Testigos de la vida vac¨ªa
'Perded todo todo realismo al traspasarme'. ?sta ser¨ªa la advertencia dirigida al lector a las puertas de esta novela, pues es verdad que, si no lo hace as¨ª, no podr¨¢ caminar por ella y correr¨¢ el riesgo de perderse en un disparate que s¨®lo le provocar¨¢ confusi¨®n e irritaci¨®n. Ahora bien, si acepta el disparate (o la apariencia de disparate), se encontrar¨¢ metido en un texto tan atrevido y singular como pocas veces se habr¨¢ merecido disfrutar. Del mismo modo en que la eficiencia de La metamorfosis descansa en el minucioso realismo con que est¨¢ narrada una situaci¨®n absurda, la de Ferdydurke est¨¢ en el minucioso absurdo con que se cuenta una historia extremadamente vulgar. Se presenta un hombre en la treintena, Pepe, cuya 'apariencia semejaba la de un hombre maduro (que), sin embargo no estaba maduro'. El profesor Pimko se lo lleva a la escuela para educarlo y, a partir de ah¨ª, nuestro h¨¦roe pasar¨¢ por las manos de Pimko (la ense?anza, la autoridad), la familia Juventona (la burgues¨ªa de corte familiar), la joven Juventona (la colegiala), los chicos de la escuela (la adolescencia), su t¨ªa (la aristocracia) y el pe¨®n Quique y la servidumbre (el pueblo llano en diversas formas). Pido perd¨®n por contarlo as¨ª, es una mera orientaci¨®n para uso del desorden.
FERDYDURKE
Witold Gombrowicz Traducci¨®n del autor asesorado por un comit¨¦ de traducci¨®n Seix Barral. Barcelona, 2001 320 p¨¢ginas. 2.900 pesetas
Porque el descubrimiento de Pepe es, sencillamente, que lo ¨²nico que desea es vivir en la inmadurez y esta novela es, a fin de cuentas, un elogio y defensa de la inmadurez. Pero lo verdaderamente admirable es el modo en que consigue Gombrowicz culminar su proeza. Ernesto S¨¢bato sugiere en su pr¨®logo que lo que hay en el libro es una lucha entre lo dionosiaco y lo apol¨ªneo y que la inmadurez est¨¢ del lado de lo dionisiaco. Seg¨²n Gombrowicz, 'el supremo anhelo de Ferdydurke es encontrar la forma para la inmadurez'. Y, si bien lo reconoce imposible, a ello dedica su novela. Y lo primero a considerar es la forma, en efecto, en que Gombrowicz crea un estilo tan absolutamente adecuado al disparate que dimana de ¨¦l; por decirlo a la llana: el narrador se infantiliza en su expresi¨®n de manera que su camino a la sugerencia propia de todo gran texto narrativo es, parad¨®jicamente, la evidencia misma del disparate; lo que ocurre es que, en este caso, la explicitud es la que acaba resultando misteriosa y sugerente en la imaginaci¨®n del lector. As¨ª es como lo que en realidad aflora en el texto es el vaciamiento de la vida adulta, la exaltaci¨®n de la nader¨ªa trascendente, la repetici¨®n de lo obvio, la insulsez del mundo formalmente maduro, adulto. Por su parte, los inmaduros carecen de creencias, ideales, convicciones firmes: se los fabrican a medida que los necesitan. Y as¨ª es como fabrica tambi¨¦n su prosa Gombrowicz. A lo que asistimos es, desde luego, a la invenci¨®n de esa forma hecha literatura; pero, ?qu¨¦ revela, adem¨¢s, la imposibilidad de dar forma a la inmadurez? Aqu¨ª me permito un recuerdo a Musil: revela la inexistencia de un centro (como, en su novela, no lo tienen el anillo de Clarisse o la Acci¨®n Paralela). La vida formal de la gente madura, establecida, es un puro vaciamiento de vida, y s¨®lo queda un vac¨ªo donde debi¨® estar el centro, el sentido. La colusi¨®n entre la inmadurez imposible (pero dionisiaca) y la oquedad que la vida oficial contiene bajo su m¨¢scara de madurez trascendente es el verdadero motor de la novela de Gombrowicz, sin el cual ser¨ªa un mero disparate, repetitivo y decadente. Estamos ante una formidable met¨¢fora de la vida moderna contada con un estilo tan informal como la inmadurez misma.
?Un juego? S¨ª, un juego extraordinariamente sugestivo y trascendente, pero as¨ª lo tomar¨ªa yo para alcanzar su sentido y disfrutarlo plenamente. 'En vez de caminar derecho, r¨ªgido como los m¨¢s grandes escritores de todos los tiempos, giro de modo absurdo sobre mi propio tal¨®n', confiesa el narrador. El modo de expresi¨®n no es menos at¨ªpico, v¨¦ase un ejemplo: 'Estaba tan cerca, que podr¨ªa alcanzarnos con las manos, mas justamente eso le induc¨ªa a no alargar las manos, estaba demasiado cerca, la cercan¨ªa le atrap¨® con sus Pinzas'. Este modo de jugar y dar la vuelta (espacialmente) al concepto de 'cercan¨ªa' es caracter¨ªstico del estilo ferdydurkiano.
Pepe, obligado por las circunstancias a raptar a su sosa prima Isabel, trata de convencerse, sin lograrlo, de que la ama, pero entonces es atrapado por el deseo adulto de Isabel, que lo sume dentro de ella y otra vez se ve obligado a huir en pos de su inmadurez. As¨ª termina el libro. El lector lo habr¨¢ abandonado mucho antes o se habr¨¢ hecho un entusiasta. El libro es un mito en s¨ª mismo y una vez que entra uno en ¨¦l, est¨¢ perdido: 'Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate...'.
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