Talibanizando
Parece que, en la cancha del idioma, los talibanes est¨¢n venciendo a los talib¨¢n; en cambio, ben apenas levanta m¨¢s cabezas que hace un mes, y pierde incluso en casa. Hojeo ahora un viejo Webster en su edici¨®n colegial de 1957 y, buscando por los alrededores de ese vocablo, me topo con ben (no bin); lo define como 'hijo de', y pone como ejemplo el nombre del famoso tudelano Rabbi Ben Ezra, biblista, poeta y gram¨¢tico. Era jud¨ªo, pero su lengua est¨¢ sem¨ªticamente emparentada con el ¨¢rabe; recu¨¦rdense los a¨²n pr¨®ximos Ben Bella, argelino, y su rival Ben Jedda, o el marroqu¨ª Ben Barka, partidarios de Al¨¢, junto a Ben Gurion, devoto de Jehov¨¢.
Pero los famosos islamistas cuentan con muchos fieles hispanos a su plural talib¨¢n. Estos leales tachan tal vez de ligereza la conversi¨®n de ese plural en singular, susceptible, por tanto, de recibir la marca espa?ola de plural. Y les escandaliza que el reci¨¦n nacido Diccionario acad¨¦mico, en sus primeros balbuceos, no ataje talibanes. Olvidan tal vez que vocablo tan com¨²n como hoja es el plural latino folia, al que los castellanos hicieron singular, y repluralizaron diciendo hojas cuando les plugo. O que n¨®mina, del tambi¨¦n plural neutro nomina 'lista de nombres', sigui¨® el mismo camino.
Si vamos m¨¢s al Este, el fen¨®meno se produce una y otra vez en espa?ol. Lo tenemos bien a mano en musulm¨¢n, nombre originario de Persia -informa el DRA-, y que es el plural de moslem (o muslin, en ¨¢rabe cl¨¢sico), lo cual nada impidi¨®, albarda sobre albarda, formar el plural musulmanes como hab¨ªa hecho su modelo el franc¨¦s musulmans. En ingl¨¦s mismo, ning¨²n obst¨¢culo se opuso a mussulmans. ?Desentona tanto talibanes?
Historia semejante ocurre con sarraceno: llegado desde el plural latino sarraceni, se transform¨® en singular, se regulariz¨® su g¨¦nero y nuestros antepasados ya pudieron decir sarracenos, olvidados de aquel extra?o plural terminado en -i.
Y si acudimos al irrebatible testimonio de los ¨¢ngeles, nos aguarda, por un lado, el seraf¨ªn, que, desde el hebreo serafim 'nobles pr¨ªncipes', fue transformado en singular por las lenguas modernas al heredar seraphim de la latina. Por otro, el querub¨ªn, vehiculado tambi¨¦n por el lat¨ªn desde el hebreo plural k¨¦rubhim, 'seres sobrenaturales'. Mi docto amigo don Valent¨ªn Garc¨ªa Yebra adujo hace poco el testimonio de estas dos aladas criaturas celestes en apoyo de talibanes.
Indagando por los idiomas vecinos, topamos con el raro plural, tambi¨¦n en -i, del italiano: hay varios casos en que ha sido tratado como si fuera singular, susceptible, por tanto, de recibir la -s de la Romania del Oeste. Preguntado de sopet¨®n por un periodista sobre el porqu¨¦ de talibanes, record¨¦ sobre la marcha los espaguetis. Se ha comentado bastante. En la lengua hermana, el singular es spaghetto; pero esta forma no se expatri¨®: las lenguas romances, e incluso el ingl¨¦s, acudieron voraces a los spaghetti, pero adoptando ese plural como singular, y redobl¨¢ndolo al modo romance occidental con la -s.
Y a¨²n tenemos, m¨ªnimos y jubilosos, los confetis espa?oles; tambi¨¦n el franc¨¦s se mostr¨® poco respetuoso al forjar la oposici¨®n confetti / confettis, olvidada esa lengua, como la nuestra y otras m¨¢s, de su origen italiano, confetti, que ya es plural.
