La guerra de verdad
La muerte de tres periodistas destapa la crudeza del conflicto hasta ahora invisible a la prensa occidental
La nueva guerra de Afganist¨¢n se ha cobrado sus primeras v¨ªctimas entre la prensa. Tres periodistas, una francesa, un franc¨¦s y un alem¨¢n, murieron el domingo cuando viajaban con tropas de la Alianza del Norte en Dashti Jala, en direcci¨®n hacia Taloq¨¢n (Afganist¨¢n), antigua capital de la oposici¨®n, recuperada ese mismo d¨ªa por la noche.
Otros informadores que viajaban con ellos relataron que se vieron atrapados en un fuego cruzado entre la oposici¨®n y los talibanes, cuando viajaban en la parte de atr¨¢s de un cami¨®n militar. [La cadena de televisi¨®n CNN inform¨®, citando fuentes de la Alianza del Norte, de que combatientes talibanes capturaron en una emboscada a los periodistas y despu¨¦s los fusilaron en una trinchera].
Los periodistas en la guerra se han convertido en un negocio muy lucrativo
Entre todos los periodistas que cubren este conflicto, cientos de informadores provenientes de todos los rincones del mundo, ayer fue un mal d¨ªa. A primera hora de la ma?ana llegaron los rumores y m¨¢s tarde las radios de onda corta confirmaron la mala noticia: la muerte de los franceses Pierre Billaud, de 31 a?os, que trabajaba para la emisora de radio RTL, y Jeanne Sutton, de 34 a?os, tambi¨¦n periodista radiof¨®nica de Radio France Internationale, as¨ª como del alem¨¢n Volker Handloik, de 40 a?os, colaborador de la revista semanal Stern.
La agencia France Presse informa de que en la capital tayika, Dushanb¨¦, se esperaba la llegada de un helic¨®ptero con los cuerpos de los periodistas. Seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas, el helic¨®ptero se vio obligado a aterrizar a unos 150 kil¨®metros de la capital por la ca¨ªda de la noche. La oscuridad impidi¨® continuar el vuelo.
En teor¨ªa, la Alianza del Norte est¨¢ obsesionada por la seguridad de los periodistas y no se permite que hagan ning¨²n movimiento que no est¨¦ controlado por ellos. El ch¨®fer, el traductor, incluso el lugar, casi siempre infecto, donde se duerme son gestionados por ellos, previo pago de unos precios abusivos (Afganist¨¢n se ha convertido en uno de los lugares m¨¢s caros del mundo). Hasta el momento, cuando ve¨ªan que la situaci¨®n era dif¨ªcil, simplemente no daban el permiso, que hay que pedir al comandante de cada zona, para realizar un viaje
Las victorias de los ¨²ltimos d¨ªas, que en muchos casos se produjeron sin combates, les animaron a bajar un poco la guardia, aunque eso depende del responsable de cada zona o de los intentos de cada informador de mont¨¢rselo por su cuenta.
Este corresponsal entr¨® ayer en Taloq¨¢n, junto con un equipo de Antena 3 Televisi¨®n, cuatro horas despu¨¦s de la toma de la ciudad por parte de la Alianza. S¨®lo nos dejaron realizar el viaje de dos horas, desde la retaguardia en Farjar, cuando los militares comprobaron que el camino era seguro, que no hab¨ªa patrullas talibanes por la zona, ni fuego de artiller¨ªa. Los periodistas viajaban en un coche y el comandante, que nos acompa?¨® en todo momento junto a varios soldados, iba en el primer coche abriendo camino. El problema es que desde Jodja Bachaudin, localidad cercana a la frontera con Tayikist¨¢n donde se encontraban hasta ahora la mayor parte de los periodistas destacados en el conflicto, el camino hacia Taloq¨¢n a trav¨¦s de Farjar es demasiado largo y el atajo por Dashti Kal¨¢ result¨® ser fatal.
Cuando se enteraron de la noticia, los comandantes de la Alianza del Norte decidieron restringir considerablemente el movimiento de los periodistas, hasta que no puedan asegurar que algo as¨ª no vuelva a ocurrir. Para ellos, el problema no est¨¢ s¨®lo en que necesiten que los informadores cubran sus avances. Por a?adidura, la guerra se ha convertido en un negocio muy lucrativo para ellos, con precios dignos de Tokio o Nueva York.
Muchos enviados especiales, incluso aquellos que estaban dispuestos a seguir a las tropas a la carrera all¨ª donde se produzca una ofensiva, se lo est¨¢n pensando dos veces antes de salir a lo loco hacia cualquier frente. Hasta ahora, esta guerra, en un pa¨ªs que lleva 23 a?os envuelto en un conflicto b¨¦lico de todos contra todos, no hab¨ªa procurado emociones fuertes.
La muerte de los tres periodistas demuestra que, m¨¢s all¨¢ del circo medi¨¢tico que nos rodea, existe un conflicto de verdad en un territorio donde no se andan con chiquitas y hay que moverse con cuidado. Ayer, en efecto, no fue un buen d¨ªa.
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