Magia, pero no para todos
20 a?os de defensa contra una enfermedad maldita
Cuando Magic Johnson anunci¨® p¨²blicamente su condici¨®n de seropositivo, hace 10 a?os, el sida ya ten¨ªa otros 10 a?os de historia, se hab¨ªa llevado por delante un mill¨®n y medio de vidas y permanec¨ªa agazapado en la sangre de otros 10 millones de personas en todo el mundo, presagiando a sus portadores una muerte cruel, impopular y meticulosa.
Es cierto que, en 1991, el sida no era ya la peste gay de los primeros a?os ochenta, ni la plaga b¨ªblica que la peor carcundia quiso enarbolar, con un oportunismo pat¨¦tico, como ariete de una cruzada moral contra el licencioso estilo de vida de Occidente. Es cierto que las mayores tonter¨ªas hab¨ªan dejado de o¨ªrse. Pero echen un vistazo a los p¨¢rrafos que siguen y ver¨¢n que el mundo al que se enfrent¨® Johnson con su anuncio no era precisamente un jard¨ªn segado.
Desde su aparici¨®n, el sida ha matado a 22 millones de personas, tres millones el a?o pasado
En 1991, por ejemplo, los organizadores de la conferencia internacional del sida del a?o siguiente tuvieron que renunciar a celebrarla en Boston y trasladarla a Amsterdam. La raz¨®n era que las autoridades aduaneras de EE UU estaban obligando a los visitantes extranjeros a demostrar su limpieza de sangre respecto al sida antes de sellarles el pasaporte.
La enfermedad era todav¨ªa una condena a muerte. En 1991 ya hab¨ªa disponibles tres f¨¢rmacos contra el virus, pero los tres del mismo tipo (se conocen t¨¦cnicamente como inhibidores de la transcriptasa inversa). Y las noticias cl¨ªnicas no eran buenas: ese mismo a?o se descubri¨® que la utilidad de estos medicamentos era limitada: m¨¢s o menos tras un a?o de uso, el virus encontraba una forma de hacerse resistente y eludir su acci¨®n.
En Espa?a, donde ya hab¨ªan muerto de sida unas 3.000 personas, no faltaron en 1991 muestras de candidez, ignorancia o ranciedad. Cuatro pacientes del Hospital La Paz, por ejemplo, se amotinaron porque les hab¨ªan metido a un seropositivo en la misma sala. 'En el aseo est¨¢n las toallas de todos, y puede que algunos nos confundamos y nos sequemos con la que el enfermo de sida ha utilizado despu¨¦s de afeitarse', justific¨® uno.
Unos meses despu¨¦s, una guarder¨ªa de Alcoletge (L¨¦rida) exigi¨® a una ni?a negra un certificado m¨¦dico que demostrara que no ten¨ªa el sida antes de admitirla. La responsable de la guarder¨ªa explic¨® que hab¨ªa recibido fuertes presiones de los padres de los dem¨¢s ni?os. La prueba dio negativa, pero eso no hace al caso. Tambi¨¦n aquel a?o, y ante los rumores de que padec¨ªa el sida, el ex entrenador del C¨¢diz H¨¦ctor Viera se apresur¨® a convocar una rueda de prensa para exhibir con orgullo un certificado m¨¦dico que demostraba que lo que ten¨ªa era hepatitis.
El Instituto Pasteur de Par¨ªs pec¨® de excesivo optimismo en 1991 cuando anunci¨® que en dos a?os tendr¨ªa lista una vacuna contra el sida: todav¨ªa no hay ninguna que funcione. Pero otros cient¨ªficos, entre ellos el entonces director del Instituto de Salud Carlos III, Rafael N¨¢jera, acertaron al predecir que en una d¨¦cada el sida estar¨ªa bajo control.
Hoy, en efecto, el sida ya no es una condena a muerte en los pa¨ªses occidentales. En 1992, s¨®lo un a?o despu¨¦s del anuncio de Magic Johnson, Estados Unidos aprob¨® por primera vez una combinaci¨®n de dos f¨¢rmacos antivirales para el tratamiento del sida. Esos c¨®cteles dobles demostraron una notable utilidad y se extendieron a partir de 1995. Y ese mismo a?o se aprob¨® una clase completamente nueva de medicamentos antisida (conocidos como inhibidores de la proteasa).
En 1996, el mismo a?o en que Magic Johnson volvi¨® a jugar como profesional, la conferencia internacional del sida de Vancouver (Canad¨¢) dio el espaldarazo a las combinaciones de tres f¨¢rmacos de diverso tipo. Estos c¨®cteles triples no curan el sida, pero han conseguido convertirlo en una enfermedad cr¨®nica en los pa¨ªses occidentales, si bien a costa de unos efectos secundarios muy molestos.
Pero un art¨ªculo sobre el sida no puede acabar destilando optimismo. Desde su aparici¨®n, el sida ha matado a 22 millones de personas. S¨®lo el a?o pasado murieron 3 millones, y otros 5 millones se infectaron. Casi todos los seropositivos del Tercer Mundo, que se cuentan por decenas de millones, morir¨¢n sin acceso a los avances farmacol¨®gicos occidentales.
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