Se me ha tildado de incoherencia, eso me dicen, porque hace doce a?os me estremec¨ª cuando un peri¨®dico pon¨ªa en labios de Silvio Berlusconi, esta frase entrecomillada: 'Si el Madrid nos elimina, ser¨¦ su mejor tiffossi en Barcelona'. Y es que eso no puede decirlo un italiano (ni escribirlo: tifosi, plural de tifoso), y a¨²n menos, siendo presidente del Mil¨¢n y hoy de su pa¨ªs. Es, adem¨¢s, voz extranjera que s¨®lo utilizan los iniciados como 'tecnicismo' (se trata en realidad de un adorno, una 'touche de glamour' usual en muchos comentaristas deportivos, que parecen no o¨ªr ni leer a sus colegas de all¨ª; lo prueba c¨®mo suelen pronunciar maglia con gl de glicerina), mientras que espagueti y confeti son ya palabras espa?olas. Plurales son igualmente los cannelloni o ravioli, o maccheroni y otras pastas, que llegan a nuestros platos con el n¨²mero gramatical en orden: canel¨®n / canelones, y los mismo raviolis y macarrones. Aguardan los fettucini y los tagliatelli, pero ya los ofrecen algunos restaurantes -poco refinados, esos s¨ª- con el ap¨¦ndice bautismal de la -s.
Y por Espa?a y el mundo, ?c¨®mo andan aquellos belicosos afganos? Pues, como bin / ben, partidos por gala en dos. Abran La Vanguardia donde asoman los talib¨¢n; pero si se pasan a Avui ver¨¢n brotar pronto los talibanes. En lo cual coincide con otros diarios como La Raz¨®n y este mismo. Los franceses parecen un¨¢nimes en la pareja taliban / talibans; por su parte, Il Messaggero, distingue entre talibano y talibani; tambi¨¦n el Diario de Noticias lisboeta se apunta a la pareja; y La Naci¨®n bonaerense.
No es cuesti¨®n trivial, aunque lo parezca: con la adopci¨®n de talib¨¢n como plural (y, para m¨¢s inri, con un acento espa?ol), se acepta que nuestra lengua sea gobernada por leyes de otras, concediendo a esa palabra una excepci¨®n, que no se concedi¨® a ninguna otra en iguales o similares circunstancias. Sin embargo, un idioma, para su propia coherencia, perduraci¨®n y unidad, precisa de la analog¨ªa aristot¨¦lica: siglos se pasaron los gram¨¢ticos discutiendo si es ella la que estructura las lenguas, o reina en ellas la anomal¨ªa. Parece claro que un sistema no puede mantenerse con ocurrentes excepciones. Ya hemos hecho nuestra una muy importante: la del plural en los neologismos o xenismos angloamericanos. Hubo un tiempo en que se hizo algo; por ejemplo, con rev¨®lver (del ingl¨¦s revolver), al que se pluraliz¨® a la espa?ola, rev¨®lveres (aunque se intent¨®, G¨®mez de la Serna se apunt¨® al intento, revolvers). Pero por los lejanos principios del siglo pasado ya hab¨ªan llegado los boers (a pesar de la coplilla argentina que empieza: 'Ya vienen los boeres, / ?Vidalil¨¢! vienen los ingleses'). Y m¨¢s tarde, el aluvi¨®n de los stops, los spots, los slips, los records, los sprinters, los handicaps y dem¨¢s. Excepci¨®n son los clubes (forma documentada en Colombia a fines del XIX), que parecen imponerse sobre los clubs; y eso que este crudo anglicismo cont¨® desde ese mismo siglo con el apoyo de pioneros europeizantes como Mi?ano, Espronceda, Modesto Lafuente o Emilia Pardo Baz¨¢n. Pero si se nos va haciendo el gusto a aquel plural hispanizado, ser¨ªan perfectamente intragables estopes, recordes, handicapes, etc¨¦tera, porque est¨¢ obrando imparable en espa?ol una adici¨®n a la regla: para formar el plural de palabras anglosajonas acabadas en consonante, se a?ade -s. Pero no a talib¨¢n, que es aceite en el agua de lo yanqui. A ver si no la talibanizamos. A la Gram¨¢tica, se entiende.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia Espa?ola.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.