Democratizar la democracia
?Qui¨¦n debe participar en la elaboraci¨®n de las leyes y las pol¨ªticas? ?Se deben reservar las decisiones p¨²blicas al criterio de los expertos y de los pol¨ªticos o se debe favorecer la implicaci¨®n ciudadana? Me surgen estas cuestiones al observar lo que sucede estos d¨ªas con algunos problemas a los que se enfrentan nuestras autoridades. Perm¨ªtanme elegir dos ejemplos de naturaleza muy diferente. Por un lado, el proyecto de ley de reforma de la universidad. Por otro, la decisi¨®n de construir un tranv¨ªa a lo largo de la avenida Diagonal hasta el Baix Llobregat.
Los universitarios han vuelto a salir a la calle, en esta ocasi¨®n con la novedad de ver a algunos rectores encabezando las manifestaciones. Se oponen a la reforma de la ministra Pilar del Castillo, pero en Catalu?a la protesta se dirige tambi¨¦n contra CiU por haber apoyado la aprobaci¨®n de esa ley en el Parlamento. ?Cu¨¢l es el n¨²cleo del malestar de los universitarios? Dejando de lado su disentimiento contra algunos contenidos concretos de la ley, la cr¨ªtica que m¨¢s se escucha es el no haber sido tenidos en cuenta en su elaboraci¨®n. Denuncian la ausencia de un debate social amplio, en el que participen especialmente aquellos que se van a ver m¨¢s directamente afectados por la reforma.
'El que exista consenso sobre la necesidad de cambiar las cosas -como es el caso de la Universidad- no puede habilitar a los pol¨ªticos para obviar el debate social sobre las reformas'
En el caso de la decisi¨®n de construir un tranv¨ªa en vez de un metro a lo largo de la Diagonal hasta el Baix Llobregat no ha habido protestas similares a las de los universitarios. Pero hay un malestar y una disconformidad difusos, pero perceptibles. Si uno vive o se da una vuelta por las poblaciones del Baix Llobregat lo comprobar¨¢. Los medios de comunicaci¨®n tambi¨¦n se hacen eco frecuente de ese malestar. Un art¨ªculo de Oriol Bohigas, publicado en estas mismas p¨¢ginas hace unas semanas, suger¨ªa que esa decisi¨®n responde b¨¢sicamente al capricho de algunos expertos y al inter¨¦s privado de la empresa concesionaria y al de la que fabricar¨¢ el material de transporte.
?Qu¨¦ nos dicen estos dos ejemplos? Que hay una demanda creciente de participaci¨®n ciudadana en la elaboraci¨®n de decisiones p¨²blicas. Una demanda de 'voz' y de m¨¢s transparencia. Esta demanda est¨¢ cogiendo a contrapelo a nuestras autoridades, ya sean las de Madrid o las de aqu¨ª, que reaccionan como si lo que se estuviese poniendo en cuesti¨®n fuese su legitimidad democr¨¢tica. Y no es as¨ª. Lo que se est¨¢ pidiendo es democratizar la democracia.
Pero, ?por qu¨¦ es importante el debate social sobre las pol¨ªticas? Fundamentalmente, para garantizar que en su formaci¨®n se tienen en cuenta los intereses generales. Hay una creencia generalizada de que las pol¨ªticas responden a inter¨¦s privados. Pero no hay raz¨®n alguna para que ganen los intereses creados si se permiten y fomentan los debates abiertos. El debate p¨²blico cr¨ªtico es un requisito indispensable de la buena pol¨ªtica econ¨®mica y social. El secretismo es el instrumento que usan los intereses privados para influir en las pol¨ªticas y capturar a los legisladores. Dado que no es posible garantizar a priori la calidad de los resultados de las pol¨ªticas, lo que hay que hacer es asegurar la calidad del proceso de toma de decisiones.
El que exista consenso sobre la necesidad de cambiar las cosas -como es el caso de la universidad- no puede habilitar a los pol¨ªticos para obviar el debate social sobre las reformas. Los pol¨ªticos deben resistir la tentaci¨®n de cambiar las cosas mediante leyes. Pero es dif¨ªcil no sucumbir a ella cuando se dispone de mayor¨ªas parlamentarias c¨®modas. El riesgo de Pilar del Castillo es enrocarse en esa legitimidad parlamentaria y no comprender lo que los buenos liberales progresistas espa?oles del siglo XIX ya se?alaron: no hay reformas econ¨®micas y sociales profundas y duraderas si no tienen tras de s¨ª fuertes corrientes de opini¨®n que las sostengan. El desd¨¦n con que la ministra y el propio presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar han tratado a los que se oponen calific¨¢ndolos de 'progresistas trasnochados', y la percepci¨®n de que a nuestros gobernantes les cae m¨¢s simp¨¢tica la universidad privada que la p¨²blica han impedido que surgiesen desde dentro de la comunidad universitaria esas corrientes favorables a la reforma. S¨®lo falta que la ministra incentive la protesta se?alando que no ve ning¨²n clamor en la calle.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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