Campeones mundiales
Argentina no ha decepcionado a sus seguidores y ha seguido ocupando las primeras p¨¢ginas de los medios de comunicaci¨®n. Con creciente dramatismo, hemos asistido al desplome de los datos de actividad econ¨®mica y recaudaci¨®n fiscal del pa¨ªs, al incumplimiento de la Ley de D¨¦ficit Cero anunciada a principios de septiembre, al anuncio de la propuesta para llevar a cabo de forma inmediata una reestructuraci¨®n de la deuda p¨²blica 'ordenada y voluntaria', y a una puesta en escena de la peculiar gobernabilidad del pa¨ªs que esta vez se ha traducido en la necesidad de emplear m¨¢s de un mes para concluir un nuevo pacto de reparto de los ingresos p¨²blicos entre el Gobierno federal y las provincias. Dado que todo ello ha ocurrido en medio de la primera recesi¨®n mundial en dos d¨¦cadas, no hay por qu¨¦ sorprenderse de que el riesgo en el pa¨ªs argentino se haya encaramado por encima de los 3.000 puntos b¨¢sicos. Como, con involuntaria iron¨ªa, ha dicho el ministro Cavallo: en probabilidades de cesaci¨®n de pagos los argentinos ya son 'campeones mundiales'.
Tras un 'default', Argentina se ver¨ªa apartada de los mercados internacionales por un periodo que no se puede hoy anticipar
Poca gente en la academia o en la comunidad internacional queda que siga pensando que Argentina tiene 'soluci¨®n'. La percepci¨®n generalizada es que tras cuatro a?os de recesi¨®n que han acabado desembocando en una aut¨¦ntica 'depresi¨®n econ¨®mica', y tras haber despilfarrado todas las ocasiones que el pa¨ªs ha tenido a lo largo de los ¨²ltimos doce meses para evitar un fatal desenlace, el pa¨ªs se encuentra al final de la escapada. Para unos, la deuda p¨²blica argentina -probable-mente ya en torno al 55% del PIB- es insostenible e incompatible con el crecimiento. Para otros, el problema son los precios relativos que han provocado 10 a?os de tipo de cambio fijo. Para el resto, los problemas son los dos anteriores y algunos otros tambi¨¦n de dif¨ªcil soluci¨®n. En todo caso, Argentina ha llegado al pen¨²ltimo recodo del camino.
El mantra mil veces repetido es que ya es la hora de buscar nuevas v¨ªas y, como cab¨ªa esperar, ante esa demanda el men¨² de opciones ha ido creciendo por d¨ªas. Uno de los pocos elementos que comparten ese espectro de posibles 'soluciones' es la predicci¨®n de que, haga lo que haga, a Argentina le espera tiempos muy dif¨ªciles. El otro, es el humanamente comprensible deseo de sus proponentes de tener raz¨®n. Una vez comprobado que el Plan A no ha funcionado, los m¨¢s reputados analistas internacionales -Mussa, Krugman, Haussman- han acabado por considerar inevitable la ruptura de la convertibilidad para, en algunos casos, tratar de avanzar esquemas imaginativos que mitiguen los efectos patrimoniales que acarrear¨ªa una devaluaci¨®n en un pa¨ªs en el que los pasivos acumulados en d¨®lares del sector privado y p¨²blico suponen el 100% del PIB.
La polvareda levantada por este diagn¨®stico est¨¢ opacando no s¨®lo los postreros intentos argentinos para evitar el default y la devaluaci¨®n del peso, sino tambi¨¦n las consecuencias del 'd¨ªa despu¨¦s' de apretar el 'bot¨®n rojo' del default o de la devaluaci¨®n. Es evidente que tras un default, Argentina, tal y como le ocurre desde septiembre del a?o pasado, se ver¨ªa apartada de los mercados internacionales por un periodo de tiempo que no se puede hoy anticipar.
Por otra parte, la devaluaci¨®n conllevar¨ªa serios problemas patrimoniales de las empresas y familias argentinas endeudadas, ca¨ªdas del empleo y de los salarios reales, y desplome de la liquidez. Dado que ninguno de los escenarios polares -?qu¨¦ decir si la soluci¨®n final combina ambos!- garantiza la recuperaci¨®n de la econom¨ªa argentina, o ahorra costes a los agentes dom¨¦sticos e internacionales, uno no puede dejar de comprender los esfuerzos que sigue haciendo el pa¨ªs para evitarlos. Uno ni siquiera puede reprocharles que hayan avanzado por sendas heterodoxas como la pataconizaci¨®n, que se hayan defendido con la promesa de 'antes dolarizar que devaluar' o que, si pese a todo la depreciaci¨®n llega, las autoridades del pa¨ªs acaben decidiendo que el destino de las reservas internacionales liberadas por la desaparici¨®n del respaldo a la convertibilidad del peso no es el hoy esperado por algunos de los distinguidos proponentes del fin del 1:1.
Ciertamente ya no es tiempo de pedir paciencia con Argentina. Pero tampoco tengo yo muy claro que los analistas de la comunidad internacional vayan realmente a ser m¨¢s felices y a dormir mejor simplemente por haber tenido raz¨®n. Ojal¨¢ no tengan que derramar l¨¢grimas por las plegarias atendidas.
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