El restaurador de sonidos
Un campanero hispalense recupera la campana mayor de la ermita del Roc¨ªo
Las campanas se han puesto de moda en el sur. Los que vienen de fuera suelen sorprenderse al o¨ªrlas pues no paran de sonar. Esto ocurre, quiz¨¢, porque Antonio Mendoza, experto campanero y restaurador de m¨¢s de un centenar de campanarios en Andaluc¨ªa, no ceja en su empe?o de arreglarlas. Seg¨²n cuenta, no da abasto. Raro es el d¨ªa que no le llaman de alg¨²n pueblo para poner a punto un viejo campanario; tambi¨¦n hermandades, cofrad¨ªas y p¨¢rrocos se interesan por sus habilidades. Todos reclaman sus servicios para afinar las viejas campanas de bronce, que, 'en la mayor¨ªa de los casos', dice Antonio, 'est¨¢n que se caen'.
El ¨²ltimo trabajo emprendido ha sido para recuperar la campana mayor del Santuario de Nuestra Se?ora del Roc¨ªo. Hace 20 d¨ªas que se la trajo a Sevilla y ah¨ª, en el patio de los naranjos de la sevillana iglesia del Salvador -que tambi¨¦n lo es de su casa, pues vive en un piso adosado a la torre- ha montado un caballete. Armado de soplete y radial, cincel, limas y martillo, ha procedido, seg¨²n dice, 'a hacerle un traje nuevo' a la m¨¢s estimada de las campanas rocieras.
Manuel Garc¨ªa es el vicetesorero de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Matriz de Nuestra Se?ora del Roc¨ªo. ?l no sabe mucho de campanas, 'aunque nosotros las usamos mucho', dice. Luego explica que la campana mayor de la ermita estaba muy mal, porque 'la tenemos muy trabaj¨¢'. 'Ahora nos apa?amos con las peque?as campanas que quedan, pero el hueco es muy grande. La echamos en falta', comenta.
Mendoza dice que la campana rociera, de casi 1.000 kilos de peso, fundida en 1972, ten¨ªa el yugo podrido. Ahora se lo ha hecho de hierro, imitando al estilo de los que se hac¨ªan de madera en el siglo XVI. Tambi¨¦n los ejes de apoyo y el badajo ha tenido que restaurarlos. Le ha puesto, por partida doble, nuevos refuerzos y sujeciones. A la campana se le ve reluciente y, 'como una gran dama', comenta Mendoza, est¨¢ ya dispuesta para volver a su torre.
Garc¨ªa explica que 'esta campana tiene mucho trabajo'. Todos los domingos, seg¨²n cuenta, vienen varias hermandades en peregrinaciones -en total son 97- y a la campana mayor la tienen tocando de 9 a 2 de la tarde.
?C¨®mo la afinan? Mendoza lo explica: 'Ahora con la radial; antes lo hac¨ªamos a base de cincel y martillo. El arte est¨¢ en saber quitarle lo justo del sitio preciso de su corona'.
El campanero del Salvador, de Sevilla y de media Andaluc¨ªa, representa la cuarta generaci¨®n de 'hombres mosca' (as¨ª llamaban a su padre por su habilidad para escalar espada?as) que, seguro, tendr¨¢ continuidad en sus hijos Antonio y Jes¨²s. El primer dato de esta familia en la prensa, de su relaci¨®n con los campanarios, es de 1856 cuando al bisabuelo Jos¨¦ se le califica, ya, como 'maestro de campaneros'.
Toques y ritmos a la carta
En Sevilla hay 98 parroquias con otros tantos campanarios poblados con 321 campanas. Lo dice Antonio Mendoza que es como un libro abierto cuando se trata de explicar lo que ocurre por 'esas alturas', encima de los tejados. No todo son campanarios Hay 'torres picudas' (68), espada?as (20) y hasta 18 matracas instaladas en otras tantas torres que ya no se oyen, pero que no hace tantos a?os rug¨ªan el d¨ªa de Viernes Santo. En la ciudad hispalense la campana m¨¢s grande de volteo est¨¢ en la Giralda. Pesa 1.750 kilos. La Santa B¨¢rbara, la segunda de acuerdo a su peso (980 kilos), se encuentra en la iglesia del Salvador. '?sta es la ¨²nica de la ciudad que a¨²n volteamos a mano', comenta este campanero, a punto de cumplir 50 a?os, con m¨¢s de tres d¨¦cadas en el oficio. No es que hoy se fabriquen muchas campanas, pero a¨²n pueden conseguirse de encargo. 'Una campana de 100 kilos suele costar sobre unas 100.000 pesetas', precisa el experto campanero. El abuelo, el padre y el propio Mendoza llegaron en su d¨ªa a fabricarlas en el patio de su casa 'pero hoy no es rentable. Prefiero encargarlas', apunta. Eso s¨ª, el trabajo de afinar y puesta a punto posterior lo hace Mendoza con sus manos expertas de artesano. 'Es muy importante que el fundido sea bueno, que el badajo no roce en la argolla, y, por supuesto, saber en qu¨¦ parte de la corona hay que eliminar material para que suene m¨¢s fino, agudo o m¨¢s grave'. Pero Mendoza se ha modernizado. Ahora instala en cada campanario un peque?o ordenador con el que programa los sones, las horas de toque, y hasta la velocidad de los ritmos. 'Estoy recuperando toques de hace 100 a?os', afirma. El campanero que naci¨® seg¨²n dice, 'debajo de una campana', cuenta que son muchas las personas mayores sevillanas que est¨¢n descubriendo ¨²ltimamente como sonaban anta?o las campanas de su parroquia. Mendoza puede programar la llamada a un bautizo, a una boda o a un funeral. Incluso tiene sonidos para 'avisar' de que ha muerto un anciano, una mujer, un hombre o 'lo que el p¨¢rroco quiera', asegura. Una oferta que no por novedosa desvirt¨²a el a?ejo y evocador sonido de las campanas.
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