La conciliaci¨®n posible
?M¨²sica de conciliaci¨®n? M¨¢s que nunca suena a t¨®pico oportunista, pero Omar Sosa la hace cre¨ªble y, por momentos, posible. De hecho, alguien que naci¨® en Cuba, cumpli¨® el servicio militar en Etiop¨ªa, pas¨® una temporada en un barrio de EE UU de panteras negras y ahora reside en Barcelona, casi est¨¢ moralmente obligado a intentarlo. Cuando Sosa pone en marcha su maquinaria sonora, compleja aunque con todos los engranajes a la vista, no hay quien la detenga: succiona influencias ancestrales y contempor¨¢neas, las tritura en muelas cosmopolitas para entregar un producto final frondoso, todav¨ªa h¨²medo y caliente, que tiene algo de hiedra amaz¨®nica y de asfalto abrasivo.
Una vocalista que canta en espa?ol y yoruba, un rapero que declama en ingl¨¦s de suburbio, la secci¨®n de percusi¨®n repartida entre la bater¨ªa occidental de Elliot Kavee y los tambores bat¨¢ del venezonalo Gustavo Ovalles. Todo parece bien dividido en el grupo de Sosa, pero nada suena estanco; el principio de tensi¨®n-relajaci¨®n que sigue casi obsesivamente le confiere a su m¨²sica un car¨¢cter c¨ªclico, similar al eterno s¨ªstole-di¨¢stole del coraz¨®n. A veces los resultados no cumplen las expectativas, pero en el intento siempre hay un atractivo asidero l¨²dico.
Omar Sosa Grupo
Omar Sosa (piano y voz), Martha Galarraga (voz yoruba), Sub Z (voz rap), Sheldon Brown (clarinete bajo, saxos tenor y soprano), Geoff Brennan (contrabajo y bajo el¨¦ctrico), Elliot Kavee (bater¨ªa) y Gustavo Ovalles (percusi¨®n afro-venezolana). San Juan Evangelista. Madrid, 10 de noviembre.
Sosa y los suyos jugaron con la m¨²sica, en su mayor¨ªa extra¨ªda del disco Prietos (Ot¨¢ / Karonte), como ni?os grandes. El director del grupo, en particular, practic¨® un pianismo de rabo de lagartija; utiliz¨® codos y pies, reboz¨® las teclas del piano en mil cenizas est¨¦ticas y organiz¨® las operaciones con gestos bruscos como resortes. Impulsivo y cat¨¢rtico, tambi¨¦n areng¨® al p¨²blico para que no decreciese la intensidad de las palmas: 'Esto es Madrid, ?co?o! Que no se muera la paz'. Su concierto dur¨® alrededor de dos horas, tiempo m¨¢s que suficiente para revelar cierta reiteraci¨®n de f¨®rmulas.
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