"Incre¨ªblemente maravilloso"
Recuerdos y an¨¦cdotas del paso por Espa?a de Maradona y de los primeros a?os de su carrera profesional
La culpa fue de los hermanos Beltr¨¢n, a la saz¨®n pasteleros de la localidad catalana de Vilanova y Geltr¨². Su insistencia llev¨® a Nicalau Casaus a viajar a Argentina para ver en directo a aquel joven de pelo ensortijado que amenazaba con hacer algo grande. As¨ª lleg¨® Diego Armando Maradona (Buenos Aires, 1960) a Espa?a, seg¨²n cuenta el propio Casaus, que junto a varios futbolistas, entrenadores y directivos recuerdan algunos de los momentos vividos junto al futbolista.
- 'Siete pelotas en el travesa?o'. Ricardo Giusti era un jugador hecho cuando Maradona, de 15 a?os, se incorpor¨® a la primera plantilla del Argentinos Juniors en 1976: 'Pon¨ªa diez pelotas en la mitad de la cancha y apuntaba al travesa?o [larguero]. Disparaba y no menos de siete pegaban en ¨¦l. Sin exagerar. Verlo era incre¨ªblemente maravilloso. Yo lo intentaba y no llegaba ni a la porter¨ªa. Lo cuid¨¢bamos porque sab¨ªamos que era ¨¦l. El resto, diez personas que corr¨ªan. ?ramos un equipo pobre en calidad t¨¦cnica, pero con ¨¦l, en 1979, quedamos subcampeones, a dos puntos del River Plate'.
'Levant¨® una naranja con el pie y, con la pierna, el pecho y los hombros, se la coloc¨® en la cabeza'.
- Malabarismos con las medias. Marcos Alonso lleg¨® al Barcelona en 1982 junto con el astro argentino: 'Est¨¢bamos los nuevos en el vestuario, Pichi Alonso, Perico Alonso, Julio Alberto..., y apareci¨® Maradona. Se present¨®, nos salud¨® como uno m¨¢s, cogi¨® unas medias enrolladas de su taquilla y se puso a dominarlas durante tres minutos sin parar. El equipo entero se qued¨® mir¨¢ndole. Estaba a a?os luz de todo lo que hab¨ªa visto y nunca vi semejante t¨¦cnica. Nos pregunt¨¢bamos: 'Si eso lo hace con unos calcetines, ?qu¨¦ har¨¢ con un bal¨®n?'.
- Balones al cielo. Pep Guardiola era un ni?o cuando Maradona jugaba en el Camp Nou. Esta an¨¦cdota la cont¨® a La Gazzetta dello Sport: 'A media hora del inicio, Diego se pon¨ªa en el medio campo, cog¨ªa el bal¨®n y lo pateaba alt¨ªsimo. Cuando ca¨ªa, de primera y sin que tocara la hierba, lo devolv¨ªa al cielo. As¨ª, seis o siete veces sin salirse del c¨ªrculo central. Yo ni siquiera lo intent¨¦. Conozco mis limitaciones'.
- Una naranja en la cabeza. A?o 1992. El Sevilla sorprende al f¨²tbol espa?ol al contratar a Maradona, que viv¨ªa el tramo final de su carrera como futbolista. Monchi y Prieto, ex compa?eros que entonces reci¨¦n llegaban a la ¨¦lite, le contemplaron maravillados: 'Recuerdo los malabarismos que Diego hac¨ªa en el vestuario con las pelotas de calcetines que nos daban o con las frutas de la cesta'. Prieto narra un ejemplo concreto. 'En una de nuestras primeras concentraciones fuera de casa, en el comedor del hotel, a alguien se le cay¨® una naranja que lleg¨® rodando a los pies de Diego. La levant¨® con el pie y d¨¢ndole toques con la pierna, el pecho y los hombros, se la coloc¨® en la cabeza. Nos dej¨® con la boca abierta'.
- Muchas bromas. Monchi destaca la facilidad que tuvo para adaptarse al vestuario. 'Era uno m¨¢s, gastaba muchas bromas, era muy cercano. Le dimos el t¨ªtulo de capit¨¢n como algo honor¨ªfico, pero lo asumi¨® y siempre nos represent¨® y defendi¨® en cualquier negociaci¨®n con el club'.
- Su casa siempre estaba abierta. 'Su casa siempre estaba abierta para nosotros. Recuerdo la gran fiesta de su cumplea?os. Su vida privada, en cambio, era algo m¨¢s azarosa', contin¨²a Monchi, actual directivo sevillista.
- 'Con las u?as a las ventanas'. 'Como persona era uno m¨¢s, pero el halo de gente que llevaba alrededor era incre¨ªble', recuerda Prieto, que todav¨ªa sigue jugando en el Sevilla. 'En los entrenamientos de aquel a?o hab¨ªa siempre m¨¢s de 30 c¨¢maras de televisi¨®n. Vinieron a hacerle reportajes desde Jap¨®n, China, Holanda..., qu¨¦ s¨¦ yo. Pero cuando de verdad descubr¨ª qu¨¦ significaba ser Maradona fue en los amistosos en Argentina. A la salida de La Bombonera, los chavales se agarraban con las u?as a las ventanas del autob¨²s para verle. Mucho m¨¢s que un mito'.
