Parma con Renzo Piano
Hace muy pocos d¨ªas -todav¨ªa dentro del a?o verdiano- se inaugur¨® en la ciudad de Parma el nuevo Auditorio Niccol¨° Paganini con un excelente concierto de la Filarm¨®nica de la Scala, dirigida por los brillantes arrebatos de Riccardo Muti. Rossini, Stravinski y Brahms demostraron la calidad ac¨²stica de una sala de 780 localidades, proyectada por Renzo Piano y construida en s¨®lo 18 meses con un coste ligeramente inferior al presupuesto inicial. Estas dos circunstancias son dos milagros en obras financiadas por las administraciones italianas. El propio Piano est¨¢ construyendo desde hace m¨¢s de una d¨¦cada los nuevos auditorios de Roma con dificultades que a veces han parecido insalvables y que amenazan las esperanzas de aquel gran proyecto.
Las razones de esa eficacia deben ser en su mayor¨ªa de car¨¢cter pol¨ªtico y administrativo. Pero no dudo que los m¨¦todos constructivos y compositivos y, en general, la calidad del proyecto de Piano han sido tambi¨¦n fundamentales. Desde su primera obra mundialmente famosa -el Centro Pompidou en Par¨ªs, proyectado en colaboraci¨®n con Richard Rogers-, la evoluci¨®n de Piano ha sido lineal y comprensible: entre una complejidad formal expuesta con tanto entusiasmo y una l¨®gica esencial a veces dif¨ªcil de descubrir, Piano se ha esforzado en dar el protagonismo a esa l¨®gica esencial, limpiando, minimizando la complejidad expresiva. El museo Menil de Houston, los edificios p¨²blicos y el acuario del puerto de G¨¦nova, la reestructuraci¨®n del Lingotto de Tur¨ªn, la sistematizaci¨®n de Postdamer Platz de Berl¨ªn, el eje terciario de Ly¨®n son obras maestras en esta sucesiva depuraci¨®n que culmina en el Auditorio de Parma, una manera de hacer arquitectura que -como la de Mies, la de Kahn, o la de Palladio y Violet-le-Duc- crea implantaciones urbanas, bases visuales y constructivas, formas sin exabruptos de pura fantas¨ªa formal. La construcci¨®n y la cohesi¨®n urbana est¨¢n en la base expresiva de esa arquitectura.
La simplicidad formal, constructiva y funcional se refuerza incluso en el Auditorio de Parma, porque se trata de la reutilizaci¨®n de una antigua factor¨ªa del ochocientos, de la que se conservan las dos fachadas longitudinales -macizas, con huecos aislados- que delimitan lateralmente un espacio geom¨¦trico cerrado en sus testeros con dos grandes l¨¢minas de cristal que abren una permanente comunicaci¨®n visual con el jard¨ªn del entorno. Un espacio cuyo alt¨ªsimo valor po¨¦tico se expresa en su propia simplicidad geom¨¦trica.
El edificio, por tanto, abre ciertas reflexiones sobre la oportunidad y la eficacia de la conservaci¨®n de algunos testimonios hist¨®ricos. Estamos otra vez ante la pol¨¦mica del conservacionismo y la restauraci¨®n. Hay que reconocer que, en este caso, no hab¨ªa razones demasiado convincentes para conservar los dos muros, sobre todo cuando por razones constructivas -?y est¨¦ticas?- han tenido que ser envueltos con una estructura de hormig¨®n y han perdido, por tanto, sus antiguas texturas testimoniales. Imagino que lo decidi¨® la imposici¨®n conservadora de la Sobreintendencia de Bienes Hist¨®ricos, que en Italia tiene un arbitrario poder inaccesible y que Piano tuvo que aceptarlo y encontrar una manera arquitect¨®nica de intervenir que no fuese simplemente conservadora. As¨ª, ha demostrado que la obligada conservaci¨®n de unos elementos ni siquiera monumentales puede convertirse en un argumento compositivo original, casi en un principio de inspiraci¨®n.
Hace a?os, Llu¨ªs Clotet public¨® un art¨ªculo en Arquitecturas Bis en el que analizaba el proyecto de Pietro da Cotona para la ampliaci¨®n de Santa Maria della Pace y explicaba como el concepto de arreglo sustitu¨ªa con mayores m¨¦ritos al de modelo: la adaptaci¨®n a lo existente y la correcci¨®n de las dificultades dio lugar a uno de los mejores escenarios urbanos de Roma. Los ejemplos en esta l¨ªnea son abundantes, desde la escalera de la Biblioteca Laurenziana de Miguel ?ngel, que no pod¨ªa desarrollarse seg¨²n modelos establecidos, hasta el Dispensario Antituberculoso de Barcelona de Sert, Torres y Subirana, que no ten¨ªa espacio para explicar un edificio aut¨®nomo en un verde continuo, o el Palau de la M¨²sica Catalana de Dom¨¨nech i Montaner, que no ten¨ªa solar para un programa de composici¨®n sim¨¦trica. Los muros de la vieja f¨¢brica de Parma ?no pueden interpretarse tambi¨¦n como una de estas bienhechoras dificultades?
La ciudad de Parma tiene un centro hist¨®rico excelente, vivaz, monumental, y una primera expansi¨®n que, a pesar de los bombardeos de la guerra, mantiene un elevado tono, reforzado ¨²ltimamente con actuaciones concretas muy acertadas como la gran explanada de la Pilota seg¨²n un proyecto de Mario Botta o las intervenciones en interiores p¨²blicos de Guido Canali. Pero la periferia y los suburbios tienen la t¨ªpica enfermedad de lo marginado, como la mayor¨ªa de ciudades europeas, especialmente las italianas, que han acumulado muchos a?os de incontrol, de abuso y de posteriores condonni. Ahora se pone en marcha una serie de proyectos para reurbanizar estos sectores: recalificaci¨®n de edificios obsoletos, trazado de calles y plazas, superaci¨®n de la barrera del ferrocarril, higienizaci¨®n de reductos marginados. En una palabra: ocupaci¨®n urbana. Con estos programas habr¨¢ que pensar que tambi¨¦n en la correcci¨®n del urbanismo el arreglo puede ser m¨¢s eficaz que el modelo. Con una condici¨®n: tener la suficiente imaginaci¨®n para hacer de cada dificultad un motivo creativo.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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