Profundizar la colaboraci¨®n euromediterr¨¢nea
De lo peor debe surgir lo mejor. El traumatismo de la comunidad internacional, que a¨²n permanece bajo el shock de los atentados del 11 de septiembre, debe convertirse en fuente de esperanza. Los terroristas deseaban sembrar el odio y el caos. La respuesta m¨¢s fuerte que podemos darles, el monumento m¨¢s bello que podemos erigir a la memoria de los miles de v¨ªctimas es demostrar el error de la tesis denominada 'guerra de civilizaciones' estrechando nuestros lazos con todos los pueblos del mundo. Es evidente que esos atentados, y los acontecimientos que les han seguido, no pueden no tener consecuecias para la pol¨ªtica exterior de la Uni¨®n Europea.
Hoy es m¨¢s necesario que nunca restablecer un espacio de paz y de prosperidad en el conjunto de la cuenca mediterr¨¢nea. La violencia no siempre ha dado paso al di¨¢logo en Oriente Pr¨®ximo, a pesar de los esfuerzos desplegados por la Uni¨®n Europea y Estados Unidos para la puesta en marcha, completa y r¨¢pida, de las recomendaciones de la Comisi¨®n Mitchell. En Argelia, el descontento retumba en el seno de una poblaci¨®n exasperada por a?os de guerra civil y de estancamiento econ¨®mico; adem¨¢s, a la modernizaci¨®n pol¨ªtica y social le cuesta abrirse camino. El estancamiento del proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo tiene efectos nefastos para nuestra lucha contra el terrorismo. Pero, en cualquier caso, es importante no confundir las cosas. La Uni¨®n Europea rechaza firmemente todo tipo de confusi¨®n entre terrorismo y mundo ¨¢rabe o isl¨¢mico y se aplica con determinaci¨®n a reforzar sus programas de desarrollo, prueba de su solidaridad y de un futuro m¨¢s equilibrado y pr¨®spero para el mundo mediterr¨¢neo.
El reciente Consejo Europeo de Gante ha recordado la necesidad de estrechar nuestras relaciones con nuestros socios mediterr¨¢neos a fin de favorecer su estabilidad y su desarrollo social y econ¨®mico. Con este ¨¢nimo se re¨²nen hoy y ma?ana en Bruselas los ministros de Asuntos Exteriores de la Uni¨®n Europea y de 12 Estados o territorios de la orilla sur del Mediterr¨¢neo para calibrar la reactivaci¨®n del proceso de Barcelona, decidido en noviembre de 2000 en Marsella. En abril de 2002 volver¨¢n a reunirse en Valencia para seguir profundizando en ese partenariado euro-mediterr¨¢neo que descansa en una cooperaci¨®n tanto 'bilateral' como 'regional'.
La cooperaci¨®n bilateral se concreta en la negociaci¨®n de acuerdos de asociaci¨®n entre la Uni¨®n Europea y sus socios mediterr¨¢neos. Estos acuerdos deben permitirnos abordar con nuestros socios todos los temas, incluidos los m¨¢s sensibles. Ya se han firmado seis acuerdos de este tipo. Cuatro de ellos han entrado ya en vigor: con Marruecos, T¨²nez, Israel y la Autoridad Palestina; pr¨®ximamente deber¨¢n hacerlo los firmados con Jordania y Egipto. A nivel regional, que afecta al conjunto de nuestros socios mediterr¨¢neos, ya se han hecho realidad varios programas, especialmente los relacionados con una promoci¨®n de la sociedad de la informaci¨®n, las inversiones extranjeras, la protecci¨®n de la herencia cultural y la cooperaci¨®n audiovisual. Tambi¨¦n apoyamos los esfuerzos emprendidos con vistas a aproximar las normas nacionales de nuestros socios mediterr¨¢neos a las del mercado ¨²nico europeo. Ello es esencial para desarrollar las relaciones econ¨®micas entre las dos orillas del Mediterr¨¢neo.
