Especulaci¨®n
Una vez me fui a cortar el pelo y cuando llegu¨¦ no estaba la peluquer¨ªa. Se hab¨ªa ca¨ªdo la casa. Jol¨ªn, las cosas que le ocurren a uno. Bueno, tampoco es justo quejarse: peor fue lo que le sucedi¨® a la casa. A los peluqueros y a los inquilinos nada realmente irreparable, pues les hab¨ªan dado orden de desalojar el edificio semanas antes por amenaza de ruina. Se encontraba en Juan Bravo, haciendo esquina.
Mi peluquero de c¨¢mara -hombre serio y de incuestionable probidad- me coment¨® que estaba un poco mosca (vamos a decir) y sospechaba que algo hab¨ªan dejado abandonado para que aquello se viniese abajo. No por rabia o venganza, evidentemente, sino para levantar un nuevo edificio que, en aquel sitio de Juan Bravo, vale un Congo.
Ahora hay otro edificio hueco, tambi¨¦n en Juan Bravo, unos n¨²meros m¨¢s arriba y haciendo chafl¨¢n, que fue de tres plantas y una bonita torreta y el Ayuntamiento ha autorizado que la constructora levante cuatro plantas m¨¢s. Al parecer, la rebaja de la que llaman 'protecci¨®n parcial a medioambiental' permite esta recalificaci¨®n, lo que ha suscitado la protesta del grupo municipal de Izquierda Unida, en cuya opini¨®n esta mudanza de criterio va a provocar un aberrante desequilibrio urban¨ªstico.
Pues podr¨ªa ser. Pero aun siendo legal la nueva catalogaci¨®n lo que preocupa al vecindario de esas casas de Juan Bravo y al de todo el barrio de Salamanca donde se encuentran es que all¨ª ya no es admisible ni un gramo m¨¢s de cemento. La especulaci¨®n alcanza extremos delirantes. Las viviendas, igual que sucede en todo Madrid, no valen lo que cuestan (ni mucho menos), s¨®lo que en el caso del barrio de Salamanca tienen por metro cuadrado unos precios absolutamente prohibitivos, incrementados de forma escandalosa los ¨²ltimos meses por la inminente llegada del euro y la delictiva entrada del dinero negro en el mercado inmobiliario.
A lo mejor estas mara?as econ¨®micas ser¨ªan imposibles de resolver desde los ¨¢mbitos municipal y auton¨®mico a corto plazo, pero el Ayuntamiento deber¨ªa considerar otra penosa realidad del barrio de Salamanca y es que carece de espacios verdes y s¨®lo cuenta con un mal llamado parque de dimensiones exiguas, vergonzoso resultado de las agresiones especulativas que ha padecido la zona.
Se dice pronto -y parecer¨¢ mentira- dentro de ese cintur¨®n exclusivo formado m¨¢s o menos por Conde de Pe?alver o incluso Francisco Silvela, Alcal¨¢-Goya, paseo de la Castellana y Mar¨ªa de Molina, donde -en efecto- s¨®lo hay un parque. Se encuentra en Pr¨ªncipe de Vergara entre Maldonado y la ya mencionada calle de Juan Bravo, acuden a ¨¦l cada d¨ªa las mam¨¢s del entorno con sus beb¨¦s y apenas caben.
Naci¨® ese parque de lo que llamaban Campo de la Huerta, que se encontraba limitado por las mencionadas calles y se cerraba con la del General Pardi?as: una considerable extensi¨®n. Durante d¨¦cadas (hablamos de las de los a?os 40-50) fue un solar al que acud¨ªan las madres para que les diera el aire a sus reto?os, donde los chavales del barrio jug¨¢bamos al f¨²tbol al salir del colegio y donde por las noches las parejas adultas se daban fiesta con riesgo de que les mordiera alguna rata, que de todo pod¨ªa perderse en el lugar.
Corr¨ªan rumores de que el Ayuntamiento convertir¨ªa aquello en parque, con amenas arboledas y cuidados jardines, y la barriada entera estaba ilusionada por ello. Sin embargo, un buen d¨ªa apareci¨® una constructora con sus obreros y sus maquinarias y levant¨® un enorme bloque de viviendas que ocup¨® medio solar. El resto -dijeron- ser¨ªa parque. Pero tampoco, pues toda la l¨ªnea que da a Juan Bravo y parte de General Pardi?as lo ocuparon mediante un espeso friso de tiendas y bares. Y, adem¨¢s, permitieron instalar otro en el resto del supuesto parque, con sus veladores. Y desde entonces las mam¨¢s, si no quieren tomar nada, se sientan en los bancos o en los bordillos o se llevan su propia silla por lo que pudiese pasar; y los ni?os bajan por el tobog¨¢n o juegan con la tierra si encuentran sitio en ese espacio rid¨ªculo que es cuanto hay para la chiquiller¨ªa en todo el barrio de Salamanca.
En vez de procurar adquirir esas esquinas ruinosas para ganar espacios verdes, el Ayuntamiento promueve que a¨²n sean m¨¢s altas, m¨¢s pobladas, m¨¢s caras. La especulaci¨®n manda.
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