Independencia
Sobre un promontorio de caliza, el saharaui contempla la aridez del conf¨ªn: le arde la pupila como ardieron los intestinos de sus padres, en las aguas envenenadas de Bir Lehlu o en la gelatina ¨¢cida del napalm marroqu¨ª, derramada desde la inclemencia y el despotismo del sello alauita. Para el saharaui la nostalgia de su tierra no es un sue?o atrapado en el llanto, sino un impulso de libertad que alimenta la memoria, y el perfume salobre que le sopla de la pen¨ªnsula de Dajla todos los caminos del retorno. No se cierra el trato de ventaja y martingala, por encima de la traici¨®n y el crimen, de la tortura y la atrocidad, del tiempo del olvido en los campamentos de Tinduf, de la ocupaci¨®n encarnizada de la tropa enemiga, y del monarca que despliega su impostura en el destello de un espejismo. El saharaui ha cumplido limpiamente y reclama la independencia y la soberan¨ªa de su pueblo: que se anuncie, por fin, despu¨¦s de una espera de intrigas y enredos, el claro d¨ªa del refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n. ?se fue el acuerdo.
Pero algunos semblantes se descomponen cuando se invocan palabras como autodeterminaci¨®n, independencia y libertad; y abatidos por el p¨¢nico, descubren sus miserias y complicidades. Rabat subasta el suelo ajeno y lo entrega a la rapi?a de compa?¨ªas petroleras francesas y estadounidenses, mientras James Baker cocina un plato sustancioso para saciar el apetito irresistible de un rey que se engulle a sus propios s¨²bditos de aperitivo y degrada a sus compinches. Detr¨¢s del fest¨ªn, se vislumbran la ruindad moral, la ambici¨®n imperialistas y la madriguera de la cobard¨ªa. Pero ni el m¨¢s leve sentimiento de culpa. Se ve que esa chusma de lentejuelas y bisuter¨ªa es ya material de desecho. Y qu¨¦ se puede esperar, si el ministro Jos¨¦ Piqu¨¦ sentencia que el refer¨¦ndum es imposible, y enuncia as¨ª que la diplomacia se reduce al sacrificio de todo un pueblo. Desde lo alto del promontorio de caliza, el saharaui contempla la ¨¢rida belleza de su tierra, y discretamente se tapa la nariz. El hedor que fluye de tanta porquer¨ªa, provoca n¨¢useas.
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