Hipocres¨ªa

El alcalde de Huelva ha sido imputado. En esta condici¨®n va a prestar declaraci¨®n por los presuntos delitos de prevaricaci¨®n, malversaci¨®n de caudales p¨²blicos y fraude en la contrataci¨®n. As¨ª lo ha decidido el fiscal jefe de Andaluc¨ªa, y as¨ª lo ha acordado el TSJA. Esta decisi¨®n no es una de las querellas que anuncian Javier Arenas y Te¨®fila Mart¨ªnez, y despu¨¦s no interponen o se archivan por no ser los hechos constitutivos de delito. Es m¨¢s, y es distinto. La decisi¨®n est¨¢ adoptada por el propio fiscal jefe de Andaluc¨ªa, quien asume profesionalmente la existencia de indicios de criminalidad en la conducta p¨²blica de este alcalde. De ah¨ª que las preguntas que, l¨®gicamente, nos hacemos es la de si va a continuar de alcalde y la de si el grupo popular avala su continuidad.

Unas preguntas, cuyas respuestas son conocidas de antemano en cualquier comunidad que subordine el inter¨¦s p¨²blico al personal o al de su grupo. Con mayor raz¨®n, cuando el PP siempre ha sostenido que la imputaci¨®n es determinante de responsabilidad pol¨ªtica y la dimisi¨®n la consecuencia. As¨ª lo hemos escuchado. Sin ir m¨¢s lejos al secretario regional, quien la ha exigido con motivo de una querella interpuesta contra el alcalde de Sevilla y que el fiscal pide que se archive porque no es delito escribir cartas a los contribuyentes.

Sin embargo, no est¨¢n los tiempos para creerse todo lo que se dice y no estoy pensando en el consejero de Asuntos Sociales con eso del sub j¨²dice, amenazas cambiadas a presiones, o un asalto sin robo, y sin denuncias en su tiempo. Me refiero a la consideraci¨®n que empiezan a tener los imputados en el PP.

La L¨ªnea y Estepona sirven de ejemplo para comprender que en el PP est¨¢n entrando, de ciento en ciento, los antiguos socios -pol¨ªticos, por supuesto- del GIL. Poco est¨¢ importando que Jes¨²s Gil y muchos de los afiliados, a los que este personaje despert¨® su vocaci¨®n pol¨ªtica, estuvieran -y est¨¦n- m¨¢s ocupados en pasar por el juzgado y preparar su defensa por presuntos delitos relacionados con la causa p¨²blica, que por el Ayuntamiento. Pues, bien, con esta realidad nada hace pensar que el alcalde de Huelva, que no estuvo nunca en el GIL, tenga que dimitir y la ciudad tenga alcalde para rato.