Humanidades y estancias en el extranjero
Lo sucedido en los ¨²ltimos contratos de investigaci¨®n ofrecidos por el Ministerio de Investigaci¨®n y Ciencia, para cuya concesi¨®n pesaban decisivamente las estancias de los solicitantes en el extranjero, me trae a la memoria una convocatoria ya antigua, de la ¨¦poca socialista, en que para solicitar otros contratos tambi¨¦n de investigaci¨®n se exig¨ªa haber estado nueve meses en el extranjero.
Enti¨¦ndaseme, antes de nada: hablo desde el punto de vista de las Humanidades. En qu¨¦ medida lo que sigue es aplicable o no a las Ciencias, a las que se dedica casi todo el gasto p¨²blico en investigacion, lo dejo aqu¨ª en suspenso.
Vuelvo a mi tema. Resulta que yo dirig¨ªa un Proyecto de Investigaci¨®n, el Diccionario griego-espa?ol, y que trabajaban en ¨¦l personas bien formadas ya y que necesitaban promocionarse; viv¨ªan entretanto malamente. Pues no pudieron ni presentarse, no ten¨ªan la famosa estancia de nueve meses, el embarazo cultural que yo dec¨ªa. Y nosotros ¨¦ramos el punto de referencia, para ese trabajo, en todo el mundo.
Ahora en Espa?a es imposible crear escuelas cient¨ªficas como las que antes se creaban
Hubo suerte: pidi¨® el contrato para trabajar con nosotros un espa?ol que viv¨ªa en California; ten¨ªa, claro est¨¢, los nueve meses ?y era antiguo alumno m¨ªo y ven¨ªa a aprender con nosotros! Nos entendimos bien.
Claro que esos contratos son pan para hoy y hambre para ma?ana: a los tres a?os se le acab¨® el suyo y tuvo que largarse a California, donde vive ense?ando espa?ol. As¨ª es la repatriaci¨®n de cerebros.
Por supuesto que todo el que haya aprendido una ciencia aqu¨ª o all¨¢, donde sea, es muy digno de aprecio. Que lo demuestre, esto es lo que hay que pedirle. Pero no son admisibles barreras para nuestros alumnos, para los que trabajan con nosotros haciendo tesis doctorales y ayud¨¢ndonos a sacar adelante proyectos de investigaci¨®n que requieren una dedicaci¨®n y una dedicaci¨®n in situ prolongadas. Han vuelto a ser impuestas.
El haber calentado los bancos de sitios m¨¢s o menos prestigiosos no debe contarse en ning¨²n baremo. Pues eso es lo que acaba de pasar. En esta nueva convocatoria han tenido ¨¦xito, sin duda, gentes de formaci¨®n extranjera muy apreciable, tambi¨¦n n¨®madas culturales a los que nadie quiere y vagan de beca en beca. Personas cuyo desembarco en el CSIC y las universidades llevan a?os evitando. Ahora han encontrado la oportunidad de su vida desplazando a los que ten¨ªan quiz¨¢ m¨¢s m¨¦ritos, pero menos viajes.
Ha llegado un momento en que en Espa?a es imposible crear escuelas cient¨ªficas como las que antes se creaban: en Humanidades, las hubo absolutamente importantes. Un alumno sale de la facultad y gana una beca: es el ¨²nico modo de sobrevivir. Y la beca le obliga a ciertos meses de estancia en el extranjero, lo que le es ¨²til porque con ello a?ade puntos a sus baremos o curr¨ªculos.
Pero se desconecta de nosotros; y es frecuente que el famoso profesor X, con el cual ha ido a trabajar, no le haga ni pito de caso, no tiene tiempo ni inter¨¦s en ello. Vuelven repitiendo las ¨²ltimas modas o no repitiendo ninguna. Nos miran de arriba abajo o, simplemente, est¨¢n desorientados.
Todos hemos ido al extranjero, pero no por obligaci¨®n ni para ganar punto ninguno ni para desarraigarnos. Espa?a, en muchos campos, no es ya el desierto cultural de fines del XIX y comienzos del XX, cuando a Sanz del R¨ªo y a tantos les daban una c¨¢tedra y los enviaban luego a aprender a Alemania. A veces hasta podemos ense?ar: a los de dentro y hasta a los de fuera.
Pero sigue en nuestras esferas dirigentes, del PSOE o del PP, el terrible complejo de inferioridad. Puede que est¨¦n en lo cierto para algunas ciencias: no para otras. En todo caso, es la Ciencia, no los viajes, lo que hay que apreciar.
A veces, esos viajes son hasta contraproducentes. Un ejemplo muy claro es el de la Ling¨¹¨ªstica Indoeuropea. Antonio Tovar y otros la importaron de Alemania, la cultivamos aqu¨ª algunas personas. A partir de un momento superamos ciertas versiones puramente tradicionales y repetitivas de esta Ciencia en Alemania, donde se conservan inc¨®lumes.
Ser el primero una vez no es garant¨ªa de serlo siempre.
Pues all¨ª van ahora, quieras que no, con las becas, los alumnos de nuestros alumnos. Y vuelven repitiendo aquellas vetustas doctrinas. Es un retroceso. ?C¨®mo vamos a formar escuelas nuestras de este modo? ?C¨®mo vamos a sacar a flote proyectos de investigaci¨®n que requieren trabajo en equipo a largo plazo? No podemos crecer, y cualquier viajero con puntos de baremo nos desborda.
Nos estamos convirtiendo en el ¨²ltimo ac¨®lito, en el ¨²ltimo acomplejado seguidor de las nuevas modas o de las viejas rutinas, seg¨²n los casos.
Para hacer frente a lo que llega con el prestigio que a lo espa?ol se niega, utilizarlo sin dejarse subyugar, hay que tener primero una buena formaci¨®n. Aqu¨ª, en muchos campos, podr¨ªamos darla.
La Ciencia es internacional, por supuesto. Solamente queremos poner en ella nuestro granito, no ser parte de un magma an¨®nimo. Lo ¨ªbamos logrando y cada vez est¨¢ m¨¢s dif¨ªcil.
Francisco Rodr¨ªguez Adrados es miembro de la Real Academia Espa?ola.
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