- Un aut¨®grafo para Gaspart. Joan Gaspart, vicepresidente entonces del Barcelona, le pidi¨® un aut¨®grafo en el aeropuerto de El Prat momentos antes de que viajara a N¨¢poles en un avi¨®n privado. 'Ahora que ya no eres jugador del Barcelona, ?me firmar¨ªas un aut¨®grafo? Maradona firm¨® con una M enorme y entre par¨¦ntesis el 10 y puso: 'A mi amigo Joan, que ha hecho tanto para que no me fuera y finalmente ha comprendido que me ten¨ªa que ir'. Gaspart exhibe en su despacho esa dedicatoria.
- Chivatazo en la pasteler¨ªa. Casaus, nacido en Argentina, recuerda que le llamaban insistentemente advirti¨¦ndole de que hab¨ªa un gran jugador en el Boca: Maradona. Los m¨¢s insistentes fueron los hermanos Beltr¨¢n, nacidos en Vilanova i la Geltr¨² y que regentaban dos pasteler¨ªas en ultramar, El Cisne y La Montserratina. 'Ellos me ayudaron a decidirme a viajar a Buenos Aires y cuando le vi jugar pens¨¦ que Dieguito ser¨ªa el Pel¨¦ de los 80'.
- 'Muy nost¨¢lgico'. Maradona viaj¨® junto a Pichi Alonso en el autob¨²s en la pretemporada. 'Me sorprendi¨® su car¨¢cter callado y su actitud. Me sent¨ªa un privilegiado pudiendo compartir asiento con ¨¦l, pero en cuanto el autocar arranc¨® nunca tuve la sensaci¨®n de viajar junto al mejor jugador del mundo. Se mostraba muy nost¨¢lgico'.
- 'Tres millones o no juego'. Compa?eros suyos del vestuario recuerdan c¨®mo en la pretemporada, en un amistoso en Burdeos, quiso ejercer de portavoz en el torneo. Despu¨¦s de perder el primer partido, Maradona se dirigi¨® a Casaus y le pregunt¨® por la prima por ganar el segundo. Casaus respondi¨® que nunca se pagaba una prima por un partido de consolaci¨®n. Diego pidi¨® tres millones o no jugaba. Se gan¨® el partido, pero nadie supo nada de los tres millones.
- La sentencia de Menotti. Al llegar a Barcelona, Menotti pregunt¨® por Rojo. 'Est¨¢ en el Athletic', le respondieron. Y Menotti agreg¨®: 'No, me refiero al juvenil que qued¨® por detr¨¢s de Maradona en el Mundial de Tokio 1979'. La respuesta fue: 'Est¨¢ en el Barcelona B'. Menotti remach¨®: 'Si Maradona hubiera nacido en Barcelona, todav¨ªa estar¨ªa pateando la bola en el B'.
- Un infantil llamado Amor. Guillermo Amor, juvenil del Bar?a en aquella ¨¦poca: 'Yo era de los que iba al campo media hora antes del partido s¨®lo para ver el calentamiento. No he visto a nadie como ¨¦l. De Pel¨¦ me hablaron mucho y conoc¨ª a Cruyff por la tele, pero lo de Maradona lo vi yo'.
- Pies anchos, cordones sin atar. ?ngel Mur, fisoterapeuta del Bar?a: 'Ten¨ªa los pies muy anchos y cuando se ataba las botas le dol¨ªan. Por eso siempre que pod¨ªa, en los calentamientos, los cordones iban al viento, sin atar'.
- El marcaje de V¨ªctor. V¨ªctor Mu?oz, jugador del Bar?a, marc¨® a Maradona, jugando con Argentina, con motivo del homenaje a Carles Rexach. Fue el primer espa?ol que marc¨® a Maradona: 'Maradona', recuerda, 'dijo: 'Eso es espantoso, as¨ª no se puede jugar'. Le agarr¨¦ por todas partes. Los dos acabamos desfondados y sin haber tocado la pelota. A la que recib¨ªa el bal¨®n, no hab¨ªa manera de rob¨¢rselo'.
- Permisos nocturnos. Casaus visit¨® a Maradona en su casa cuando contrajo una hepatitis: 'Me encontr¨¦ con todo lo que a uno no le gusta encontrarse'. Fue abriendo las puertas de las habitaciones y todas estaban ocupadas hasta que lleg¨® a la de Maradona y Claudia (se supone que las escenas de sexo eran continuas).
- La patada de Goiko. Goikoetxea relata la entrada que le hizo el 24 septiembre de 1983 cuando le rompi¨® el tobillo: 'Iba caliente por una entrada con muy mala idea de Schuster y fui al encuentro de Maradona. Me tir¨¦ en un mal momento, pero nunca con la intenci¨®n de da?arle. Nunca tuve la sensaci¨®n de que la entrada fue tan dura. Cuando acab¨® el partido fui al vestuario para interesarme y V¨ªctor me dijo: 'Tranquilo, no te preocupes '.
- Un abrigo para Claudia. Un periodista argentino relata: 'Una vez Maradona pidi¨® a una de las secretarias de Jorge Czysterpiller, su agente, que fuera a una tienda a comprar un abrigo de piel de zorro blanco para Claudia, su esposa. Cuando Claudia se prob¨® el abrigo, vio que le iba un poco grande. Entonces Maradona pidi¨® que compraran otro de una talla menos. El de tama?o grande se lo qued¨® para ¨¦l'.
Una informaci¨®n elaborada por Ram¨®n Besa, Diego Torres y Daniel Gil.
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