Concesiones al mercado
El concierto in memoriam de Isaac Stern, fallecido el pasado 22 de septiembre, se program¨® con un buen planteamiento: Schlomo Mintz, uno de sus m¨¢s prestigiosos disc¨ªpulos, al viol¨ªn. Adrienne Krausz, brillante int¨¦rprete y colaboradora frecuente de Mintz, al piano. Y un programa que parec¨ªa querer subrayar el inter¨¦s de Stern hacia la contemporaneidad.
En las dos Rapsodias para viol¨ªn y piano de Bart¨®k, ambos m¨²sicos lucieron una excelente variedad en los ataques, una gama din¨¢mica impresionante, y un fraseo tan idiom¨¢tico como cincelado. Obras absolutamente vigorosas y un punto atormentadas (sobre todo la n¨²mero 1), exigen un ajuste perfecto entre el viol¨ªn y el piano. Adrienne Krausz no desmereci¨® en absoluto con respecto a la estrella de la velada, y su instrumento, percusivo, l¨ªmpido y vigoroso, brill¨® con todo el protagonismo que Bart¨®k le diera.
Homenaje a Isaac Stern
Schlomo Mintz, viol¨ªn. Adrienne Krausz, piano. Obras de Bart¨®k, Stravinski, Poulenc y Sarasate. Palau de la M¨²sica. Valencia, 20 de noviembre.
El D¨²o concertante de Stravinski es una obra elegant¨ªsima en cuyo inicio Mintz consigui¨® una nota pedal totaltamente fundida con el sonido del piano, y que fue desarrollada luego con buenos dise?os en la estructura y amor en el detalle. Los logros del viol¨ªn convencieron m¨¢s en las dos ?glogas, sofisticadamente pastoriles, que en los movimientos r¨¢pidos, donde el ataque de las dobles cuerdas no siempre se traduc¨ªa en sonoridades atractivas. Algo similar sucedi¨® con la Sonata de Poulenc. Cabr¨ªa destacar en ella la segunda secci¨®n del movimiento inicial, donde el violinista luci¨® un fraseo de largo aliento, y el principio del Intermezzo, con un inteligente juego de ambos pedales que produjo ecos delicados y evanescentes en el piano.
Tributo
Pero era preciso pagar tributo al gusto de cierto p¨²blico, para desencadenar el entusiasmo y el aplauso de los oyentes. En este caso se escogi¨® el Concierto fantas¨ªa sobre Carmen, de Sarasate, donde el viol¨ªn puede exhibir todos sus recursos: ejecuci¨®n sul ponticello, arm¨®nicos, dobles cuerdas, velocidades endiabladas, etc¨¦tera. Una vacua demostraci¨®n de agilidad que elimina todo el sustrato tr¨¢gico de la Carmen concebida por Bizet y la convierte en m¨²sica circense cuyo objetivo es el 'm¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa'. Tras una sesi¨®n donde el equilibrio entre piano y viol¨ªn hab¨ªa imperado, donde las est¨¦ticas renovadoras se exhib¨ªan abiertamente y donde la calidad de las obras resultaba incuestionable, hubo que demostrar, por si alguien no lo hab¨ªa notado, que Schlomo Mintz es un virtuoso, que el piano 'debe' aparecer como segund¨®n en los d¨²os con viol¨ªn, y que el mejor m¨²sico es el que m¨¢s r¨¢pido toca. Sarasate era lo m¨ªnimo para redimirse, ante el p¨²blico m¨¢s conservador, de una velada dedicada al siglo XX. Y, desde luego, consigui¨® dejar su caracter¨ªstico sabor de boca.
Menos mal que, tras los encendidos aplausos arrancados por esa Carmen penosa, la propina fue otro Bart¨®k que -ahora s¨ª- puso la guinda donde correspond¨ªa.
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