Carta a los ferdydurkistas
SI ALGUNO de entre vosotros a¨²n respira, ferdydurkistas, que no desespere porque yo no he muerto. Un tanto alejado y aislado arrastro una existencia dudosa y marginal all¨ª donde Am¨¦rica hunde su dedo entre oc¨¦anos. Tal vez fuera mejor correr un tupido velo sobre mis actividades durante todos estos ¨²ltimos a?os: mi maldita atracci¨®n por la botella me ha condenado a la borrachigraf¨ªa y a la burbuja, borracho como un polaco, merodeador y descarriado, he ido a tientas, rodeado de 'amigos' ambiguos, sacudido por un interminable hipo de arcadas espirituosas, babeando dulcemente bajo la mesa, abarcando con la mirada imb¨¦cil un cielo m¨¢s imb¨¦cil a¨²n, sac¨¢ndoles, a fuerza de bajezas, viles sumas de dinero a empleadillos igualmente viles. Cualquiera se me pod¨ªa sentar en la cara. En este clima c¨¢lido y ligeramente h¨²medo, el ¨¢rbol de mi naturaleza ha hecho crecer en m¨ª brotes inesperados y altamente sospechosos, ante el espanto y la estupefacci¨®n de quienes me conoc¨ªan... A pesar de ello, ferdydurkistas, no desesper¨¦is. Porque he aqu¨ª que la raz¨®n despierta de nuevo, amortajada por una monta?a de estupideces, al tiempo que la mirada vidriosa empieza a brillar con nueva y penetrante luz. Este cad¨¢ver no est¨¢ muerto y muy pronto, nuevas melod¨ªas, hasta ahora desconocidas, van a llegar a vuestros o¨ªdos.
No, no vais a leer en la prensa que se publican en Polonia mis novelas y mi correspondencia: eso no servir¨ªa de nada. Estoy, respecto a la est¨¦tica contempor¨¢nea, en un desacuerdo tan apasionado y esencial, que esa disputa no podr¨ªa ser arreglada con unas pocas palabras; por otra parte, no deseo deshonorarme uniendo mi voz a un coro que, en mi opini¨®n, desafina. Llegar¨¢ la hora en que la jaur¨ªa de mis escritos, liberada de su tra¨ªlla, se lanzar¨¢ contra esas duplicidades e imposturas, como los perros contra una res cebada. Entonces se sabr¨¢ qui¨¦n es lo loco, el est¨²pido, el snob, el charlat¨¢n: yo, o mis numerosos y solemnes enemigos. Pero todav¨ªa no. Antes debo terminar lo que he empezado.
Tened paciencia pues, fieles de san Ferdydurke. Reconozcamos que la vida nos ha propinado una buena paliza. Nuestra dignidad por los suelos y nuestra casa... destruida mientras una sonrisa idiota deformaba nuestros labios ensangrentados. Pero todo eso ha terminado y hoy iniciamos una nueva creaci¨®n. Que esa creaci¨®n sea ¨²nica y verdadera, no una miserable imitaci¨®n, una firma gratuita, una simple forma de hablar sin decir nada, sino un verdadero trabajo del esp¨ªritu a la b¨²squeda de su expresi¨®n. Creedme: por raro o incluso alocado que yo sea, y aunque en verdad haya ca¨ªdo en una extra?a frivolidad, al menos veo muy claro y s¨¦ que debemos abrir nuevos horizontes. (...)
Porque (y con ello os revelo un secreto) el ferdydurkismo no es m¨¢s que la voluntad de creaci¨®n, y ferdydurkista es todo aquel que exige que el Arte sea 'Creador'. No desesper¨¦is pues.
Extracto de una carta publicada por Witold Gombrowicz en Autobiograf¨ªa sucinta, textos y entrevistas (Anagrama).
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