Los dioses y sus extravagancias
Las religiones, para un racionalista, compiten no s¨®lo con dioses y doctrinas diferentes sino tambi¨¦n en excentricidad. La creencia en un ser sobrenatural va trufada de ritos inexplicables y comportamientos que sin el amparo de la fe ser¨ªan s¨ªntomas de locura. Por si fuera poco, los diferentes credos, adem¨¢s de unos rituales tan peregrinos como estrictos, que constituyen la ceremonia can¨®nica, disponen de un cat¨¢logo auxiliar de extravagancias aportadas por seguidores que no conformes con la irracionalidad oficialmente admitida a?aden rarezas de su propia cosecha que forman en conjunto un panorama desalentador para el pensamiento laico.
El escritor Andr¨¦s Sope?a, con su libro El florido pensil, consigui¨® que nos ri¨¦ramos de la doctrina que practicamos de ni?os y de su pintoresca puesta en escena (sabatinas, novenas, ayunos y procesiones). Un servidor, sin ir m¨¢s lejos, siendo ni?o, recibi¨® el t¨ªtulo de cirial pues era el encargado de transportar el cirio en las funciones de mayo y, el Jueves Santo, junto con otros once condisc¨ªpulos, se somet¨ªa a un somero lavado de pies por parte de un sacerdote que trataba de emular a Jesucristo en el higi¨¦nico pasaje del Nuevo Testamento.
Acaso por el peso de ese pasado estramb¨®tico a uno le resulta sorprendente el exagerado inter¨¦s de los medios de comunicaci¨®n en general en divulgar los rituales de otras religiones y, m¨¢s en concreto, la musulmana. Cada ramad¨¢n (el mes santo de los musulmanes) los peri¨®dicos y las televisiones se aprestan a informarnos con detalle de las normas que obedecen sus practicantes que, como en los dem¨¢s credos, est¨¢n sujetas a la extra?eza. Para un laico constituye una conducta anormal que las personas dejen de alimentarse, proscriban los instintos naturales de la sexualidad o eviten, no por h¨¢bitos saludables, el consumo de cigarrillos. Pues bien, Andaluc¨ªa y, m¨¢s en concreto Granada, donde viven 5.000 musulmanes, se convierten en el objetivo anual de los medios de comunicaci¨®n interesados por divulgar las conductas de los musulmanes.
Lo curioso es que este inter¨¦s se reviste de cierto sentido progresista, como si el ayuno musulm¨¢n fuera una novedad propia de los tiempos y la vigilia de Semana Santa y los ominosos ejercicios espirituales un arca¨ªsmo digno del olvido. En realidad, las religiones suelen coincidir en rarezas basadas en cimientos de la misma especie fant¨¢stica. A Borges, por ejemplo, le fascinaba era rara operaci¨®n matem¨¢tica denominada la Sant¨ªsima Trinidad.
La tolerancia no significa forzosamente el rechazo de lo propio y la alabanza de lo externo, sino la convivencia en paz de hombres y creencias por llamativas que ¨¦stas sean. Tolerante es, por ejemplo, el auto que ha dictado el juez de Almer¨ªa Nicol¨¢s Poveda contra los vecinos que se niegan a la instalaci¨®n de un consulado de Marruecos en su barrio y contra la silenciosa complicidad de las autoridades. Poveda ha calificado de racista la actitud reticente del vecindario y ha acusado a los pol¨ªticos de atrincherarse tras una interesada dejadez de funciones. Su auto es una lecci¨®n de ¨¦tica sin impurezas.
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