes para seguir una sesi¨®n de impenitente techno ba?ado en ¨¢cido. Bien Phuture 303, quiz¨¢s mejor Josh Wink y fin de fiestas cerca de las cinco de la ma?ana. Buena sesi¨®n para un festival cuyas espl¨¦ndidas intenciones no siempre se plasman.