Magic sigue entre nosotros
Con 42 a?os y 120 kilos de peso, a¨²n encuentra excusas para jugar al baloncesto todo lo que puedeDiez a?os despu¨¦s,sin se?ales de haber desarrollado el sida, Johnson env¨ªa un mensaje de esperanza
Para dos generaciones de aficionados al deporte Earvin Magic Johnson era un h¨¦roe de proporciones m¨ªticas. No s¨®lo en EE UU, sino en todo el planeta. Antes que Jordan estaban Bird y Magic, y entre ambos, Magic se acercaba m¨¢s a¨²n al ideal de un genio del baloncesto: un jugador de 2,04 metros que oficiaba de base con una mezcla de naturalidad, ingenio y potencia. Saltaba poco y su tiro de media distancia -un tiro feo- se hizo eficaz con el paso del tiempo. Pero con el bal¨®n era un mago, no uno de esos que se pierden en lo anecd¨®tico, sino un genio de la belleza y la eficacia, pues jugaba con mil ojos y mil manos, y una sonrisa que vend¨ªa el producto NBA mejor que nadie en el mundo. Ese hombre era una celebridad mundial y no por otra cosa protagoniz¨® una noticia aterradora. El 7 de noviembre de 1991, Magic Johnson anunci¨® que estaba infectado por el sida. No era el primer famoso de talla mundial que desvelaba su condici¨®n de portador del virus. A?os antes, Rock Hudson hab¨ªa desarrollado la enfermedad, lo mismo que el tenista Arthur Ashe y los pintores Keith Haring y Jean-Michel Basquiat. Pero el impacto del anuncio de Magic Johnson tuvo una repercusi¨®n inigualable, en parte porque desmontaba ideas preconcebidas sobre el territorio de la enfermedad. Si alguien romp¨ªa el modelo del portador del sida como un marginado, ¨¦se era Magic, un atleta en la plenitud de su carrera, un tipo famoso, rico, con un aspecto tan saludable que era la imagen perfecta del deportista sano y triunfador. Aquel d¨ªa, no hubo nadie que no tomara conciencia de la dimensi¨®n del problema del sida.
En el n¨²mero siguiente a la noticia, la revista Sports Illustrated sali¨® a la calle con una sombr¨ªa portada. Sobre un fondo negro aparec¨ªa la silueta de Magic lanzando su c¨¦lebre semigancho con la camiseta amarilla de los Lakers. Una sola palabra serv¨ªa como titular: Magic. Esa portada recordaba la trascendencia del jugador y el car¨¢cter f¨²nebre que se asociaba al virus del sida. El propio jugador escrib¨ªa un relato de los d¨ªas que precedieron al descubrimiento de su enfermedad y el efecto que hab¨ªa provocado en su vida. Un d¨ªa, poco despu¨¦s de regresar de Par¨ªs de disputar un torneo, el m¨¦dico de los Lakers le telefone¨® para que acudiera a las oficinas del club. Una compa?¨ªa se negaba a expedir un seguro de vida a Magic, que acababa de solicitar un pr¨¦stamo de tres millones de d¨®lares. Algo no funcionaba en los an¨¢lisis.
Magic pens¨® que quiz¨¢ se trataba de una elevada presi¨®n sangu¨ªnea, problema que su padre hab¨ªa sufrido durante la mayor parte de su vida. A la ma?ana siguiente, acudi¨® al despacho del m¨¦dico. 'Earvin, si¨¦ntate. Tengo los resultados de los an¨¢lisis', le dijo. 'Eres seropositivo. Tienes el virus del sida'. En su relato de aquellos d¨ªas terribles, Magic se?al¨® la conmoci¨®n que sufri¨®, el desprecio que hab¨ªa mostrado por las campa?as antisida, la soberbia de una estrella que se sent¨ªa invulnerable, la verg¨¹enza y el sentimiento de culpa cuando comunic¨® la noticia a su mujer, Cookie, por entonces embarazada de siete semanas. Fueron tiempos de rumores y confusi¨®n. Se hablaba de un Magic en estado cr¨ªtico, afectado por todos los s¨ªntomas de la enfermedad. Pero no se sab¨ªa la verdad. Magic Johnson estaba dispuesto a luchar contra el sida y contra los prejuicios que rodeaban al mal, y si eso supon¨ªa jugar al baloncesto tampoco dudar¨ªa en volver a las canchas.
Ya en aquel art¨ªculo en primera persona, habl¨® de su voluntad de disputar un a?o m¨¢s tarde los JJ OO de Barcelona. 'No me descont¨¦is para el equipo. Si todo va bien, espero jugar'. En esos d¨ªas las manifestaciones de Magic parec¨ªan inducidas m¨¢s por el voluntarismo que por la realidad. Al desconocimiento de numerosos aspectos de la enfermedad, se a?ad¨ªa la condici¨®n de apestados para quienes eran v¨ªctimas del sida. No s¨®lo hab¨ªa prejuicios, tambi¨¦n era evidente el rechazo. En privilegiada posici¨®n de millonario c¨¦lebre, Magic decidi¨® que pod¨ªa acabar con ciertos mitos y de propagar un mensaje de esperanza. Tambi¨¦n se puso un plazo. 'Es casi seguro que en 10 desarrollar¨¦ la enfermedad', escribi¨® en 1991. En cualquier caso, pas¨® a la acci¨®n inmediatamente. Fue nombrado asesor del presidente George Bush para la lucha contra el sida; cre¨® una fundaci¨®n con su nombre para recaudar fondos contra la enfermedad y ofrecer la informaci¨®n necesaria a la sociedad; se neg¨® a aceptar ciertas convenciones y regres¨®, como hab¨ªa anunciado, para formar parte del Dream Team en Barcelona 92, a pesar de las reticencias de algunos jugadores, como Karl Malone, que no quer¨ªan enfrentarse a ¨¦l por miedo a contagiarse. Magic fue uno de los h¨¦roes de los Juegos, envi¨® un mensaje integrador y positivo. El mero hecho de verle en las pistas resultaba tan emocionante como esperanzador.
Diez a?os despu¨¦s, Magic est¨¢ vivo y tiene fuera de las canchas el ¨¦xito que alcanz¨® con los Lakers. Tiene participaciones en un banco, es propietario de una cadena de cines, mantiene con ¨¦xito su fundaci¨®n, sigue como accionista en los Lakers y es uno de los principales portavoces de las campa?as antisida. Y con 42 a?os no se olvida del baloncesto. Con cerca de 120 kilos de peso, 20 m¨¢s que en sus tiempos dorados, a¨²n encuentra excusas para jugar todo lo que puede. Hace cuatro d¨ªas, se enfrent¨® a la la Universidad de Michigan State -su alma mater- dirigiendo a un grupo de ex profesionales. Como en los a?os en los que conduc¨ªa como un reloj a los Lakers, Magic sum¨® dobles d¨ªgitos en puntos, rebotes y asistencias. Y por ahora sin se?ales de haber desarrollado la enfermedad. Han pasado diez a?os y el gran Magic Johnson sigue enviando un mensaje de esperanza.
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