Pero la estabilidad y la prosperidad de la regi¨®n pasan igualmente, por no decir m¨¢s, por la elaboraci¨®n de una red de interdependencias entre socios mediterr¨¢nos, a la que debe favorecer un di¨¢logo Sur-Sur. Hasta ahora, la orilla sur del Mediterr¨¢neo est¨¢ dividida en varios mercados de peque?o calibre, cada uno de los cuales se rige por sus propias normas. Pero ello est¨¢ cambiando: Marruecos, T¨²nez, Egipto y Jordania firmaron el pasado 8 de mayo la denominada declaraci¨®n de Agadir, por la que se comprometen a crear entre s¨ª una zona de libre comercio. Tal iniciativa, abierta a otros socios, es un buen modo de avanzar hacia una zona de libre comercio euromediterr¨¢nea que deber¨ªa hacerse realidad en el horizonte de 2010. La Uni¨®n Europea se declara dispuesta a apoyar el proceso de Agadir. Estamos dispuestos a suministrar asistencia t¨¦cnica, dada la larga experiencia que tiene la Uni¨®n en lo que a liberalizaci¨®n de comercio se refiere. Del mismo modo, tambi¨¦n podemos financiar, a trav¨¦s del Banco Europeo de Inversiones, el desarrollo de infraestructuras regionales como son la interconexi¨®n de las redes de transporte y telecomunicaciones o la modernizaci¨®n de infraestructuras portuarias.
Por otra parte, hay que considerar la pr¨®xima ampliaci¨®n de la UE como una oportunidad para nuestros socios del Mediterr¨¢neo. En efecto, con cada etapa de su integraci¨®n, la Uni¨®n Europea se abre m¨¢s hacia el exterior, a la vez que procura mayor prosperidad a sus nuevos Estados miembros. Y esta virtuosa espiral no va a pararse; nuestros vecinos del Mediterr¨¢neo podr¨ªan beneficiarse de ella recibiendo m¨¢s inversiones y aprovechando un mercado m¨¢s amplio para sus productos. Ello supone un clima econ¨®mico y pol¨ªtico favorable.
Los acontecimientos del 11 de septiembre tambi¨¦n han mostrado hasta qu¨¦ punto hay que reforzar la cooperaci¨®n internacional y regional en el ¨¢mbito 'Justicia y Asuntos Internos'. Necesidad ya afirmada en las conclusiones de la conferencia ministerial euromediterr¨¢nea de Marsella, celebrada en noviembre de 2000. Este amplio ¨¢mbito cubre tanto la cooperaci¨®n judicial y la lucha contra el crimen organizado, la droga y el terrorismo como las cuestiones de migraciones legales o ilegales o el tr¨¢fico de seres humanos. La inmigraci¨®n legal ha aportado inmensas ventajas a los pa¨ªses europeos: ha contribuido a suplir la escasez de mano de obra en periodos de fuerte crecimiento y a enriquecer nuestra diversidad cultural. Es, pues, leg¨ªtimo que los emigrantes legales tengan garantizado un estatuto que les proteja en nuestros pa¨ªses. Pero es igualmente leg¨ªtimo luchar con determinaci¨®n contra la inmigraci¨®n ilegal y castigar severamente a aquellos que se enriquecen con la miseria de otros a trav¨¦s del m¨¢s odioso de los tr¨¢ficos: el de los seres humanos. Sobre estas cuestiones sensibles, inevitables en una relaci¨®n bilateral tan intensa como compleja, y que tienen claramente lugar en un marco de cooperaci¨®n internacional, deseo un di¨¢logo de igual a igual, abierto y sin tab¨²es.
