Una nueva relaci¨®n

Bush y Putin han abierto una nueva p¨¢gina en la cooperaci¨®n entre EE UU y Rusia, impulsados por la onda expansiva de los atentados del 11 de septiembre. Bush ha anunciado que en una d¨¦cada Estados Unidos se deshar¨¢ de dos terceras partes de su arsenal nuclear, y Putin se ha comprometido a responder al mismo nivel. Clinton y Yeltsin se hab¨ªan fijado ya en 1997 un objetivo similar, pero esta vez parece que la pretensi¨®n de Bush es lograrlo sin mediar un acuerdo formal. De cumplir su palabra, EE UU reducir¨ªa su arsenal nuclear, que en plena guerra fr¨ªa lleg¨® a contar con 15.000 cabezas, a una cifra que oscila entre 1.700 y 2.200. El acuerdo Start III, nunca ratificado, otorgaba un l¨ªmite de 3.500 a cada parte.

Es claro el intento de Bush de dejar atr¨¢s el excesivo armamento nuclear de la guerra fr¨ªa sobre el que reposaba el hoy obsoleto equilibrio del terror. Pero 2.200 cabezas siguen siendo demasiadas. Los militares rusos quer¨ªan incluso menos: 1.500. Rusia no tiene capacidad para mantener su actual nivel de armas nucleares, e incluso necesita de asistencia de EE UU para la costosa operaci¨®n de desmantelar el armamento existente. En su propuesta, Bush no reiter¨® el compromiso pactado por su padre de prohibir las ojivas con cabezas m¨²ltiples, las m¨¢s desestabilizadoras. Pero la anunciada reducci¨®n, que Bush ya hab¨ªa esbozado meses atr¨¢s, es tambi¨¦n una manera de hacer m¨¢s digerible por Mosc¨² los primeros pasos en el desarrollo de un sistema de defensa contra misiles bal¨ªsticos, al que se sigue oponiendo formalmente Putin, y cuya viabilidad se deconoce. Putin y Bush coinciden en que las mayores amenazas provienen hoy del terrorismo en todas sus formas, incluida la qu¨ªmica, nuclear o bacteriol¨®gica, y est¨¢n decididos a combatir la proliferaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva, aunque les separa la pol¨ªtica hacia Ir¨¢n o Irak.

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