El pueblo que no duerme

Siete a?os de lucha com¨²n han reforzado la unidad de la pedan¨ªa de Torremendo (Orihuela), cuyos vecinos vigilan las 24 horas del d¨ªa un camino para impedir el acceso de camiones al vertedero ilegal regido por ?ngel Fenoll, un empresario mecenas del PP de la Vega Baja, de turbio pasado y presente, bien conocido en los juzgados de Orihuela, donde fue condenado por comprar votos por correo para el PP y mantiene varias causas abiertas.

La resistencia vecinal contra la puesta en marcha de un vertedero de basuras en los aleda?os del pueblo se acrecienta estos d¨ªas. Proambiente, la empresa promotora de la instalaci¨®n, ha anunciado esta semana que tras una reciente resoluci¨®n del Tribunal Supremo a su favor piensa empezar a llevar basura muy pronto a esta pedan¨ªa de Orihuela.

La noticia no ha preocupado demasiado a los vecinos, pues est¨¢n seguros de que la basura no entrar¨¢ al pueblo. Como en Fuenteovejuna, todos a una, defienden su oposici¨®n a que eso ocurra. La responsable de la Asociaci¨®n de Vecinos de Torremendo, Loli Andreu, sostiene que un vertedero de basuras 'a kil¨®metro y medio de aqu¨ª destruir¨ªa la calidad de vida sana de Torremendo' -localidad eminentemente agr¨ªcola y poco urbanizada- 'que es de lo mejor que tenemos por aqu¨ª' .

La oposici¨®n vecinal empez¨® hace siete a?os y otros tantos millones de pesetas se ha gastado ya el pueblo con rifas, derramas y donativos. La lucha vecinal est¨¢ organizada hasta l¨ªmites inauditos. Las calles permanecen plagadas de carteles contra el vertedero y con fotos del alcalde de Orihuela, el popular Jos¨¦ Manuel Medina, y del empresario promotor de la instalaci¨®n colgadas de la farola del cruce central del pueblo. Los vecinos de Torremendo custodian desde hace unos a?os el angosto camino por el que la empresa pretende llevar la basura al vertedero; se trata de la ¨²nica v¨ªa que da acceso al lugar, y los ciudadanos lo vigilan d¨ªa y noche para impedir la entrada de camiones.

La vigilancia no es moco de pavo. Hacen turnos de diez personas, voluntarios; las listas con los turnos se exponen en bares y tiendas del pueblo, para que cada vecino tenga claro cu¨¢l es su d¨ªa de vigilancia.

Da igual que haga fr¨ªo o calor. Junto a la carretera que entronca con el camino que conduce al vertedero, a poca distancia de Torremendo, en medio del campo, los vigilantes se acomodaban en sillas playeras y sombrillas para combatir los 40 grados del verano. Ahora han construido una caseta de obra con chimenea y cocina, y disponen de varios sof¨¢s, sillas y mesas. Ah¨ª se calientan y se preparan la comida. Mientras las se?oras hacen ganchillo, los hombres juegan partidas de domin¨® y parch¨ªs. Otros asan carne o platican en las largas noches de vigilia. Un vecino cedi¨® el terreno y otro los materiales y en un fin de semana construyeron la caseta.

Los jubilados suelen ir por las ma?anas, para que los vecinos en activo vayan a trabajar, explic¨® Loli Andreu, y cuando a un joven le toca en fin de semana, suelen acudir otros grupos, las novias o amigos, con lo la vigilancia se hace m¨¢s llevadera. 'Como la cosa va para largo, hay que organizarse bien', comenta la representante vecinal, quien se muestra orgullosa de que el conflicto haya aumentado notablemente la convivencia entre los vecinos. 'Ahora somos como una gran familia', afirma'

Aunque es un pueblo peque?o, de unos 1.500 habitantes, y todos se conocen, no todos se trataban entre s¨ª. Ahora todo es distinto. Por extra?o que parezca el vertedero les ha unido hasta el punto de que se han zanjado hist¨®ricas rencillas entre vecinos. La representante vecinal, que lleva varios a?os respetando su turno de vigilancia, se?ala que el empresario 'no respeta ni permisos ni nada, va a lo bruto, avasallando los terrenos de los propietarios sin ni siquiera hablar con ellos'. Y agrega que un juez le dio derecho a pasar por el camino, pero s¨®lo con furgoneta, coche o moto, porque el camino s¨®lo tiene tres metros de ancho y los camiones no caben. As¨ª que 'decidimos hacer guardias para que no entren camiones por aqu¨ª, porque ¨¦l no lo respeta'.

La postura de la empresa Proambiente, seg¨²n su propietario, ?ngel Fenoll, es bien distinta: 'La Justicia me ha dado la raz¨®n y tengo todos los permisos para llevar basura al vertedero'. Y as¨ª lo har¨¢ pr¨®ximamente, asegura. 'Es ya mucho el dinero invertido all¨ª y s¨®lo queremos que nos dejen trabajar en sana paz'. Fenoll dice que no est¨¢ cerrado en banda y no deja de ofrecer la posibilidad de alg¨²n di¨¢logo con las fuerzas vecinales.

Pero el pueblo de Torremendo desconf¨ªa de todo. Discrepa con los argumentos del empresario y asegura que no es cierto que tenga todos los permisos necesarios para operar en el vertedero. En cualquier caso, los vecinos rechazan de plano la mera idea de que la basura comience a llegar al paraje campestre, un lugar que hasta se ha mantenido al margen de la contaminaci¨®n.

El empresario no da su brazo a torcer y dice que si no puede llevar la basura en camiones grandes lo har¨¢ en furgonetas. 'Eso es problema m¨ªo', dice. Los vecinos prefieren la iron¨ªa: 'S¨®lo con un helic¨®ptero podr¨¢ meter basura all¨ª'. La guerra es vieja pero la batalla contin¨²a, porque en el transfondo de este vertedero huele demasiado a podrido. Y Torremendo ni se corrompe ni se tapa la nariz.