Por todas estas razones, estoy convencido de que debemos ir hacia una mayor integraci¨®n, tanto entre la Uni¨®n Europea y los socios mediterr¨¢nos como entre los socios entre s¨ª, para que este Mare N¨®strum, cuna de tantas civilizaciones, se convierta en un lugar de prosperidad y de intercambio entre todos sus pueblos.De lo peor debe surgir lo mejor. El traumatismo de la comunidad internacional, que a¨²n permanece bajo el shock de los atentados del 11 de septiembre, debe convertirse en fuente de esperanza. Los terroristas deseaban sembrar el odio y el caos. La respuesta m¨¢s fuerte que podemos darles, el monumento m¨¢s bello que podemos erigir a la memoria de los miles de v¨ªctimas es demostrar el error de la tesis denominada 'guerra de civilizaciones' estrechando nuestros lazos con todos los pueblos del mundo. Es evidente que esos atentados, y los acontecimientos que les han seguido, no pueden no tener consecuecias para la pol¨ªtica exterior de la Uni¨®n Europea.
Hoy es m¨¢s necesario que nunca restablecer un espacio de paz y de prosperidad en el conjunto de la cuenca mediterr¨¢nea. La violencia no siempre ha dado paso al di¨¢logo en Oriente Pr¨®ximo, a pesar de los esfuerzos desplegados por la Uni¨®n Europea y Estados Unidos para la puesta en marcha, completa y r¨¢pida, de las recomendaciones de la Comisi¨®n Mitchell. En Argelia, el descontento retumba en el seno de una poblaci¨®n exasperada por a?os de guerra civil y de estancamiento econ¨®mico; adem¨¢s, a la modernizaci¨®n pol¨ªtica y social le cuesta abrirse camino. El estancamiento del proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo tiene efectos nefastos para nuestra lucha contra el terrorismo. Pero, en cualquier caso, es importante no confundir las cosas. La Uni¨®n Europea rechaza firmemente todo tipo de confusi¨®n entre terrorismo y mundo ¨¢rabe o isl¨¢mico y se aplica con determinaci¨®n a reforzar sus programas de desarrollo, prueba de su solidaridad y de un futuro m¨¢s equilibrado y pr¨®spero para el mundo mediterr¨¢neo.
El reciente Consejo Europeo de Gante ha recordado la necesidad de estrechar nuestras relaciones con nuestros socios mediterr¨¢neos a fin de favorecer su estabilidad y su desarrollo social y econ¨®mico. Con este ¨¢nimo se re¨²nen hoy y ma?ana en Bruselas los ministros de Asuntos Exteriores de la Uni¨®n Europea y de 12 Estados o territorios de la orilla sur del Mediterr¨¢neo para calibrar la reactivaci¨®n del proceso de Barcelona, decidido en noviembre de 2000 en Marsella. En abril de 2002 volver¨¢n a reunirse en Valencia para seguir profundizando en ese partenariado euro-mediterr¨¢neo que descansa en una cooperaci¨®n tanto 'bilateral' como 'regional'.
La cooperaci¨®n bilateral se concreta en la negociaci¨®n de acuerdos de asociaci¨®n entre la Uni¨®n Europea y sus socios mediterr¨¢neos. Estos acuerdos deben permitirnos abordar con nuestros socios todos los temas, incluidos los m¨¢s sensibles. Ya se han firmado seis acuerdos de este tipo. Cuatro de ellos han entrado ya en vigor: con Marruecos, T¨²nez, Israel y la Autoridad Palestina; pr¨®ximamente deber¨¢n hacerlo los firmados con Jordania y Egipto. A nivel regional, que afecta al conjunto de nuestros socios mediterr¨¢neos, ya se han hecho realidad varios programas, especialmente los relacionados con una promoci¨®n de la sociedad de la informaci¨®n, las inversiones extranjeras, la protecci¨®n de la herencia cultural y la cooperaci¨®n audiovisual. Tambi¨¦n apoyamos los esfuerzos emprendidos con vistas a aproximar las normas nacionales de nuestros socios mediterr¨¢neos a las del mercado ¨²nico europeo. Ello es esencial para desarrollar las relaciones econ¨®micas entre las dos orillas del Mediterr¨¢neo.
