Tranquilidad en el Sur

Si se viaja de noche, conviene extremar la atenci¨®n, no porque en estos andurriales haya lobos (hace una eternidad que desaparecieron del parque natural de los montes de M¨¢laga), sino por el camino de tierra que arranca desde la antigua carretera de M¨¢laga a Granada. Adem¨¢s, ning¨²n foco anuncia la cercan¨ªa del hotel.

Afortunadamente, la acogida es c¨¢lida, familiar, redondeada con ese gracejo espont¨¢neo de los malague?os. Gui?o mediterr¨¢neo del buen vivir. Sin dilaciones est¨¦riles, el gerente propone al viajero pasar a disfrutar de una suculenta cena enraizada en la tradici¨®n del lugar: ajoblanco, choto, porra antequerana... A diferencia de los desayunos, limitados a la tostada de pan de molde y los crispies de cereal, la ¨²ltima pitanza del d¨ªa se pone de gala en el marco rociero del comedor.

A la ma?ana siguiente, la luz entra por las persianas, alumbrando la geometr¨ªa c¨²bica de la cal, el almagre, la teja vieja y brutal a?il. La casa fue construida hace siete a?os por la Consejer¨ªa Andaluza de Medio Ambiente y decorada con arreglo al manual del hotelero rural autosuficiente: muebles r¨²sticos, complementos de forja, juncos y flores secas, piezas de alfar, paredes tintadas de albero y naranja... En la recepci¨®n se exhiben a la venta diversos productos artesanos y libros sobre la comarca, en consideraci¨®n al compromiso adquirido por Juan Mar¨ªa Luna y sus socias de la empresa Rural Andalus para hacerse cargo de la explotaci¨®n del establecimiento. Una panoplia de 13 instrucciones orientadas al uso racional de los recursos dentro del parque natural, que contemplan desde la utilizaci¨®n de productos biodegradables hasta el funcionamiento de una depuradora de aguas.

Cada habitaci¨®n se reconoce por una alegor¨ªa de lo malague?o: Cenachero, Axarqu¨ªa, Verdiales... Nada espectaculares, ya que la clientela se pasa todo el d¨ªa de senderismo por la zona, tomando el sol al borde de la piscina o leyendo al abrigo del sal¨®n-biblioteca si el tiempo no acompa?a. La d¨¦bil iluminaci¨®n exterior e interior muestra su reflejo en la privacidad de las alcobas, inquietantes cuando se enciende la pantalla del televisor.

Mayores problemas ocasiona la inexistencia de un regulador personal de aire acondicionado, que mantiene una corriente fr¨ªa durante toda la noche. Mejor abrir de par en par las ventanas y dejar entrar el perfume floral de los montes.