El optimista

Bush exhibe un decidido optimismo. No hay nada peor para un dirigente que dejar asomar la duda en un periodo conflictivo. El inquilino de la Casa Blanca no es s¨®lo el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, sino que tambi¨¦n representa al ¨²ltimo garante del patriotismo de sus compatriotas. El ejemplo de Vietnam muestra que, en los pa¨ªses democr¨¢ticos por lo menos, las guerras se pierden tambi¨¦n en el frente interior. Con un apoyo de m¨¢s del 94% a favor de la guerra en Afganist¨¢n, Bush no tiene motivos para preocuparse en ese terreno, aunque este patriotismo espont¨¢neo no dure eternamente. Es adem¨¢s el error (verdaderamente fatal) de Bin Laden de no haber calculado el efecto que su asalto contra Estados Unidos tendr¨ªa en la poblaci¨®n americana.

Al despertar al gigante de su arrogancia, y olvidado del resto del mundo, ha, como los estrategas japoneses de Pearl Harbor, ganado una batalla, pero desencadenado una guerra que tiene todas las posibilidades de durar hasta su aniquilaci¨®n total. Un a?o despu¨¦s de su pol¨¦mica elecci¨®n, Bush est¨¢ todav¨ªa lejos de haber demostrado que tiene madera de gran presidente, de los que se muestran s¨®lo en tiempos de guerra o de crisis.

(...) Su mayor ¨¦xito al d¨ªa de hoy es que esta coalici¨®n se mantiene pese a las dudas y cr¨ªticas, que se acent¨²an en los pa¨ªses musulmanes y europeos. Su principal fracaso, por ahora, es el no haber registrado ¨¦xitos de los que vanagloriarse. Ni en las investigaciones sobre los atentados ni sobre la persecuci¨®n de Osama Bin Laden y sus sicarios talibanes. (...)

Par¨ªs, 9 de noviembre