'El sur', ?acaso un norte?
Cuando todo es tan leve (hasta las vidas parecen perder su valor, ?qu¨¦ espanto!), es bueno, como dice P¨¦rez-Reverte en su carta esf¨¦rica, que algo siga inmutable en alguna parte. La Estrella Polar, dice el escritor, va a seguir ah¨ª mientras la tierra gira y los hombres trazamos nuestras rutas 'sobre el difuso paisaje de una vida'. Sin llegar a ese punto, es bueno tener referentes en la cultura, que es lo que nos hace humanos, fieramente humanos. Ni la raz¨®n ni el alma, la cultura es lo nos distingue, si algo nos distingue, de esos otros seres racionales y pasionales de cultura muy rudimentaria con los que compartimos planeta.
Dicen que V¨ªctor Erice publica su gui¨®n sobre El embrujo de Shanghai, a partir del libro de Juan Mars¨¦ (que ya no es 'embrujo', como en la de Joseph von Sternberg basada en la obra de John Colton: barroquismo, pasi¨®n, aventura, de una ciudad fronteriza y cosmopolita, sino 'promesa', utop¨ªa imposible de un mundo que ya no es ni podr¨¢ volver a ser, que nunca conoceremos realmente). El director espa?ol vivo con mayor reconocimiento internacional junto con Luis Bu?uel (hay otros oscarizados a los que uno estima en lo que se merece cada cual), qued¨® sin poder completar su gran proyecto de El sur, que inclu¨ªa una segunda parte con la visi¨®n pl¨¢stica, sensual y emocional de ese sur anunciado y apenas entrevisto con la genial madre de leche del protagonista, Rafaela Aparicio, en la que fue primera parte.
Ahora se frustra La promesa de Shanghai. Dicen que ha habido problemas empresariales (siempre, o casi, muy rastreros en la cultura), para acabar dando, finalmente, la pel¨ªcula a Fernando Trueba. Es Trueba un personaje entra?able (sus amigos le quieren, y eso dice mucho de ¨¦l), pero en la cultura cinematogr¨¢fica actual representa la superficialidad y el casticismo, cuyo ¨²ltimo representante digno fue Berlanga (antes, claro, de irse para Tombuct¨²). Un casticismo ya devaluado llevado a su parodia en La ni?a de tus ojos, de la que, a pesar de sus limitaciones f¨ªsicas, s¨®lo se salva la malograda Pen¨¦lope Cruz, ahora de Cruise.
El arte, dice F¨¦lix de Az¨²a, no es el singular de las artes, aunque el singular de asnos sea asno. Del arte del relojero, del ebanista o del pintor no se desprende necesariamente el arte. Es una idea ?plat¨®nica? (?existe un arte perfecto, una verdad ¨²nica, inspirada por los dioses?). Prefiero quedarme con E. H. Gombrich, muerto esta semana, que dice que en eso que llamamos arte hay algo de excelencia artesana, emoci¨®n y est¨ªmulo de los sentidos, y ese punto de autor¨ªa desde el Renacimiento (cito de memoria). Erice hace arte (escrib¨¢moslos con min¨²scula). Estoy convencido que el pintor Jos¨¦ Mar¨ªa Sicilia vio los extraordinarios planos con Fernando Fern¨¢n-G¨®mez cuidando de los panales en El esp¨ªritu de la colmena (1973: '?rase una vez... un lugar en la meseta castellana hacia 1940...') antes de pintar su serie, m¨¢s realista, pl¨¢stica y simb¨®lica con las abejas y los paneles.
De un tiempo aqu¨ª, todo el mundo de la cultura gira en torno a la demanda inmediata del mercado y de aquella m¨¢s vulgar. Ped¨ªa estos d¨ªas -perm¨ªtanme la an¨¦cdota- Rabos de lagartija, de Juan Mars¨¦, y el librero me lo desaconsejaba (no es el m¨ªo habitual, no vaya ¨¦l a ofenderse): 'Es muy raro', me dec¨ªa. 'Mi mujer no ha pasado de la p¨¢gina cinco'.
Es la tiran¨ªa del mercado la que est¨¢ marcando el producto cultural en Espa?a. Un entra?able y desconfiado amigo lo entiende: hay que escribir para que te lean y te entiendan. Yo, por el contrario, siempre he cre¨ªdo (no es original) en la 'literatura zanahoria', siempre un paso por delante del asno, aunque resulte golosa para ¨¦ste. As¨ª ha sido en Europa, y en Nueva York, ahora tan de moda. Hasta la Universidad, crisol del saber, quiere acomodarse hoy a los reclamos inmediatos del mercado (l¨¦ase el empresario m¨¢s pestilente, dispuesto a contratar s¨®lo trabajadores ineptos y baratos para trabajos in¨²tiles).
V¨ªctor Erice y su numantina resistencia puede ser, tal vez, un norte hoy, en tiempos de mediocridad y pragmatismo insolente. Puede ser nuestro norte.
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