Riesgo y oportunidad
Han pasado dos meses desde el aciago martes en que, con una brutalidad que desdibuja todos los precedentes, el terrorismo internacional descorri¨® la cortina mostrando una realidad oculta e insospechada a la sociedad pos-muro de Berl¨ªn. Hay un antes y un despu¨¦s en la percepci¨®n de la seguridad y la inseguridad en Estados Unidos, que afectar¨¢ a todos los ¨¢mbitos de la vida individual y colectiva, a los modos de producci¨®n, a los flujos humanos y de inversi¨®n, a la cultura de la era de la informaci¨®n.
'Conocen mejor nuestros agujeros que nosotros los suyos', me dec¨ªa Clinton en su paso por Madrid, cuando coment¨¢bamos la estrategia para combatir la amenaza de los fan¨¢ticos dispuestos a morir para matar y destruir.
En la mayor¨ªa de los pa¨ªses centrales, la seguridad tras la superaci¨®n de la guerra fr¨ªa o se daba por supuesta sin tener en cuenta la multiplicidad de conflictos regionales que la cuestionaban, o se manten¨ªa la convicci¨®n de que estos conflictos se pod¨ªan aislar en sus propios l¨ªmites territoriales. Ciegos ante las amenazas que se gestaban en rincones ocultos de sociedades cerradas, se abr¨ªa paso el desarrollo del escudo espacial antimisiles como la f¨®rmula milagrosa para garantizar la seguridad de la nueva era.
Una propaganda de mercado sin reglas y crecimientos continuos ocultaba la gravedad de las crisis financieras regionales de los pa¨ªses emergentes y sus efectos sociales. El casino financiero internacional reaccionaba r¨¢pidamente, retir¨¢ndose de las zonas afectadas, de las pr¨®ximas o de las que, a miles de kil¨®metros, se consideraban parecidas.
Se evitaba mirar hacia el ?frica subsahariana, aceptando como inevitable su marginalidad para el sistema y, como consecuencia, su condena a un futuro sin esperanza.
Hace un mes dec¨ªa, en esta misma tribuna, que 'de golpe se empieza a comprender que la globalizaci¨®n de la informaci¨®n, de la econom¨ªa, de las finanzas y, ahora, del terror y la inseguridad, no es una alternativa que podamos aceptar o rechazar, sino una realidad diferente, en muchas dimensiones, nueva, a la que ha de responderse con nuevos paradigmas, de acuerdo con valores e intereses compartidos que den sostenibilidad al modelo'. Ser¨ªa m¨¢s correcto afirmar que se deber¨ªa empezar a comprender que la globalizaci¨®n es un fen¨®meno de interdependencia creciente, que puede ofrecernos un despu¨¦s mejor si se asume como tal y se lucha por un nuevo orden incluyente del mayor n¨²mero de seres humanos de este planeta conectado. Si no es as¨ª, el despu¨¦s mostrar¨¢ m¨¢s fracturas, m¨¢s peligros con crecientes dificultades de seguridad.
En Buenos Aires, en la reuni¨®n del Foro Iberoamericano, la percepci¨®n de la nueva realidad, en el mundo pol¨ªtico, empresarial y cultural, es de p¨¦rdida de relevancia tras los acontecimientos del 11 de septiembre. M¨¢s all¨¢ de las obligadas declaraciones para mantener el tipo, las conversaciones de fondo revelan pesimismo, incluso una desesperanza ante el futuro que no hab¨ªa percibido antes.
Es in¨²til recordar que la crisis econ¨®mica no es la consecuencia directa del 11 de septiembre. En algunos casos como el de Argentina, la recesi¨®n dura desde 1998. En la casi totalidad de la regi¨®n, las elecciones de los ¨²ltimos lustros se han ganado con programas de desarrollo y los Gobiernos se han desempe?ado con programas de ajuste. Los periodos de fuerte crecimiento econ¨®mico han concentrado el ingreso a la espera de que rebose para que llegue a las mayor¨ªas sociales. Pero antes de que ese milagro del evangelio neoliberal se produzca, una crisis financiera, nacional o importada, 'aconseja' mayor rigor en el ajuste que, como no pod¨ªa ser de otro modo, pesa sobre los d¨¦biles ingresos de la mayor parte de la poblaci¨®n.
Sin embargo, aun aceptando que la crisis de los pa¨ªses centrales afectar¨¢ seriamente a los pa¨ªses emergentes, Am¨¦rica Latina tiene ventajas relativas de extraordinaria importancia para el futuro inmediato que le permitir¨ªan acortar la duraci¨®n y disminuir la profundidad. Su irrelevancia por no constituir una amenaza de terrorismo fan¨¢tico puede convertirse en uno de los rasgos m¨¢s positivos de un futuro relevante, para la propia regi¨®n y para los pa¨ªses centrales ligados a la regi¨®n.
En M¨¦xico, las prioridades b¨¢sicas de su desarrollo, sus intereses como naci¨®n que lucha por la modernidad, convergen con las de Estados Unidos, su socio principal en el Tratado de Libre Comercio, ya se trate de seguridad, de energ¨ªa, de los flujos migratorios o del crecimiento con mejor reparto del ingreso. Seguramente, la tormentosa relaci¨®n hist¨®rica con el vecino del norte distorsiona, cuando no impide, esta visi¨®n convergente de intereses y valores.
