Las afganas quieren trabajar
Las mujeres vuelven a ocupar sus puestos en el sistema sanitario y buscan nuevas salidas
No han tardado en reclamar los puestos que les arrebataron los talibanes. Las mujeres afganas con formaci¨®n en medicina -doctoras, enfermeras y celadoras-, se han presentado de nuevo en los hospitales y centros sanitarios que, a duras penas, todav¨ªa funcionan en el Afganist¨¢n que ya no est¨¢ bajo control de los talibanes y han reclamado los puestos de trabajo de los que fueron expulsadas durante el avance de los fundamentalistas isl¨¢micos.
No se trata s¨®lo de un paso importante para ellas. El resto de las mujeres -que a pesar de no sufrir ya las restricciones de los talibanes, todav¨ªa tienen dificultad para ser tratadas por hombres- ya tienen acceso al, menos que b¨¢sico, sistema sanitario. Para subrayar que no es algo puramente simb¨®lico, diversas agencias de Naciones Unidas han hecho un llamamiento urgente para que se incorporen a la sanidad el mayor n¨²mero posible de mujeres.
Pero mientras esto ocurre, otras mujeres, estudiantes de medicina, han decidido no quedarse cruzadas de brazos. Es el caso de Samira Rahme Hoda quien aguarda para realizar una prueba en Radio Afganist¨¢n. 'Todav¨ªa no se han visto demasiados cambios, pero los esperamos pronto. Estamos felices', anuncia.
Su hermana Rayah lleva tres d¨ªas trabajando en el desvencijado edificio de la radio, pero lo que de verdad le gustar¨ªa es dar el salto a la televisi¨®n. 'Cuando los talibanes capturaron Kabul, estaba en el segundo curso de periodismo y empec¨¦ a trabajar en la radio de Mazar-i-Sharif', cuenta. La llegada de los integristas a esa ciudad norte?a acab¨® con su sue?o dos a?os m¨¢s tarde.
La semana pasada, Yamila Muyahid volvi¨® a leer un bolet¨ªn informativo en Radio Afganist¨¢n despu¨¦s de cinco a?os sin una voz femenina. Muyahid fue la ¨²ltima locutora antes de que los talibanes prohibieran el trabajo de las mujeres. Ahora, tras la llegada de la Alianza del Norte a Kabul, ha sido la primera en reincorporarse. Su decisi¨®n ha servido de ejemplo. Sin convocatoria previa, un pu?ado de afganas se ha presentado a las pruebas de locuci¨®n de la emisora reci¨¦n reinaugurada.
Todas van cuidadosamente maquilladas y vestidas con esmero, aunque de forma conservadora: pantal¨®n o falda larga, chaquetas amplias y pa?uelo en la cabeza. Mantienen el burka levantado mientras hablamos. 'Cuando se normalice la situaci¨®n, en el futuro pr¨®ximo, tendremos un uniforme adecuado', justifica Samira cuando le pregunto por qu¨¦ no ha dejado el burka en casa. 'Esperamos a que otras mujeres den el paso, tal vez cuando regresen las que se fueron del pa¨ªs', contesta Rayah. Pero si por ellas fuera... 'Estoy aburrida de llevarlo', se queja Samira; 'adem¨¢s, me provoca dolor de cabeza'. 'No s¨®lo eso, sino que compras algo en el bazar y cuando llegas a casa te das cuenta de que es diferente', apunta Rayah en medio de las risas de las dem¨¢s. Cuando un funcionario con aspecto de comisario pol¨ªtico intenta impedir que hablen con los periodistas, ellas les citan a la salida del recinto.
Las afganas han optado por la prudencia. Y cuando hablamos de las afganas nos referimos a las mujeres de las ciudades, porque en los pueblos la posibilidad de quitarse el burka no se les ha pasado por la cabeza. 'Era una costumbre rural y los talibanes la impusieron en todo el pa¨ªs', recuerda Samira. 'Tanto yo como mis amigas esperamos hasta ver c¨®mo evoluciona la situaci¨®n, porque a¨²n no hemos visto a ninguna mujer que se lo haya quitado', comenta Tania Mehidi, una joven de 24 a?os que quiere ser m¨¦dico. 'El Gobierno a¨²n no ha hecho una declaraci¨®n al respecto', precisa.
Ninguna quiere ser la primera. 'Cuando otras lo hagan', confirma su prima Sharara, de 18 a?os. Tienen miedo del qu¨¦ dir¨¢n. 'La gente mira mucho', admite Layla, de 19 a?os. Ella fue una de las valientes que se quit¨® el burka en una manifestaci¨®n a principios de semana. 'Las mujeres nos dec¨ªan 'felicidades', pero los hombres murmuran cosas feas', lamenta. Layla volvi¨® a ponerse el burka al d¨ªa siguiente. 'Es que hoy he venido sola', justifica.
M¨¢s all¨¢ del burka, lo que realmente preocupa a las mujeres es encontrar trabajo. 'Tengo tres hijos que mantener y desde que mi marido muri¨® en la guerra, hace seis a?os, no he recibido ning¨²n tipo de pensi¨®n; he vivido de la limosna', manifiesta F¨¢tima.
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