La suerte de Kunduz
El asedio de Kunduz, ¨²ltimo basti¨®n talib¨¢n en el noreste de Afganist¨¢n, parece vivir sus momentos decisivos. La ca¨ªda de la ciudad, castigada por los bombarderos pesados estadounidenses y sitiada desde hace m¨¢s de una semana por las fuerzas de la Alianza del Norte, dejar¨¢ a la milicia fundamentalista afgana, que dominaba hace pocas semanas el 90% del pa¨ªs, confinada en su feudo espiritual de Kandahar, en el sur. All¨ª se refugia el mul¨¢ Omar y all¨ª sit¨²a el espionaje occidental a Osama Bin Laden, tras cuyo rastro EE UU y el Reino Unido han puesto a sus comandos especiales y los medios t¨¦cnicos m¨¢s avanzados.
El transcurso de la guerra ha rebajado la estatura del ap¨®stol saud¨ª del terror. Quien poco despu¨¦s del 11 de septiembre era visto como un cerebro capaz de ingeniar la destrucci¨®n del sistema de valores occidental se ha ido transformando en fugitivo megal¨®mano, jefe de una secta en desintegraci¨®n. Sus mensajes apocal¨ªpticos grabados han cesado, lo mismo que las manifestaciones en su apoyo, sobre todo en Pakist¨¢n, cuyo Gobierno ech¨® ayer el ¨²ltimo cerrojo sobre los talibanes al clausurar su Embajada en Islamabad.
Las informaciones contradictorias sobre Kunduz se han sucedido. Unas hablan del comienzo de la rendici¨®n; otras, de la determinaci¨®n de resistir de sus defensores, sobre todo de los varios miles de mercenarios extranjeros -chechenos, ¨¢rabes, paquistan¨ªes- llegados a Afganist¨¢n para hacer causa con Bin Laden y su red terrorista o atendiendo el mensaje mesi¨¢nico integrista. Estas fuerzas de apoyo temen ahora su ejecuci¨®n directa por la Alianza del Norte. A diferencia de los talibanes atacados en Kandahar, que en ¨²ltima instancia pueden intentar disolverse en el campo o huir a trav¨¦s de la porosa frontera paquistan¨ª, los mercenarios de Kunduz no tienen adonde ir: frente a ellos, una fuerza poco misericorde; a sus espaldas, una cadena monta?osa y Tayikist¨¢n, que padece su propio separatismo isl¨¢mico y de cuyo Gobierno no cabe esperar contemplaciones.
Comandantes talibanes en Kunduz habr¨ªan propuesto entregar la plaza a cambio de un corredor seguro hacia Pakist¨¢n para los mercenarios. Estados Unidos, por boca de su ministro de Defensa, se ha opuesto abiertamente a esta v¨ªa de escape para unos combatientes fanatizados que reproducir¨ªan en otros lugares la misma pesadilla. Washington, sin embargo, debe utilizar su influencia con los jefes militares afganos para imponer el respeto de las leyes de la guerra y evitar una nueva matanza innecesaria. Ser¨ªa un buen auspicio para la reuni¨®n sobre el futuro de Afganist¨¢n que comenzar¨¢ el lunes en Bonn.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.