Como dijimos en Lima

La XI Cumbre Iberoamericana, que congrega a 19 pa¨ªses iberoamericanos m¨¢s Portugal y Espa?a, concluy¨® ayer en la capital peruana con la acostumbrada bater¨ªa de exhortaciones, pero esta vez con un claro hilo conductor: la preocupaci¨®n mundial por el terrorismo tras el atentado de las Torres Gemelas del 11 de septiembre, y algunos prop¨®sitos que, quiz¨¢, acarrean una mayor convicci¨®n y promesa de acci¨®n conjunta de lo habitual en estos casos, en los que la solemnidad se a¨²na c¨®modamente con la ret¨®rica.

Del m¨¢ximo inter¨¦s para Espa?a, representada en Lima por el Rey y el presidente Aznar, es el documento anejo a la parte de la declaraci¨®n que versa sobre el terrorismo. Aunque el lenguaje habla de reafirmar el compromiso del combate contra el terror, lo cierto es que el presidente cubano, Fidel Castro -que sin dar explicaciones se borr¨® de la cita lime?a a ¨²ltima hora-, se neg¨® en la cumbre del a?o pasado en Panam¨¢ a sumarse a una declaraci¨®n de solidaridad contra ETA, as¨ª como que la cooperaci¨®n en la lucha contra la banda armada es manifiestamente mejorable en el caso de pa¨ªses como Venezuela. Por todo ello, es importante que haya un seguimiento de los cambios que ya se han producido en los ¨²ltimos meses en las relaciones con M¨¦xico, Uruguay o la Rep¨²blica Dominicana, pa¨ªses que en el pasado acogieron a etarras y hoy colaboran en la entrega de los terroristas a Espa?a.

La declaraci¨®n subraya el compromiso 'de combatir los actos de terrorismo en todas sus formas y manifestaciones dondequiera que se produzcan, y por quienquiera que los cometa, de no prestar ayuda ni refugio a los autores, promotores y participantes de actividades terroristas', que, de llevarse plenamente a la pr¨¢ctica, har¨ªa considerablemente m¨¢s dif¨ªcil la subsistencia de incomprensibles solidaridades con el terrorismo en pa¨ªses tan pr¨®ximos a Espa?a como Uruguay o el mismo Portugal.

El segundo gran asunto -aunque primero en importancia para la mayor¨ªa de los firmantes- ha sido un esbozo de posici¨®n conjunta en materia econ¨®mica, con la reclamaci¨®n de modificaciones en el orden financiero internacional que aligeren el pago de la voluminosa deuda externa que acumula casi todo el continente, as¨ª como un mayor acceso a los fondos de ayuda al desarrollo. El continente iberoamericano sufre los efectos de un cruel desfase; sus componentes se hallan por encima del pelot¨®n de pa¨ªses m¨¢s pobres de la Tierra, sin que por ello pasen de esforzados combatientes del subdesarrollo, pero precisamente porque est¨¢n entre los pobres menos pobres no re¨²nen las condiciones formalmente m¨¢s adecuadas para obtener el pleno acceso que merecen a los fondos internacionales de ayuda al desarrollo.

Si el conjunto de naciones que hablan espa?ol o portugu¨¦s fueran capaces de componer ese coro de una voz b¨¢sicamente com¨²n en reuniones como la conferencia de la ONU sobre Financiaci¨®n del Desarrollo, prevista para marzo en la ciudad mexicana de Monterrey, habr¨ªan dado un gran paso para dotar de contenido tangible a la gran kerm¨¦s anual que acaban de celebrar.

La declaraci¨®n de Lima se produce en lo que universalmente se considera ya como una nueva era, la que empieza a perfilarse tras la monstruosidad terrorista de Nueva York. Un tiempo en el que la cooperaci¨®n en la lucha exterior contra un enemigo de toda la humanidad y la comprensi¨®n de las necesidades econ¨®micas respectivas entre las naciones democr¨¢ticas van a ser m¨¢s necesarias que nunca.