Pero la estabilidad y la prosperidad de la regi¨®n pasan igualmente, por no decir m¨¢s, por la elaboraci¨®n de una red de interdependencias entre socios mediterr¨¢nos, a la que debe favorecer un di¨¢logo Sur-Sur. Hasta ahora, la orilla sur del Mediterr¨¢neo est¨¢ dividida en varios mercados de peque?o calibre, cada uno de los cuales se rige por sus propias normas. Pero ello est¨¢ cambiando: Marruecos, T¨²nez, Egipto y Jordania firmaron el pasado 8 de mayo la denominada declaraci¨®n de Agadir, por la que se comprometen a crear entre s¨ª una zona de libre comercio. Tal iniciativa, abierta a otros socios, es un buen modo de avanzar hacia una zona de libre comercio euromediterr¨¢nea que deber¨ªa hacerse realidad en el horizonte de 2010. La Uni¨®n Europea se declara dispuesta a apoyar el proceso de Agadir. Estamos dispuestos a suministrar asistencia t¨¦cnica, dada la larga experiencia que tiene la Uni¨®n en lo que a liberalizaci¨®n de comercio se refiere. Del mismo modo, tambi¨¦n podemos financiar, a trav¨¦s del Banco Europeo de Inversiones, el desarrollo de infraestructuras regionales como son la interconexi¨®n de las redes de transporte y telecomunicaciones o la modernizaci¨®n de infraestructuras portuarias.
Por otra parte, hay que considerar la pr¨®xima ampliaci¨®n de la UE como una oportunidad para nuestros socios del Mediterr¨¢neo. En efecto, con cada etapa de su integraci¨®n, la Uni¨®n Europea se abre m¨¢s hacia el exterior, a la vez que procura mayor prosperidad a sus nuevos Estados miembros. Y esta virtuosa espiral no va a pararse; nuestros vecinos del Mediterr¨¢neo podr¨ªan beneficiarse de ella recibiendo m¨¢s inversiones y aprovechando un mercado m¨¢s amplio para sus productos. Ello supone un clima econ¨®mico y pol¨ªtico favorable.
Los acontecimientos del 11 de septiembre tambi¨¦n han mostrado hasta qu¨¦ punto hay que reforzar la cooperaci¨®n internacional y regional en el ¨¢mbito 'Justicia y Asuntos Internos'. Necesidad ya afirmada en las conclusiones de la conferencia ministerial euromediterr¨¢nea de Marsella, celebrada en noviembre de 2000. Este amplio ¨¢mbito cubre tanto la cooperaci¨®n judicial y la lucha contra el crimen organizado, la droga y el terrorismo como las cuestiones de migraciones legales o ilegales o el tr¨¢fico de seres humanos. La inmigraci¨®n legal ha aportado inmensas ventajas a los pa¨ªses europeos: ha contribuido a suplir la escasez de mano de obra en periodos de fuerte crecimiento y a enriquecer nuestra diversidad cultural. Es, pues, leg¨ªtimo que los emigrantes legales tengan garantizado un estatuto que les proteja en nuestros pa¨ªses. Pero es igualmente leg¨ªtimo luchar con determinaci¨®n contra la inmigraci¨®n ilegal y castigar severamente a aquellos que se enriquecen con la miseria de otros a trav¨¦s del m¨¢s odioso de los tr¨¢ficos: el de los seres humanos. Sobre estas cuestiones sensibles, inevitables en una relaci¨®n bilateral tan intensa como compleja, y que tienen claramente lugar en un marco de cooperaci¨®n internacional, deseo un di¨¢logo de igual a igual, abierto y sin tab¨²es.
Por todas estas razones, estoy convencido de que debemos ir hacia una mayor integraci¨®n, tanto entre la Uni¨®n Europea y los socios mediterr¨¢nos como entre los socios entre s¨ª, para que este Mare N¨®strum, cuna de tantas civilizaciones, se convierta en un lugar de prosperidad y de intercambio entre todos sus pueblos.
Chris Patten es comisario de Relaciones Exteriores de la Uni¨®n Europea.
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