Lo que nunca se dice
El acuerdo del PP con ex concejales del GIL en Estepona para derrocar el gobierno del socialista Antonio Barrientos, del que los propios ediles populares formaban parte para aislar al partido de Jes¨²s Gil, ha provocado una riada de pol¨¦mica. EL PA?S ha requerido opini¨®n al presidente del PP de M¨¢laga y al portavoz socialista en Estepona. El primero justifica la moci¨®n de censura como paso necesario para acabar con un nefasto gobierno; y el segundo lamenta el fin de una alianza ejemplar contra los pol¨ªticos que anteponen sus intereses particulares.
El gobierno municipal de Estepona era un desastre. Hab¨ªa que actuar, lloviese o tronase
A veces hay que vencer la tendencia a seguir por el camino que conviene o el que mejor queda y cambiarlo por el que se debe tomar, el que mejor representa y defiende el inter¨¦s general. Malas pr¨¢cticas de algunos arrastraban en su inercia a un gobierno de coalici¨®n y al municipio de Estepona. Un intenso viaje a ninguna parte en el que las responsabilidades eran a repartir con un ¨²nico y claro perdedor: el ciudadano. La demagogia, la verdad oficial, las falsas apariencias, el clientelismo y la chochez no pueden ser obst¨¢culo insalvable de lo que en conciencia se precisa para cumplir cada uno con su obligaci¨®n. Hay que saltar por duro y esforzado que sea, gustar menos y, sin mirarnos tanto el ombligo todos, cumplir con el papel de servidores p¨²blicos que el pueblo nos ha encomendado.
Las elecciones de 2003 nos pondr¨¢n a cada uno en su sitio. Hasta entonces, los esteponeros podr¨¢n juzgar si el PP de Estepona, si su flamante alcaldesa, Rosa D¨ªaz, hicieron bien al tomar una decisi¨®n tan pol¨¦mica como valiente. Esta moci¨®n de censura era una necesidad, reclamada incluso por el pueblo, para salir del atolladero. Estepona no pod¨ªa contraer una grave deuda moral con el futuro sin remisi¨®n posible.
El PP se ha visto obligado a presentar la moci¨®n de censura: las rencillas entre los ediles socialistas estaban provocando la paralizaci¨®n de importantes proyectos; la situaci¨®n econ¨®mica del Ayuntamiento resultaba insostenible; el ex alcalde hab¨ªa dado por roto el pacto tras la escaramuza que ¨¦l mismo provoc¨® ante la elecci¨®n del representante municipal en la asamblea de Unicaja. La desastrosa gesti¨®n de Barrientos, quien no era el alcalde con el que entre todos logramos desalojar del poder a Jes¨²s Gil Mar¨ªn (Antonio Caba dimiti¨® por razones sobradamente conocidas), y su falta de mano izquierda han llevado el pacto al naufragio. ?Qu¨¦ pod¨ªamos esperar de quien ni siquiera es capaz de mantener la cohesi¨®n en la agrupaci¨®n local de su propio partido?
La moci¨®n de censura de Estepona ha vuelto a demostrar que las iniciativas pol¨ªticas de los dos principales partidos de este pa¨ªs se miden con distinto rasero. Una vez m¨¢s, ha quedado claro que el eufemismo est¨¢ reservado a quienes utilizan sus siglas como marca, quienes venden un producto del que s¨®lo ense?an el envoltorio. ?Qu¨¦ habr¨ªa ocurrido si el PSOE hubiese presentado la moci¨®n junto a ediles del Grupo Mixto? Quiz¨¢ el revuelo organizado habr¨ªa sido minimizado hasta quedar en an¨¦cdota.
Hay varios tipos de pactos entre partidos: el anti transfuguismo, el de la izquierda, el anti Gil y el anti PP, todos leg¨ªtimos. Pues bien, de estos cuatro s¨®lo hay uno que se cumple religiosamente, sin excepci¨®n. Por supuesto, se trata del pacto anti PP, en virtud del que, por ejemplo, el socialista Juan Fraile gobierna la Diputaci¨®n de M¨¢laga con el apoyo de IU y PA, aunque el PP obtuviera en la provincia m¨¢s votos en las municipales de 1999. El pacto anti transfuguismo lo rompieron en Tolox los socialistas al valerse del ex alcalde del PP para nombrar a un alcalde del PSOE; y lo rompi¨® en V¨¦lez-M¨¢laga el socialista Antonio Souvir¨®n rompiendo su alianza con IU para gobernar con dos tr¨¢nfugas de un partido independiente. El pacto de la izquierda tambi¨¦n salt¨® por los aires en Manilva cuando el socialista Emilio L¨®pez Berenguer rompi¨® con IU pactando con ex ediles del GIL que hab¨ªan pasado, como en Estepona, al Grupo Mixto. En Casares, IU se hizo con la Alcald¨ªa negociando con un concejal del GIL que se integr¨® en el Grupo Mixto el mismo d¨ªa que se votaba la moci¨®n de censura.
Lo ocurrido en Estepona es bien distinto. El PP ha abierto las puertas a ediles del Grupo Mixto que ya militan en nuestro partido. Afirmar que la moci¨®n de censura de Estepona es un pacto con el GIL a escala nacional no pasa de ser una frivolidad concebida por ?lvaro Cuesta y repetida mec¨¢nicamente por Salvador Pend¨®n. Los siete concejales que han apoyado a Rosa D¨ªaz llevan a?o y medio en el Grupo Mixto: las siglas con las que concurrieron a las urnas se disolvieron con la marcha de Jes¨²s Gil Mar¨ªn y Jos¨¦ Ignacio Crespo. Ahora se han integrado en el PP, han asumido el programa de gobierno con el que concurrimos a las elecciones. Lo dem¨¢s son milongas. El gobierno municipal de Estepona era un desastre. En voz baja, todos lo dec¨ªan. El secreto ha dejado de serlo: hab¨ªa que contarlo y actuar en consecuencia, lloviera o tronase.
Joaqu¨ªn L. Ram¨ªrez es presidente del Partido Popular de M¨¢laga y diputado de Andaluc¨ªa.
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