Nadie se atrever¨ªa a negar que M¨¦xico necesita mejorar sustancialmente su nivel de seguridad, en sentido estricto -disminuci¨®n de la criminalidad-, y en sentido amplio -en las relaciones civiles y mercantiles, entre los ciudadanos y las administraciones, o entre los propios poderes internos. Para Estados Unidos, el 11 de septiembre ha cambiado dram¨¢ticamente su percepci¨®n de la seguridad, que pasa a ser la prioridad de las prioridades. La frontera mexicana, con su inmenso flujo de personas y mercanc¨ªas, adquiere una transcendencia mucho mayor que la que ya ten¨ªa. Se constituye en el interland m¨¢s sensible para su propia garant¨ªa frente a la penetraci¨®n terrestre de las amenazas que teme.
En materia de energ¨ªa, tambi¨¦n concebida como seguridad estrat¨¦gica, las necesidades mexicanas de mejora de su capacidad de producci¨®n y transformaci¨®n coinciden asimismo con las de sus vecinos y ofrecen oportunidades in¨¦ditas para M¨¦xico, si supera algunas de las trabas legales y de los temores a la penetraci¨®n en la cocina de su vecino. Petr¨®leo, gas, producci¨®n el¨¦ctrica, fundamentales para el desarrollo de M¨¦xico, son, ahora, m¨¢s importantes que nunca para Estados Unidos. El desarrollo del plan Puebla-Panam¨¢ adquiere una nueva dimensi¨®n a la luz de estas perspectivas, afectando al sur de M¨¦xico y la totalidad de Centro¨¢merica.
Los emigrantes, vitales para M¨¦xico con sus remesas, necesitados de regularizaci¨®n en numerosos casos actuales y m¨¢s a¨²n para el futuro, han pagado las consecuencias del ataque terrorista, pero constituyen una necesidad creciente para Estados Unidos. La sostenibilidad de su seguridad social, la atenci¨®n a una poblaci¨®n crecientemente envejecida y el propio sistema productivo necesita el trabajo de la inmensa poblaci¨®n joven de M¨¦xico. Educaci¨®n y formaci¨®n de esta poblaci¨®n joven, para su desarrollo en Estados Unidos o para emplearla en su propio pa¨ªs, equilibran la interdependencia, dando a M¨¦xico una posici¨®n que hoy no tiene.
El crecimiento mexicano, con la mejora constante en la distribuci¨®n del ingreso que disminuya la brecha entre las mayor¨ªas sociales y los grupos que lo concentran, es un objetivo proclamado por los dirigentes mexicanos, no solo pol¨ªticos, sino empresariales y sociales. Pero si setenta millones de mexicanos tuvieran en su horizonte la posibilidad de situarse en la media de renta de los 20 millones de compatriotas que emigraron al norte, no s¨®lo transformar¨ªan la realidad y el futuro de su pa¨ªs, sino que incrementar¨ªan seriamente las posibilidades de toda la zona del Tratado de Libre Comercio.
Todos estos factores combinados hacen de M¨¦xico un pa¨ªs altamente relevante. La respuesta a sus problemas b¨¢sicos de seguridad, de modernizaci¨®n de su aparato productivo, de desarrollo econ¨®mico con equidad social, constituyen sus mejores objetivos nacionales y son parte de la soluci¨®n a las prioridades de sus vecinos del norte.
Si nos desplazamos hacia el sur podemos reproducir el razonamiento, aunque eliminemos la dimensi¨®n de frontera inmediata. Desde los descubrimientos gas¨ªsticos bolivianos hasta las reservas venezolanas, colombianas, ecuatorianas o argentinas, Am¨¦rica Latina cuenta con variables estrat¨¦gicas altamente significativas para Estados Unidos en la crisis actual.
La mejora de la seguridad para el conjunto del continente, ya se trate de Colombia, Per¨² o la propia Argentina, al margen de los problemas fronterizos, es imprescindible para su propio desarrollo, para la atracci¨®n de inversiones duraderas, para el turismo de Estados Unidos, de Canad¨¢ y de Europa. En todos esos campos que definen el futuro de los pa¨ªses centrales y emergentes, Am¨¦rica Latina tiene un potencial inexplorado que se ha puesto de manifiesto -desordenadamente y en algunos renglones- en los primeros noventa, pero tendr¨¢n mucha mayor relevancia en los pr¨®ximos a?os, por inevitables razones de desconfianza hacia otras ¨¢reas del mundo como destino de las inversiones o de los flujos tur¨ªsticos, as¨ª como de garant¨ªa para los suministros energ¨¦ticos.
Am¨¦rica Latina necesita salir del c¨ªrculo de crecimiento con concentraci¨®n de riqueza y ahorros colocados en el exterior, acompa?ados de una sociedad pauperizada, sobreexplotada. Mejorar su capital humano, con m¨¢s y mejor educaci¨®n, m¨¢s y mejor sanidad, y mejorar su capital f¨ªsico, con m¨¢s y mejores infraestructuras de telecomunicaciones, comunicaciones y energ¨ªa, ser¨¢ una contribuci¨®n decisiva para una buena distribuci¨®n del ingreso, para una mayor sostenibilidad del desarrollo de los propios pa¨ªses iberoamericanos y para un futuro m¨¢s seguro y previsible de Estados Unidos y Canad¨¢.
El riesgo de la irrelevancia por no constituir una amenaza se convierte en esta perspectiva en la mejor oportunidad de ser parte de la soluci¨®n, sin serlo del problema. Soluci¨®n para insertarse en el nuevo orden que emerger¨¢ tras los acontecimientos del 11 de septiembre y la superaci¨®n de esta primera crisis mundial de la globalizaci¨®n. Si los setenta y los ochenta fueron la oportunidad del sureste asi¨¢tico, las primeras d¨¦cadas del siglo XXI pueden ser la de Am¨¦rica Latina.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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