F¨°rum a urgencias
La Navidad se nos echa encima y el F¨°rum 2004, que hoy celebra un decisivo Consejo de Administraci¨®n, sigue sin aclarar contenidos, objetivos y programas. Esto no quiere decir que desde la gran crisis de septiembre, cuando Josep Caminal renunci¨® clamorosamente al puesto de consejero delegado, no se haya trabajado. El concejal de Cultura, Ferran Mascarell, encargado de la gesti¨®n diaria desde entonces, ha creado una comisi¨®n permanente, integrada por tres representantes de cada una de las administraciones implicadas -Gobierno central, Generalitat, Ayuntamiento-, como principal ¨®rgano ejecutivo. Ha repescado la idea de un Festival de las Artes, al frente del cual ha colocado al director del Grec, Borja Sitj¨¤, liderando un consejo que integran los responsables art¨ªsticos de las principales instituciones musicales y teatrales barcelonesas (Teatre Nacional, Auditori, Liceo, Teatre Lliure) y de alguna extramuros (Centro Dram¨¢tico Nacional). Ha impulsado tambi¨¦n un comit¨¦ de sabios para asesorar al ¨®rgano permanente y propiciar el acercamiento entre F¨°rum y entidades ciudadanas, cuya mutua ignorancia provoc¨® en ¨¦poca de Jaume Sodupe ¨¢cidas cr¨ªticas que acabaron por costarle el puesto.
Dicho sea de paso, este comit¨¦ de sabios se halla a medio nombrar: de los siete miembros que deben integrarlo, s¨®lo se ha dado a conocer a cuatro -Josep Ramoneda, Valent¨ª Puig, Vicen? Villatoro y Carme Riera-. Sobre los otros tres, parece que las administraciones, obedeciendo a criterios partidistas m¨¢s que de gesti¨®n, no han logrado llegar todav¨ªa a un acuerdo.
En el Consejo de Administraci¨®n que se celebra hoy, Mascarell presentar¨¢ un proyecto de programaci¨®n que ha elaborado a partir de las distintas propuestas que ya estaban sobre la mesa -las exposiciones sobre los mitos fundacionales y sobre la lengua, que han recibido luz verde, son las dos m¨¢s destacadas- y de otras iniciativas nuevas que han surgido de las m¨²ltiples entrevistas que ha celebrado durante las pasadas semanas. Este proyecto, que debe discutir y aprobar el consejo, no se dar¨¢ a conocer de forma p¨²blica hasta el 12 de diciembre.
El horizonte no depara por el momento anuncios m¨¢s espectaculares. El nombramiento de un nuevo consejero delegado parece no estar en la agenda inmediata de los responsables del evento, s¨ªntoma evidente de que les resulta m¨¢s c¨®modo que alguien lleve la gesti¨®n diaria de forma provisional antes que apostar por un nombre v¨¢lido de aqu¨ª a 2004. Vistos los dos fracasos anteriores puede comprenderse la prudencia, pero en ning¨²n caso justificarla. Una de las ideas que se han barajado es la de colocar a un consejero delegado de consenso, con un perfil m¨¢s intelectual, y un director general expresamente encargado de hacer cuadrar las cifras, sobre las que siguen planeando dudas inc¨®modas: esos cinco millones de visitantes previstos que con el pago de su entrada deber¨ªan cubrir el 30% del presupuesto -15.300 millones de pesetas, de un total de 51.000 millones- suscitan recelos, m¨¢xime cuando la primigenia idea de concentraci¨®n de espect¨¢culos en la zona de Diagonal Mar ha quedado relegada a favor de una mayor participaci¨®n de toda la ciudad que inevitablemente conducir¨¢ a diluir la oferta.
Pero todo ello son consideraciones de puertas hacia adentro. El ciudadano sigue donde estaba desde que empez¨® a perfilarse la idea del F¨°rum: sin entender de qu¨¦ va. Peor: sin saber siquiera qui¨¦n es el encargado de explic¨¢rselo. Y a todo esto se a?ade el agravante del factor tiempo.
Empezar 2002 con tantos interrogantes abiertos no permite excesos de optimismo.Se dir¨ªa que las administraciones han entrado en la temible fase del reparto de cuotas de influencia y de equilibrios de partido, cuando lo que de verdad apremia es urdir un relato comprensible sobre el F¨°rum y generar en torno a ¨¦l una ilusi¨®n colectiva que de momento no se ha visto por ninguna parte. Conseguirlo sin una cabeza visible que enarbole la bandera con convencimiento resulta imposible. De ah¨ª la urgencia de nombrar a un consejero delegado definitivo.
Es sabido que, a falta de capitalidad pol¨ªtica, Barcelona ha funcionado a golpes espasm¨®dicos de eventos internacionales para prosperar. Los a?os 1888, l929 y 1992 se?alaron hitos decisivos en su urbanismo moderno. Pero si en estos tres casos fueron las convocatorias las que tiraron del carro de la obra p¨²blica, ahora es la obra, ya no p¨²blica, sino privada, la que ha tomado la delantera a los fastos. La falta de suelo edificable ha propiciado que en Diagonal Mar haya surgido ya un nuevo barrio, al margen de las cuitas del propio F¨°rum. Precisamente, la edificaci¨®n p¨²blica es la que avanza de forma m¨¢s cansina: la todav¨ªa no empezada depuradora de aguas, que deben financiar a medias el ministerio y el Departamento de Medio Ambiente de la Generalitat, y sobre cuyo tejado debe alojarse la mayor parte de la explanada donde se desarrollar¨¢n los espect¨¢culos al aire libre, a?ade nuevas urgencias al calendario.
Entre otras, son estas nuevas circunstancias las que inducen a pensar que ya no es tiempo de exposiciones universales, sino de encuentros en torno a lo ¨²nico que hoy puede propiciar el di¨¢logo entre lo diverso: la cultura. Desaprovechar esta intuici¨®n cuando ya hay un presupuesto consensuado y cerrado parece un derroche que esta ciudad de ning¨²n modo debe permitirse. Como capital ha perdido ya demasiados trenes. No parece, pues, mucho pedir a los responsables pol¨ªticos que aparquen sus pruritos partidistas y sus poco disimuladas veleidades de aprovechar el evento en beneficio de sus propias carreras, y aceleren de una vez un proyecto que demanda a gritos ser explicado y, a ser posible, apreciado en lo que vale. Demasiados rid¨ªculos lleva acumulados el F¨°rum de les Cultures como para que no resulte urgente ventilarlo a la luz p¨²blica.
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